Contaminación farmacéutica: ¿Cuánto daño le hacen nuestros medicamentos al planeta?

Lizandra López Belón
Profesora del Departamento de Ingenierías de la Industria y el Ambiente de la Universidad Católica San Pablo

En los últimos años, el acceso generalizado a medicamentos ha hecho que se acumulen en nuestros hogares todo tipo de productos: antipiréticos, antibióticos, analgésicos, suplementos, entre muchos otros. Esta disponibilidad ha mejorado la calidad de vida de millones, especialmente en una sociedad que envejece, pero también ha traído consigo una amenaza poco discutida: la contaminación farmacéutica.

Muchas veces, los medicamentos sobrantes o vencidos son descartados de forma incorrecta, arrojándose al desagüe o a la basura común, tanto en domicilios como en hospitales e industrias. Durante décadas se pensó que estos productos simplemente se diluían en el agua. Hoy sabemos que no es así. Se acumulan en ríos, suelos, tejidos vegetales y animales, afectando gravemente los ecosistemas.

Los estudios recientes son alarmantes. Una investigación del Instituto IMDEA Agua detectó presencia de fármacos en 258 ríos del mundo, incluido el Amazonas. Otro estudio en Australia identificó 69 medicamentos en invertebrados de arroyos cercanos a Melbourne. La fauna es una de las más afectadas: los ornitorrincos, por ejemplo, ingieren junto con su alimento trazas de antidepresivos y antibióticos en proporciones cercanas a las dosis humanas diarias. El impacto sobre su salud y comportamiento es evidente.

Pero quizá el caso más grave es el de las hormonas sintéticas. Anticonceptivos como el etinilestradiol o el levonorgestrel, incluso después del tratamiento de aguas residuales, ingresan a ríos y lagos. En peces y anfibios, estas sustancias alteran sus sistemas endocrinos, provocando “feminización” en los machos: desarrollo de óvulos en los testículos o pérdida total de la capacidad reproductiva. Esta situación ya ha sido documentada en los ríos Sena y Ródano, en Francia, así como en lagos de alta montaña de Europa. La desaparición de especies no es una amenaza futura, es un fenómeno actual.

La situación en Perú también merece atención. El mercado de medicamentos se ha duplicado en los últimos años, y con él la generación de residuos. Pese a las campañas de planificación familiar impulsadas desde los años setenta, el aumento en el uso de anticonceptivos orales no ha resuelto de fondo los desafíos sociales vinculados a la salud sexual y reproductiva. A ello se suma la contaminación de fuentes de agua como el lago Titicaca, que ha perdido hasta el 90 % de sus especies nativas, afectando directamente la alimentación de miles de personas vulnerables.

¿Qué hacer ante este panorama? En primer lugar, debemos tomar conciencia. Cada uno puede evitar desechar medicamentos por el desagüe, optar por tratamientos más naturales cuando sea posible, y reducir el consumo innecesario.

En segundo lugar, desde la academia, se deben intensificar las investigaciones sobre la calidad del agua y la presencia de contaminantes emergentes. Las universidades pueden colaborar con las autoridades para mejorar las plantas de tratamiento y reducir el ingreso de fármacos al medio ambiente. Incluso pequeños cambios en los sistemas actuales pueden reducir significativamente la presencia de estos residuos.

Cuidar el medio ambiente comienza por tomar consciencia de nuestro entorno, optar por soluciones más responsables y preocuparnos por el destino de lo que usamos. Estas son  formas concretas de cuidar la vida, no solo la nuestra, sino también la de todas las creaturas. Hoy, más que nunca, el planeta necesita que escuchemos sus señales y actuemos con responsabilidad.

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