César Belan
Todas las culturas, al pretender fijar el tiempo, han establecido la fecha fundamental que daría sentido al calendario. Los judíos inician su recuento el domingo 7 de octubre del año 3760 a. C., fecha en la que, según los cálculos del rabino Hiel II, Yahvé creó el mundo.
Los griegos iniciaron su cuenta el 776 a. C., año en el que se instituyó la primera olimpiada. Los romanos tuvieron como fecha inicial el año de la fundación de su ciudad, 753 a. C. Para el calendario chino, el primer año es el 2696 a. C., el de la asunción al poder del emperador amarillo, Huangdi.
Más modernamente, los musulmanes pretendieron establecer como primer año al 622 (comienzo de la era conocida como Hégira), cuando Mahoma escapó de La Meca a Medina. Finalmente, los revolucionarios franceses definieron que el inicio de la historia debería fijarse el 22 de septiembre de 1792, año de la proclamación de la República.
Así pues, desde diferentes cosmovisiones, creencias religiosas, regímenes e incluso ideologías se ha tratado de establecer la fecha de la fundación de la historia. Sin embargo, universalmente, se acepta como el suceso que dio inicio a nuestro tiempo a aquel que ocurrió hace —más o menos— 2018 años: el nacimiento de Jesucristo, el Señor de la Historia.
Esta es una hermosa realidad que, como cristianos, no debemos dejar pasar por alto: el sentido de todo tiempo medido o mesurable se inicia y se acaba con el día de la llegada del esperado Mesías.
Películas
¿Cómo recrea el cine el día más trascendental de todos los tiempos? Como no podría ser de otro modo, numerosas películas dan cuenta de aquel asombroso suceso, la noche en que Dios mismo se hace hombre. Ya en 1898, el padre del cine, Louis Lumiére, realizaría una película sobre Cristo en la que incluiría escenas del nacimiento del Salvador. Aquella cinta —La vie et la passion de Jésus-Christ— de tan solo once minutos de duración ya nos muestra imágenes de la primera Nochebuena.
Algunas películas tienen, incluso, por toda temática el nacimiento del Señor Jesús. Entre ellas, encontramos desde la muy reciente The Nativity Story (2006) hasta las hermosas adaptaciones mexicanas realizadas por Miguel Zacarías: Jesús, el niño Dios (1971) y su secuela Jesús, María y José (1972).
De igual manera, y ya que la Navidad es inconcebible sin la figura de María, la madre de Dios, muchas de las películas consagradas a la santa Virgen abordan privilegiadamente el nacimiento de Cristo. La francesa María de Nazaret (1995), la americana María, madre de Dios (1999), la italiana Maria, figlia del suo figlio (2000) y la mexicana Reina de reinas (1945) son algunas de ellas.
Sin embargo, muchas de estas películas son difíciles de conseguir, por tanto, pocas han podido ser apreciadas por el espectador promedio.
El cine hoy
Para hablar de la Navidad en y desde el cine, es mejor remitirnos a fragmentos de películas sobre la vida de Jesús que son —o han sido— parte habitual de la programación televisiva y que ya forman parte de nuestra cultura cinematográfica.
El lector recordará, entonces, filmes como Jesús de Nazaret (1977), popular miniserie de televisión dirigida por Franco Zeffirelli, que nos muestra una de las más bellas estampas del nacimiento de Cristo.
También la muy interesante obra de Pier Paolo Passolini, El evangelio según san Mateo (1964), que muestra una escena de Navidad muy diferente a la que tenemos por costumbre ver, echando mano únicamente de actuaciones de aficionados, sencilla indumentaria y una hermosa banda sonora.
Asimismo, grandes producciones, como Rey de reyes (1961), representan con acierto este acontecimiento. Este filme, en particular, luce una colorida dramatización de la llegada del Mesías.
Importante
Es interesante destacar que en todas las películas mencionadas y en casi todas las existentes, las representaciones del parto de María suponen dolor. Esto se opone a las enseñanzas de la teología católica, ya que como lo mencionan doctores como san Ambrosio, san Agustín, san Gregorio de Nisa y santo Tomás de Aquino, María tuvo un parto indoloro por no habérsele aplicado el castigo que merecían todas las hijas de Eva como consecuencia del pecado original.
Diez filmes clásicos para ver en Navidad
Going my way y Las campanas de Santa María (Leo MacCarey, 1944/1945 – musical). Bing Crosby es un párroco norteamericano dotado de un extraordinario buen humor y un espíritu de servicio. En la secuela, Ingrid Bergman será la religiosa que hará las veces de la horma de su zapato. Óscar a la mejor película en 1944.
¡Qué bello es vivir! (Franz Capra, 1946 – drama). Ícono de este subgénero y la más vista en Estados Unidos por estas fechas. La redención de un hombre en la época más propicia del año para el perdón y la reconciliación. Sencilla y, a la vez, enternecedora.
Milagro en la calle 34 (George Seaton, 1947 – drama). Un inesperado reemplazo de Santa Claus inundará de fantasía a una familia. Hermoso filme de la década de los cuarenta que ha merecido unas no tan afortunadas nuevas versiones. Ganadora de tres Premios de la Academia.
Blanca Navidad (Michael Curtiz, 1954 – musical). Una más con Bing Crosby. Un entretenido musical en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, en el que habrá humor de sobra. Muy recomendable.
Los fantasmas contraatacan (Richard Donner, 1988 – comedia). La historia del avaro Ebenezer Scrooge, protagonista del Cuento de Navidad, de Charles Dickens, en clave moderna. Bill Murray hará de este drama navideño un buen motivo para reír.
Loca Nochebuena (Jeremiah S. Chechik, 1989 – comedia). Un típico filme noventero. Todas las angustias de estas fiestas contadas con el particular humor de Chevy Chase. Gags, gags y más gags.
Mi pobre angelito I y II (Chris Columbus, 1990/1992 – comedia). Gracias a la pobre oferta de la televisión nacional, veremos en nuestras pantallas —una vez más— las travesuras de Macaulay Culkin. La película navideña más taquillera de todos los tiempos.
El Grinch (Ron Howard, 2000 – fantasía). La versión de Jim Carrey del simpático duende que quiere robar la Navidad. A pesar de su simplicidad y la sobreactuación de Carrey, suele sacar una sonrisa. La ingeniosa escenografía y el vestuario son de destacar.
Tokyo Godfather (Satoshi Kon, 2003 – animación). Una gran historia. Tres vagabundos recibirán una sorpresa en la víspera de la Navidad: un bebé abandonado caerá en sus manos. Ella será la estrella por la que recorrerán su pasado en busca de redención.
El expreso polar (Robert Zemeckis, 2004 – animación). Alarde de tecnología más un aburrido guion. La imaginación infantil suplirá lo que haga falta, disimulando la actuación de un Tom Hanks tan versátil como una licuadora de dos velocidades.
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