¿Qué cambia con Candia?

Renato Sumaria del Campo 
Periodista

Hace cuatro años, en el marco de la reelección del alcalde provincial, discutíamos sobre la presencia de formas de gobierno neocaudillistas en el entonces burgomaestre Alfredo Zegarra. Un modelo pragmático, de apariencia proactiva y emprendedora, que lamentablemente insistió en un error histórico: concentró toda su expectativa en la figura del líder, prescindiendo de formar un equipo técnico capaz de hacer viables sus promesas de campaña.

Las consecuencias las hemos padecido todos. Después de ocho años de gobierno, la ciudad no solo es un caos, sino que ni siquiera ha avanzado en reformas determinantes como el Sistema Integrado de Transporte, por ejemplo, que hasta la fecha solo tiene un 20 % de avance.

Ni qué decir, además, de los ocho intercambios viales que hoy tenemos y que no solo no aliviaron en nada el tránsito vehicular, sino que fueron criticados por sus serias deficiencias técnicas.

¿Qué podría cambiar con Omar Candia? Tal vez la norma que prohíbe la reelección de alcaldes y gobernadores regionales haya ajustado un poco sus planes políticos y, sabiendo que solo tiene cuatro años para gobernar, el hasta hoy alcalde de Alto Selva Alegre quizá haya decidido hacer mejor su tarea.

Así, el mayor mérito de Candia hasta el momento ha sido aglutinar un equipo de asesores bastante competentes liderado por José Lombardi Indacochea, un hombre cuya capacidad profesional y cuya honestidad intelectual están fuera de toda discusión. Este grupo de trabajo ha sido el encargado de elaborar el que puede ser el primer plan de gobierno serio con el que cuenta la ciudad en 16 años.

Queda la duda, sin embargo, de que si Candia está interesado en cambiar la forma de hacer política municipal en Arequipa. El problema judicial de la sobrevaloración de cámaras de seguridad en Selva Alegre, su participación en audios en los que se le escucha negociar con invasores de terrenos y la ya conocida caravana de repartición de cerveza en plena campaña electoral son episodios más que polémicos que pueden terminar de perfilar, al menos preliminarmente, la autoridad municipal que tendremos: alguien muy eficiente en lo técnico, pero de comportamiento cuestionable en lo ético y lo político.

Ojalá, en todo caso, que el electo alcalde potencie sus virtudes y reprima sus vicios y defectos. Todo por el bien de Arequipa.

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