Juan Pablo Olivares
Para un futbolista profesional, retirarse de la actividad competitiva es una decisión muy difícil. Además, a diferencia de otras carreras u oficios, la edad de jubilación de un futbolista llega antes, entre los 32 y 35 años, y este número puede reducirse a causa de las lesiones.
Ahora, aunque el fútbol peruano se caracteriza por albergar a jugadores veteranos (entre 37 y 40 años), a todos les llega el momento ineludible de “colgar los chimpunes”, lo que supone un panorama angustioso. Esto debido a que, según Piero Portanova, psicólogo deportivo, existe un componente vinculado a lo que este deporte les da a quienes son futbolistas profesionales y, de alguna manera, son exitosos: el ego, la fama y el dinero.
“Lo que suele pasar también es la sensación del ‘qué hago después’, ‘qué va a ser de mi vida’ después del retiro y no volver a jugar al fútbol”, explica.
Retiro planificado
En esa línea, el especialista sostiene que a veces el jugador se niega a aceptar, o no se da cuenta de que ya no está en un nivel competitivo, y le es complicado pensar en un escenario en el que ya no tendrá ese tipo de gratificaciones.
Lo que ayuda en estos casos, según Portanova, es que el futbolista planifique su retiro de alguna u otra manera. Muchos optan por permanecer en el ambiente deportivo y se preparan para ser entrenadores o gerentes deportivos. Otros, incursionan en los negocios o emprendimientos.
Sin embargo, también advierte que eso se da, generalmente, en los jugadores exitosos. Otro grupo de deportistas, no tan triunfantes y que no han ganado mucho dinero, y que se retiran del fútbol o el fútbol los retira, se preguntan: ¿qué hago de mi vida?
En ese sentido, para un jugador promedio y poco exitoso, el fútbol resulta ser el único medio de ingresos económicos, del cual también depende su familia; en esas circunstancias, dejar el fútbol es muy complejo.
“Es por ello que numerosos jugadores entran en cuadros depresivos importantes o terminan siendo presa de algunas adicciones, porque no tuvieron los recursos económicos para sobrellevar [su estilo de vida] o planificar un posible retiro”, explicó.
Experiencia futbolística
Israel “Cachete” Zúñiga, exfutbolista, goleador e ídolo del FBC Melgar, se retiró del fútbol profesional a los 41 años de edad. Uno de los máximos artilleros de la historia del equipo rojinegro (con 116 goles), confiesa que quería seguir jugando, pero las lesiones a las rodillas, lo obligaron a dar un paso al costado.
¿Por qué “Cachete” Zúñiga quiso seguir jugando en el fútbol profesional a los 41 años? El exdelantero del Coventry City de Inglaterra, campeón nacional con FBC Melgar en 2015 y exseleccionado nacional, sostiene que el fútbol peruano tiene el único campeonato donde uno se permite jugar hasta los 40 años.
Según Zúñiga, este escenario se da porque los futbolistas jóvenes todavía no dan la talla y porque la mayoría de chicos recién maduran, futbolísticamente, entre los 25 y 28 años, una edad límite para la consolidación y competitividad a nivel internacional.
Sin embargo, también reconoció que a un deportista veterano le cuesta jugar en un torneo internacional de nivel, como la Copa Libertadores o a nivel de selección.
“En el fútbol peruano se juega con mayores por una necesidad, porque no se tiene jóvenes competitivos”, aseguró.
Es por ello que en nuestro torneo nacional, muchos jugadores veteranos siguen en actividad, tal es el caso del portero Joel Pinto con 43 años de edad, Hernán Rengifo con 41, Nelinho Quina con 37, Paolo Guerrero con 40 años, entre otros.
Medicamente aptos
No obstante, a pesar de jugar de manera competitiva a esa edad, está demostrado que los futbolistas pierden algunas facultades con el paso de los años. El estado físico no es el mismo cuando se tiene 20 que a los 35 o 40 años.
Al respecto, el médico traumatólogo deportivo y exmédico de la selección peruana de fútbol, Julio Grados, sostiene que un jugador veterano pierde la capacidad aeróbica y el tono muscular. “Pero este desgaste, si bien es propio de la edad, se puede minimizar con un adecuado reposo”, dice Grados.
Las lesiones a las que está más expuesto el jugador y con mayor dificultad de recuperación, según Grados, son las musculares (contracturas, distensión muscular y rotura fibrilar completa), ya que hay que saber diagnosticarlas y llevar una carga de trabajo adecuada.
“Estas lesiones se superan más rápido siempre y cuando se lleve un conveniente reposo, una buena alimentación y un adecuado entrenamiento”, explicó.
Finalmente, el médico traumatólogo, reconoce que la evolución biológica y los métodos de preparación pueden prolongar la carrera del futbolista. A tal punto, que la vida profesional promedio de un futbolista (32-35 años), a diferencia de algunos años, ahora llega a edades impensables.