Ciberdelincuencia en tiempos de pandemia

Miguel Eduardo Velásquez
Mg. en Dirección Estratégica de empresas
Docente del Dpto. de Ciencias Económicas y Empresariales – UCSP

El 2020 no solo se dispararon los contagios de Covid-19 en el Perú sino también los delitos cometidos a través de Internet. Según estadísticas de la Divindat (División de Investigación de Alta Tecnología de la Dirincri), hasta el 2 de diciembre de ese año se recibieron 2600 denuncias, 68% de ellas era de fraude informático por suplantación de identidad.

Este alto porcentaje se debe a que, producto de la pandemia, el consumidor recurrió a Internet desde diversos dispositivos (computadoras, laptops, tablets, smartphones) para realizar transacciones como pagos de servicios, transferencias de dinero y compras de productos por delivery, todo ello con la ventaja de no tener que salir de casa y correr el riesgo del contagio.

Hasta antes del 2020, tanto la penetración de Internet como su cobertura experimentaron un avance sostenido junto a la mayor facilidad de acceso a través del celular. Mucho de ese consumo estaba orientado al entretenimiento, ciertamente. Con la llegada de la pandemia y el consecuente confinamiento social, el uso de la red para transacciones financieras aumentó sin mediar una buena comunicación acerca de los cuidados que se debía tener en el manejo de páginas web o aplicaciones móviles para evitar ser víctima de un fraude o estafa.

El phising o suplantación de identidad es una de las técnicas más empleadas por los ciberdelincuentes. Esta consiste básicamente en enviar algún mensaje sospechoso o enlace donde se pide información personal como número de tarjeta, contraseñas, entre otros, que les permita realizar transacciones. Para hacer más creíble el mensaje se hacen pasar por entidades conocidas, especialmente bancarias.

Si bien en sus sitios web los bancos tienen información sobre seguridad en las transacciones e invocan a sus clientes a guardar recaudos para evitar el phising, vale la pena preguntar si estos esfuerzos son suficientes para realmente comunicar a los usuarios cómo evitar fraudes. Y es que en los últimos meses se han incrementado exponencialmente los ataques por Internet tanto a personas naturales como a empresas, por lo cual podríamos deducir que la delincuencia ha pasado del terreno físico al digital, especialmente en este año atípico. El abanico de delitos cometidos tiene desde el robo de bonos a familias hasta transacciones o préstamos que los dueños de las cuentas nunca hicieron o solicitaron.

El mayor consejo que se puede dar para reducir estos fraudes es descartar todo correo, mensaje de texto o de Whatsapp que venga de un número desconocido, especialmente si tiene un enlace con alguna dirección. Es recomendable incluso eliminar estos mensajes del celular o computadora. También es recomendable, si se ingresa a un sitio web, verificar que la dirección esté completa y tenga el candado de seguridad y nunca usar WiFi de uso público, así como tener instalado algún software antivirus.

En caso la transacción se realice por un smartphone, siempre se debe utilizar el patrón de bloqueo, asegurarse de dónde está descargando la aplicación móvil que está empleando, instalar algún programa que detecte malware en el celular, reportar si sufre el robo de un celular inmediatamente, hacer copias de seguridad con frecuencia de su información importante y en caso vaya a vender o regalar el celular asegurarse de borrar todos los datos con un reseteo de fábrica.

Pero lo más importante siempre será hacer uso del sentido común y ante la duda de un mensaje recibido comunicarse a la línea de atención del cliente de la entidad financiera para corroborar la validez o no de cierta comunicación.

Los medios tecnológicos nos simplifican mucho la vida. Su uso no se reducirá aun cuando llegue el fin de la pandemia, así que la idea es no tenerles miedo sino un mayor cuidado, mantenerse informado y compartir la información.

En caso sufra algún delito informático se puede comunicar gratis al número 1818 o al teléfono fijo (01)431-8898.

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