Juan Pablo Olivares
Sebastián Pomareda Prado recurrió a la natación para tratar su déficit de atención e hiperactividad y logró destacar en competencias locales, nacionales e internacionales. Además, este deporte le permitió conseguir la calma necesaria para desarrollar su vida académica.
A Sebastián le diagnosticaron de pequeño el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), condición que años atrás era conocida, erróneamente, como una enfermedad de disfunción cerebral. Los síntomas más comunes son la hiperactividad e impulsividad, por ello, muchos pensaron que él jamás sería capaz de lograr grandes cosas, pero el tiempo se encargó de demostrar todo lo contrario.
La natación, su terapia
De niño era muy travieso y tenía algunos problemas en el colegio. Era muy inquieto y no podía concentrarse y si lo hacía era por poco tiempo.
Su madre lo inscribió en diferentes academias deportivas y practicó varias disciplinas, pero fue en la natación donde pudo canalizar mejor gran parte de su energía.
Aprendió a nadar muy pronto, en el agua hallaba la calma y tenía un mejor control de su cuerpo y mente.
El verdadero responsable de que él se iniciara en la práctica de este deporte fue su hermano, quien también se dedica a la natación. “Siempre acompañaba a mi hermano a sus entrenamientos y competencias y cada vez que podía me quedaba en la piscina”, recuerda.
Desde entonces, esta práctica se convirtió en una especie de terapia. Aunque, al principio le costó adaptarse a la disciplina y rutina que demandaba, asegura que la concentración que obtenía, le ayudó a canalizar su exceso de energía y falta de atención.
Nadador competitivo
Sebastián, a los 12 años de edad, decidió incursionar en este deporte a nivel competitivo, gracias a su entrenador Francisco León, quien vio en él las condiciones necesarias. “Mi nado se caracteriza por la técnica y potencia, sobre todo para el estilo libre, mariposa y espalda,” sostiene.
Empezó a destacar en competencias locales, nacionales e internacionales con singular éxito. A tal punto que, en 2018, llegó a estar entre los cuatro nadadores más rápidos del país en la prueba de los 100 metros libres, con un tiempo de 55 segundos y 46 centésimas.
Ahora, busca bajar su marca en los 100 metros libres a menos de 54 segundos. De esta manera, se convertiría en el nadador más rápido de Arequipa y podría ubicarse entre los seis mejores del Perú.
“La natación es un deporte hermoso pero se requiere de mucho sacrificio, y aunque a veces no se dan los resultados, trato de disfrutar el proceso”, asegura.
Objetivos deportivos y universitarios
Para lograr los nuevos objetivos en la natación, Sebastián se ha fijado un plazo máximo de dos años. Si no se dan, este deporte se convertirá en algo exclusivamente recreativo, debido a que asumirá nuevas responsabilidades, sobre todo académicas.
El alumno de la San Pablo, cursa el cuarto año de la carrera de Ingeniería Ambiental, y aspira a realizar una maestría. Aunque, es consciente de que llevar a la par el deporte competitivo y el estudio es complicado, espera no abandonar la natación, ya que para Sebastián esta práctica es como una bendición.
Una bendición que le permitió alcanzar la calma que necesitaba y que lo ayudó a sentirse libre y motivado. A través de su testimonio quiere dar a conocer que es posible tener una vida saludable.