¿Es tan malo que mi hijo esté aburrido?

Jorge Pacheco
Educador

Muchos padres viven con este sentimiento de culpa: perciben que, frente al mínimo síntoma de aburrimiento en sus hijos, les indujeron la costumbre de mantenerse entretenidos entregándoles el celular o encendiendo la televisión. Hoy están arrepentidos de haber hecho eso.

No nos hemos acostumbrado a convivir lo suficiente con el aburrimiento. Nos desvivimos para que nuestros hijos “no estén aburridos” cuando probablemente el aburrimiento sea una ocasión para despertar en ellos la curiosidad. 

Hay que ser creativos y entrenarnos para disfrutar las infinitas posibilidades que hoy se nos ofrecen. Limpiar el auto de la familia o hacer galletas son dos actividades que pueden hacer que un día sea inolvidable. 

Pero más que la actividad en sí, los hijos se sienten atraídos por el entusiasmo de sus padres en hacer algo. Si sólo dependemos de la pantalla de televisión o del teléfono celular para resolver el aburrimiento, es señal que estamos desperdiciando nuestra capacidad creativa. 

Enseñemos a pasar tiempo con uno mismo y disfrutarlo. Podemos orientar su conducta con frases como: “entiendo que estés aburrido, pero ¿cómo podrías solucionarlo?, ¿qué se te ocurre?”. Luego, elogiemos lo que hagan, invitemos a los hijos a participar de los propios pasatiempos, como jardinear, pescar, hacer música, dibujar, tejer, arreglar cajones, jugar un deporte. De esa manera estaremos evitando la adicción al uso de redes sociales, videojuegos o aplicaciones de celular.

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