María Elena Ortiz Ramírez
Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica San Pablo
Stuart Russell, autor de la obra Inteligencia Artificial: Un enfoque moderno, señala que la inteligencia artificial (IA) es la nueva electricidad. El autor refiere que, así como la electricidad transformó innumerables industrias hace más de cien años, la IA está posicionada para hacer lo mismo hoy.
De la misma manera en que la electricidad iluminó el camino hacia innovaciones sin precedentes en múltiples sectores, la IA promete ser la chispa que transformará radicalmente el panorama educativo, especialmente, en la educación universitaria, iluminando nuevas formas de aprender, enseñar y preparar a los estudiantes para el futuro.
Esta transformación se evidencia a partir de los diversos sistemas avanzados capaces de diagnosticar enfermedades, hasta algoritmos sofisticados que predicen el clima. La IA, sin duda, está remodelando el panorama mundial en formas sin precedentes.
Esta evolución tecnológica nos lleva a preguntarnos: ¿cuál es el impacto de la IA en los estudiantes universitarios en la actualidad? La educación, como muchos otros sectores, está siendo profundamente dinamizada por la IA. Herramientas innovadoras como tutorías personalizadas basadas en IA y plataformas de aprendizaje adaptativo, están redefiniendo la experiencia educativa.
Estas tecnologías no sólo facilitan un aprendizaje más eficiente y personalizado, sino que también permiten a los estudiantes progresar a su propio ritmo, adaptándose a sus necesidades y estilos de aprendizaje únicos.
La IA trasciende su rol como herramienta pedagógica para convertirse en un campo de estudio esencial. Para los estudiantes universitarios, familiarizarse con estos sistemas y tecnologías no es sólo una ventaja, sino una necesidad para estar adecuadamente preparados para los desafíos y oportunidades laborales del futuro.
Sin embargo, la integración de la IA en nuestra vida cotidiana y profesional no está exenta de desafíos. Cuestiones como la privacidad de los datos, el sesgo algorítmico y otras preocupaciones éticas emergen como temas críticos que deben ser abordados.
Es fundamental que los estudiantes no sólo adquieran competencias técnicas en IA, sino que también desarrollen una comprensión profunda de sus implicaciones sociales y éticas. La integración de la IA en la educación universitaria, abre puertas a un aprendizaje avanzado, pero también plantea el riesgo de un deterioro en nuestra dinámica cognitiva, si los estudiantes se apoyan desordenadamente en esta tecnología y terminan dañando su capacidad de ejercer un pensamiento crítico independiente.
El fácil acceso a la información puede conducir a una preferencia por soluciones rápidas y evitar el esfuerzo que requiere el aprendizaje profundo, comprometiendo la habilidad de analizar, sintetizar y enfrentar desafíos creativamente.
Una cosa es saber dominar las tecnologías emergentes para ser más productivo, conociendo sus limitaciones y ventajas, y otra es depender de la tecnología. Para mantener un equilibrio saludable, es esencial fomentar experiencias educativas que promuevan tanto el uso de la IA como el desarrollo de habilidades analíticas y del propio razonamiento.
Esto implica crear contextos de aprendizaje que estimulen la curiosidad, el debate y la solución creativa de problemas, asegurando que los estudiantes se conviertan en pensadores activos y creadores de conocimiento, más allá de ser meros receptores de información.
Así, la tarea de preparar a los jóvenes para un futuro dominado por la IA, recae tanto en educadores como en estudiantes, quienes deben trabajar juntos para aprovechar las tecnologías de manera que complementen y enriquezcan el pensamiento crítico y la ética del esfuerzo. De esta manera, se garantiza que las próximas generaciones estén equipadas, no sólo con conocimientos técnicos, sino también con la resiliencia mental y la creatividad necesarias para prosperar en un mundo en constante cambio real.
La IA no es simplemente una moda pasajera tecnológica; representa un cambio paradigmático en nuestra sociedad y en el modo en que abordamos la educación. Necesitamos rediseñar nuestra forma de educar con la finalidad de aprovechar esta tecnología y no perdernos en ella.
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