Juan Pablo Olivares
En el Perú, un país lleno de escuelas de fútbol y con miles de niños que sueñan con ser futbolistas, dirigir la mirada hacia el básquet y apasionarse con él, como lo hace Jaime Díaz De la Cuba, puede considerarse una extravagancia.
Jaime juega al básquet desde los 13 años. Actualmente, con 54 años de edad, juega en la modalidad maxibásquet en la posición de pívot y es entrenador del Club San José de las categorías U19 y U21 y entrenador asistente del equipo principal. Además, es jefe comercial de Postgrado de la Universidad Católica San Pablo (UCSP).

Trabajo formativo
El básquet es poco popular y no es muy masivo; asimismo, a diferencia de otros deportes, es poco democrático. Al menos, a nivel competitivo y con algunas excepciones, hay una condición de base, un requisito casi obligatorio: el básquet es ideal para gente alta.
No obstante, Jaime Díaz, desde hace algunos años, busca cambiar ese punto de partida. El experimentado entrenador sostiene que, en la formación o categoría promocional, niños y jóvenes altos o de talla baja pueden practicarlo. Aunque reconoció que a nivel competitivo o profesional, la estatura y el físico, marcan la diferencia.
En ese sentido, Díaz De la Cuba sostiene que más allá de la estatura, condición física o técnica del deportista, es fundamental la etapa formativa, una fase donde el niño empieza a dominar su cuerpo, manejar ambas manos, tener velocidad y desarrollar la capacidad de saltabilidad.
“Los fundamentos del básquet se aprenden desde pequeños. Saber botear el balón, atacar el aro, entre otras cosas, se cultiva desde niños, porque después es más complicado”, sostiene.

Beneficios físico y mental
Formar nuevos y mejores basquetbolistas es la vocación de Jaime. Su política de formación es parte de su plan de vida y la considera una actividad importante que encaja con su trabajo en la San Pablo.
También lo hace porque argumenta que, a diferencia de otros deportes, el básquet brinda un desarrollo integral. Desenvuelve en el deportista, fuerza, velocidad, resistencia y flexibilidad. Además, de la capacidad para tomar decisiones rápidas en poco tiempo.
“El básquet es un deporte físico y mental. Considero que el éxito de un basquetbolista se determina en un 70 % por la buena respuesta física y el 30 % restante por la capacidad de entender el juego”, explica.

Falta de infraestructura y profesionales
En este aspecto, lamenta que el proceso de formación en el básquet arequipeño no sea el adecuado, debido a la falta de apoyo de las autoridades deportivas, déficit de canchas reglamentarias para entrenar y la escasa profesionalización de los entrenadores.
“Hay tres certificaciones o niveles para ser entrenador: el nivel 1 permite entrenar niños hasta los 12 años. Con la categoría 2 puedes entrenar hasta los 19 años y la categoría 3 te da la posibilidad de dirigir básquet profesional”, sostiene.
Para Jaime Díaz, quien posee la certificación 2, otro de los obstáculos para el crecimiento y masificación del básquet, es la desafiliación de Perú de la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), por irregularidades de los dirigentes. Esto ha provocado que la formación y la difusión de la cultura deportiva sea una labor más difícil, al no contar con selecciones nacionales en las diferentes categorías, ni poder participar en torneos internacionales.
Pero a Jaime Díaz nada lo amilana. El entrenador de 54 años de edad, trabaja sin descanso en la formación de jugadores y se ilusiona con que el deporte de la pelota naranja pueda retomar el camino y obtener ese protagonismo que entusiasma a los amantes del básquet.
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