Las lluvias en el sur: ¿desastres recurrentes u oportunidades de cambio?

Alejandro Cano Valencia
Ingeniero civil
Docente UCSP

Cada año, las lluvias en el sur del Perú generan pérdidas de vidas humanas, daños materiales, paralización económica y contaminación. Normalmente su ocurrencia se asocia con la palabra desastre, pero ¿realmente son la causa de las catástrofes que vivimos o es más bien la falta de conocimiento y de entendimiento del ciclo del agua lo que termina provocando el daño?

Según el reporte The Human Cost of Weather-Related Disasters 1995-2015 los eventos meteorológicos más mortales son las tormentas, con 242 mil decesos. Las inundaciones aparecen en tercer lugar, después de los cambios violentos de temperatura. Si nos enfocamos en las personas afectadas con viviendas dañadas, enfermedades, pérdidas agrícolas, entre otros, son los eventos hidrológicos (inundaciones, deslizamientos, maremotos) los que impactan con mayor magnitud a nivel mundial, afectando a casi 2 300 millones de personas.

Ahora bien, si los eventos climáticos en el sur del país no están relacionados a tormentas y las lluvias son de baja frecuencia —pues no ocurren todo el año y son de mediana magnitud comparadas con la selva peruana o la costa norte—, ¿por qué generan un riesgo latente? La respuesta a ello es el alto grado de vulnerabilidad social, económica y ambiental de las comunidades y ciudades en el Perú. Revertir esta vulnerabilidad depende, entre otras cosas, de conocer el tipo de inundación que nos afecta y mejorar la respuesta de las cuencas hidrológicas y urbanas ante las lluvias.

Si los eventos climáticos en el sur del país no están relacionados a tormentas y las lluvias son de baja frecuencia —pues no ocurren todo el año y son de mediana magnitud comparadas con la selva peruana o la costa norte—, ¿por qué generan un riesgo latente?

El origen de las inundaciones es el agua, pero el desarrollo, comportamiento y accionar de estos eventos varían según las condiciones del lugar. En el sur del país, por ejemplo, tenemos inundaciones fluviales (desbordes de ríos de forma violenta), lavas torrenciales (huaycos), napa freática (aumento del agua sub-superficial, poco frecuente), sumersión del litoral (maremotos y tsunamis) y por la urbanización; esta última toma mayor relevancia ante la impermeabilización de suelos debido al avance del concreto y el asfalto.

La cuenca hidrológica posee un comportamiento diferente al de la cuenca urbanizada y nuestros antepasados lo sabían muy bien. Ellos gestionaron la lluvia, tanto a nivel urbano como rural, con sistemas constructivos y agrícolas que alteraban mínimamente el ciclo del agua. Ese conocimiento ancestral se perdió con el arribo de los españoles y la aplicación del enfoque europeo de la época de controlar la lluvia mediante el desagüe sanitario, hoy llamado drenaje pluvial, y la canalización de ríos y torrentes con muros de roca y concreto. Este enfoque genera una falsa sensación de seguridad e invita al asentamiento urbano muy cerca de estas estructuras y en algunos casos sobre las mismas obras de “protección”.

La cuenca hidrológica posee un comportamiento diferente al de la cuenca urbanizada y nuestros antepasados lo sabían muy bien. Ellos gestionaron la lluvia, tanto a nivel urbano como rural, con sistemas constructivos y agrícolas que alteraban mínimamente el ciclo del agua.

Varios países afectados por las inundaciones (Estados Unidos, Canadá, Australia, China, Japón) están dejando de lado el drenaje urbano y la canalización de ríos para buscar la restauración del ciclo de lluvia en la ciudad y el cambio de su desarrollo urbano, implementando la adaptabilidad de las ciudades ante las inundaciones. Es decir, han decidido convivir con las lluvias y no luchar contra ellas.

Varios países afectados por las inundaciones (Estados Unidos, Canadá, Australia, China, Japón) están dejando de lado el drenaje urbano y la canalización de ríos para buscar la restauración del ciclo de lluvia en la ciudad. Es decir, han decidido convivir con las lluvias y no luchar contra ellas.

La vulnerabilidad de ciudades como Arequipa irá en aumento no solo por la expansión urbana no planificada sino también por la inevitable modernización. El análisis y la propuesta de alternativas de solución en la gestión de lluvias deben articularse de manera interdisciplinar, en base a la llamada 4C: clima, cuenca, ciudad y contaminación. Y sobre esa base se deben formar nuevos profesionales de Arquitectura, Ingeniería Civil e Ingeniería Ambiental.

 

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