Christiaan Lecarnaqué Linares
Desde Cusco, Roger Oviedo llegó con sus pequeños vasos fabricados con cuernos de toro. Quien desconoce la utilidad de esta “vajilla popular” puede confundir estas copitas con decoraciones para una sala colorida, pero no es así. Él toma uno de los vasitos y lo voltea. Este queda estable sobre la mesa, gracias a unos minicuernos adheridos a la base del vaso, y así se pueden usar para brindar con el licor de su predilección.
A estos cachos del toro, Roger les sacó el “jugo”, ya que también fabricó licoreras que sirven para llevar vino, chicha o anisado. Estas se llevan colgadas de un brazo, como si se tratara de una cartera o canguro. En la punta llevan un diseño peculiar, generalmente con la cara de un toro o un cóndor, y traen un pequeño vaso para beber la bebida elegida que, además, funciona como tapa para evitar que el licor se derrame.
Estas artesanías son compradas, usualmente, por los aficionados a las corridas, peleas de toros o peleas de gallos.
El arte viene de familia
Roger aprendió el oficio de artesano de sus padres. Primero, experimentó con la joyería en plata y poco a poco probó en otras líneas como el tallado en madera. El trabajo en cuernos de toro lo aprendió hace tres años. “El artesano aprende de todo”, dijo.
El cuerno de toro se trabaja con fuego y el material plástico adopta las figuras que el artesano quiere. “Todo se hace a mano”, comentó.
Un trabajo puede demandarle entre dos a tres horas, como las copitas, pero otros más elaborados toman hasta tres días.
Por ejemplo, entre sus artesanías hay una licorera que respeta todo el largo del cuerno del toro y está adecuada para guardar dos tipos de licores. En cada punta hay un vaso para consumir estas bebidas.
El cusqueño participa en la nueva edición de la Feria artesanal del Fundo El Fierro, esta es la quinta vez que asiste.
Ofrece sus artesanías en cuernos de toro, joyería en plata, así como tallado en madera de cedro, donde predominan imágenes de auquénidos como vicuñas o alpacas.
De Bolivia, su cobre
También participa en esta feria el boliviano René Velarde. En su puesto hay trabajos de repujado en cobre, pero a diferencia del resto de artesanos su trabajo es en alto relieve.
El repujado permite dibujar sobre láminas de cobre cualquier imagen o alegoría alusiva a la tradición de una ciudad; pero René fue más allá e hizo que tuvieran alto relieve de hasta cuatro centímetros de altura. “Me costó, pero aprendí”, comentó.
Entre sus trabajos podemos observar La Última Cena (que le demandó cuatro días de trabajo), Don Quijote de la Mancha, entre otras obras que son compradas para decorar la sala de la casa.
Es la primera vez que asiste a esta feria en Arequipa y confía en que todo saldrá como lo tenía planeado. Él se dedica a este oficio hace 40 años.
Exportación de prendas
El puesto de Lourdes Herencia sobresale porque de lejos ya se observan prendas con los colores y el escudo de Arequipa.
Sobre esta temática confeccionó polos, poleras con capucha y chalinas para vender a los arequipeños interesados en presumir que en agosto Arequipa es fiesta.
Estas prendas llevan los colores de la bandera de la ciudad (se aproximan al carmesí) con el escudo de la Ciudad Blanca o frases como: “Soy de Arequipa, señor”.
Pero, además, ofrece chompas, guantes, gorros, y otras prendas tejidas a mano. Aprendió este oficio de su madre, quien vendía en ferias estos trabajos en la década de los 70, pero desde 1994 exporta las prendas desde una fábrica instalada en Lima, bajo el nombre Artesanías El Gran Pajatén.
“A los japoneses les gusta todo lo que es tejido a mano y los europeos prefieren prendas más coloridas”, dijo.
Lleva este negocio junto con sus hermanos, pero es Lourdes quien aparece en cada feria para promover estas creaciones, como en esta ocasión, en el Fundo El Fierro.
EL DATO
En la feria del Fundo El Fierro también hay artesanos de Piura, Cajamarca, Ayacucho, Arequipa, etc. Esta edición se extenderá hasta el 31 de agosto.
Discusión sobre el post