Lecciones históricas para tiempos de COVID-19

César Félix Sánchez

El mes pasado, el ingeniero bioquímico irlandés Ivor Cummins, compartió en Twitter una interesante referencia al clásico de la epidemiología The Transmission of Epidemic Influenza de Edgar Hope-Simpson. Allí se mostraba en un gráfico el comportamiento de las epidemias de influenza históricas entre 1964 y 1975. Y, curiosamente –al margen de cuarentenas estrictas o flexibles– el comportamiento del coronavirus en las norteñas templadas del globo (a partir de los 30 grados de latitud), como Italia, replica exactamente la curva de las influenzas históricas (inmensa cantidad de casos en el primer trimestre y descenso en torno a mediados de año).

Además, el comportamiento del COVID-19 en Brasil y Perú siguió el patrón de las zonas tropicales al sur del Ecuador (entre los 0 y 30 grados de latitud): lento crecimiento y pequeño pico a fines del primer trimestre y, al margen de cualesquiera medidas tomadas, gran pico en el segundo trimestre y  gran descenso para el tercer trimestre:

Así, si el patrón se sigue repitiendo, estaríamos al borde de un gran descenso en la expansión de la pandemia en agosto. 

Pero, ¿qué nos dice la historia más específicamente de Arequipa? El investigador Rodrigo Santos Bellido estudió, a partir de las publicaciones del Diario El Deber, cómo afrontó nuestra ciudad la anterior megapandemia global, la llamada «gripe española» de 1918. 

Y aunque ya en diciembre de 1918 se anunciaba la aparición de la enfermedad, recién sería en junio de 1919 cuando la situación empieza a tomar ribetes peligrosos. Ya en julio, ante una mortandad de 20 personas por día (semejante a la que tenemos ahora pero más insidiosa por ser una ciudad con casi la décima parte de la población actual), la Municipalidad y la Junta Departamental de Sanidad anuncian una cuarentena de casi 20 días, que, al parecer, fue bastante acatada. Finalmente, para el 13 de agosto, la influenza se había reducido sensiblemente y la ciudad volvió plenamente a la normalidad. 

Tenemos, entonces, varios precedentes históricos de pandemias respiratorias que, en nuestra región del globo, han tenido sus mayores picos durante el segundo trimestre y han caído para las primeras semanas de agosto. No está asegurado de manera absoluta que esto también se cumpla ahora, pero por lo menos existe el precedente histórico. Y también parecen señalar un resultado algunas observaciones estadísticas y epidemiológicas (como el descenso de contagios y el descenso de fallecimientos,  que llegó a 13 por día, en contraste con los 33 de hace algún tiempo y, que al margen del evidente subregistro en todos los casos, señala un cierto descenso posible). 

Así que podría ser que nuestra ciudad celebre su aniversario en un panorama mucho más halagüeño que el actual. Esperemos que así sea. 

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