Álvaro Delgado Paz
Docente a tiempo completo de la Universidad Católica San Pablo
En la compleja ecuación empresarial de nuestro país, los microempresarios emergen como los héroes cotidianos, representando el 99 % de las empresas formales. Sin embargo, la cruda realidad revela que apenas el 1 % de las empresas, las medianas y grandes, lideran su camino hacia la transformación digital con presupuestos robustos y estrategias bien delineadas. ¿Qué sucede con la gran masa de microempresas que sostienen el tejido económico y laboral?
La alarmante verdad es que estas microempresas enfrentan el desafío de adaptarse a la era digital o enfrentar la extinción, con consecuencias nefastas para los empleos que sustentan el crecimiento del país. Las estadísticas, como las proporcionadas por la Cámara de Comercio de Lima en 2021, indican que sólo el 21 % de las microempresas en Perú poseen las capacidades necesarias para emprender la transformación digital. En contraste, en Chile, el 52 % de las empresas ya han abrazado este cambio por segundo año consecutivo.
Es fundamental entender que la transformación digital va más allá de adquirir un software más eficiente. Automatizar, digitalizar y transformar son conceptos interconectados pero distintos.
Un ejemplo clarificador es el proceso bancario: automatizar sería utilizar un cajero automático, digitalizar implica ofrecer operaciones a través de plataformas web y aplicaciones, mientras que la verdadera transformación digital implica adaptarse constantemente a las demandas cambiantes del cliente, proporcionando servicios en línea que van más allá de lo básico.
Para las microempresas, abrazar la transformación digital se presenta como un desafío financiero significativo. La falta de recursos disponibles hace que la adopción de tecnologías digitales sea una decisión difícil. Aquí es donde la metodología Lean puede desempeñar un papel crucial, permitiendo a las microempresas comenzar con recursos mínimos, alquilando software y aprovechando servicios en la nube.
La digitalización no se trata sólo de tener presencia en redes sociales; implica implementar todas las funciones empresariales de manera digital, desde logística y finanzas hasta recursos humanos. La empresa debe organizarse por procesos, rompiendo con la tradicional departamentalización.
El papel de los líderes digitales se vuelve esencial en este contexto. Formados en las aulas de postgrado y respaldados por cámaras de comercio y otras instituciones, estos líderes deben convencer a los microempresarios de los beneficios tangibles que la tecnología puede aportar a sus empresas.
Sin embargo, el camino hacia la transformación digital no está exento de desafíos. Un estudio reciente revela que el 79 % de las microempresas digitalizadas, enfrentan dificultades para cubrir sus vacantes con perfiles digitales adecuados. La falta de trabajadores preparados en el mercado laboral peruano y la alta demanda generada por la rápida transformación digital son obstáculos que deben abordarse.
Es esencial reconocer que la pandemia ha acelerado la adopción del trabajo remoto para las microempresas. Aquellas que han comenzado el proceso de digitalización lo están manteniendo, reconociendo la tecnología no sólo como una opción, sino como un elemento vital para la supervivencia y el crecimiento.
En conclusión, las microempresas no pueden permitirse quedarse atrás en la era digital. La transformación digital no es sólo una opción; es un imperativo para la supervivencia empresarial. Aquellas que logren adaptarse no sólo asegurarán su continuidad, sino que también prosperarán en un mercado cada vez más digitalizado. La resistencia al cambio puede ser costosa, y la clave para el éxito radica en la voluntad de abrazar la transformación constante y adoptar tecnologías que impulsen el progreso.