Inflación, el otro efecto de la falta de previsión

Germán Chávez Contreras
Rector de la UCSP – Economista

La inflación es uno de los graves problemas de la economía. En otras épocas esta fue tan severa que llegó a cifras ahora inimaginables. Efectivamente, en la segunda mitad de la década de los 80 la inflación anual cerraba con cuatro dígitos: en 1989 fue 3 398 % y en 1990 (año de cambio de gobierno) alcanzó la increíble cifra de 7 481 %.

En economía, podemos explicar la inflación a partir de sus generadores, que pueden ser por oferta o por demanda, en tanto sean los productores (ofertantes) o compradores (demandantes), respectivamente, los que den lugar al incremento de los precios en el mercado.

La inflación por oferta se debe a factores que afectan a los productores en general. Como ejemplo tenemos los costos de transporte, el costo de materias primas importadas, el incremento remunerativo, etc. La inflación por oferta suele ser de corta duración y termina cuando los factores que afectan la producción también concluyen.

Por otro lado, la inflación por demanda suele ser de mayor duración. Se da por el cambio en las expectativas de consumo en las personas y familias, por especulación inflacionaria, por movimientos migratorios importantes, etc.

Si bien es cierto que durante las últimas semanas hemos observado un incremento en el precio de algunos servicios y productos como el transporte, los alimentos perecibles de la selva o de las zonas altas, esto se debe a los fenómenos naturales que han destruido la producción agrícola y han afectado seriamente las carreteras de penetración, dificultando el traslado de productos hacia los centros de comercialización.

Este comportamiento genera escasez en los mercados urbanos, con resultados inflacionarios. Por tener su origen en la oferta, podemos esperar que esta inflación sea de corta duración. Sin embargo, al tratarse de fenómenos naturales repetitivos, el problema pasa a ser la falta de previsión.

La falta de previsión para enfrentar los fenómenos naturales tiene efectos negativos generalizados, pues el impacto va más allá de viviendas destruidas, carreteras inhabilitadas y cosechas perdidas.

La falta de previsión hace que colapsen los procesos de una economía de mercado como la que tenemos, con poca presencia del Estado, y se generen problemas económicos como la inflación, el desempleo y la recesión; causando sufrimiento en las comunidades más humildes y menos protegidas.

No debemos olvidar que es más barato prevenir que reparar y cuando hablamos de personas, familias y comunidades enteras, la previsión debe tomarse con seriedad, con responsabilidad y compromiso; no solo por el Estado, sino por cada uno de nosotros, entendiendo que la solidaridad es un valor humano y social que nace de la sensibilidad ante la realidad de nuestros hermanos que sufren.

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