Carlos Saúl Menem y el Perú: ¿Un simpático seductor?

Jorge Martínez
Filósofo y docente de Humanidades-UCSP

Nadie discutirá que Carlos Menem fue un presidente que dejó una huella imborrable en la política argentina. Tampoco discutirán que durante su primera presidencia introdujo cambios en la vapuleada economía de su país, ya muy castigado por la pésima administración de su predecesor Raúl Alfonsín.

El mandato de este último, terminó con la famosa ‘hiper’ (como se conoce en Argentina a la hiperinflación) que en el último año de la presidencia de Alfonsín, fue del 3.080% anual, que renunció el 8 de julio de 1989, cinco meses antes del final de su mandato, ya cansado de negociar un posible gobierno conjunto con Menem y su equipo.

Durante su primera presidencia hubo dos importantes políticas de Estado: la desregulación de la economía y la drástica reducción de la inflación. Lo primero implicó la adopción de medidas promercado. Lo segundo fue una apuesta muy arriesgada cuyos frutos no fueron aprovechados por haber confundido —a sabiendas o no— una medida de emergencia con una política definitiva.

La desregulación económica, significó la introducción de una práctica extraña en el ideario peronista: la apertura de la economía y con ello la promoción de la competencia. Lo segundo, es decir, la lucha contra la inflación, se sustentó en la adopción del dólar norteamericano como moneda de hecho mediante una ley equívocamente llamada de “convertibilidad cambiaria”, según la cual 1 peso argentino equivaldría a 1 dólar estadounidense por un tiempo indefinido.

Debo mencionar la invalorable ayuda peruana en la guerra de Malvinas, ‘agradecida’ por el presidente Menem, con la venta ilegal de armas a Ecuador, justo en el momento de la guerra del Cenepa.

Digo ‘equívocamente’ porque todo peso argentino es convertible a cualquier divisa en cualquier momento, en realidad, de lo que se trató fue de que esa convertibilidad fuera invariable y sin fecha de vencimiento.

Esto ya fue un error desde el punto de vista económico o al menos no acorde con las otras políticas de liberación de los mercados. Como sea, lo cierto es que los argentinos vivieron (vivimos) sin inflación durante 10 años.

Las Malvinas, el proyecto Cóndor y la traición

Aunque ganó con casi el 50% de los votos en 1995, hubo una serie de hechos que empañaron esa gestión. Se trata de cosas cuya gravedad deben ser recordadas porque en algunas hubo mucha gente inocente muerta trágicamente.

En primer lugar, debo mencionar la invalorable ayuda peruana en la guerra de Malvinas, ‘agradecida’ por el presidente Menem, con la venta ilegal de armas a Ecuador, justo en el momento de la guerra del Cenepa.

Esta venta ilegal incluyó también una triangulación hacia Croacia y Bosnia-Herzegovina, naciones islámicas durante las guerras de la antigua Yugoslavia. Estas armas fueron elaboradas por la empresa argentina Fabricaciones Militares, en la ciudad de Río Tercero, provincia de Córdoba.

Con el objeto de borrar pruebas, se decidió volar la fábrica. La terrible explosión ejecutada el 3 de noviembre de 1995 y cuya intencionalidad fue probada, dejó un saldo de 7 muertos, más de 300 heridos y una parte de la ciudad destruida.

Las demoras y las permanentes obstrucciones y artimañas judiciales, llevaron a que en 2018 (23 años después de la explosión), la Cámara de Casación Penal decidiera en un fallo escandaloso, absolver a Menem y a todos los acusados, argumentando que el tiempo que tardó la justicia en resolver un caso relativamente simple, implicaba una violación de los derechos humanos de los acusados.

Se entiende por qué la ciudad de Rio Tercero es la única que no se adhiere a los tres días de duelo por Menem decretados por el Gobierno argentino.

Para volver a lo de Malvinas, recordemos que la ayuda de Perú, fue solicitada por Buenos Aires durante la presidencia de Fernando Belaúnde Terry (1982), pedido que fue acogido de inmediato.

A esto debe sumarse la permanente intermediación peruana con Washington, las gestiones diplomáticas en la OEA y la indisimulable colaboración del entonces Secretario General de Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar. Por lo menos 10 aviones de la flota de 32 asentados en el Grupo Aéreo N°. 6 de Chiclayo fueron enviados a Argentina.

Varios aviones de carga DC-8, a su vez, hicieron el trayecto Lima-Tel Aviv-Buenos Aires, para el traslado de material bélico. Por su parte, aviones A-37B Dragonfly del grupo 7 de la FAP se trasladaron a la IV Brigada Aérea de Mendoza para hacer ejercicios de recarga con aviones KC-130 y de combate con aviones Douglas A-4 Skyhawk. Todo esto, el presidente Menem lo ‘agradeció’ con la venta ilegal de armas a Ecuador.

A continuación, tenemos el desmantelamiento del llamado Proyecto Cóndor II. El Cóndor era un misil que se desarrollaba desde hacía muchos años, especialmente después de la guerra de Malvinas. En el Cóndor también hubo colaboración con el Perú desde hacía algún tiempo.

Sus antecedentes hay que buscarlos en la labor conjunta argentino-peruana en materia de cohetería con los proyectos Orión, Rigel, Canopus y Castor en los años 70. Fue esta una labor de muchos años que concluyó en el Cóndor II, cuyos objetivos primordiales eran dos: el desarrollo de una capacidad disuasiva mediante un arma capaz de dañar a Inglaterra (se emplazaría en Río Gallegos, a 650 km de las Malvinas) y el desarrollo de tecnología propia para su aplicación en otros campos, por ejemplo, el de la inyección satelital.

Debido a presiones estadounidenses, el entonces presidente Menem, mediante el Decreto Presidencial 995 del 28 de mayo de 1991, declaró el final del proyecto, cosa que fue saludada como “una decisión sabia y prudente, además de un ejemplo para el mundo” por el entonces jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas norteamericanas, general Colin Powell y deplorada por la Fuerza Aérea Argentina.

Estos hechos hacen muy difícil considerar al expresidente Carlos Saúl Menem, como el simpático y ocurrente seductor que a sus 70 años, se casó con una ex Miss Universo, la chilena Cecilia Bolocco, entonces de 36.

Atentado contra judíos

Por último, los atentados contra instituciones judías. El primero de ellos, la voladura de la Embajada de Israel en Argentina, fue perpetrada el 17 de marzo de 1992. Hubo entonces 22 muertos y más de 200 heridos, pero lo peor estaba por llegar.

El 18 de julio de 1994, se ejecutó el atentado terrorista contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita-Argentina). Murieron 85 personas y hubo más de 300 heridos. El brazo ejecutor fue la organización libanesa Hezbolá.

Los funcionarios de Carlos Menem, encubrieron el atentado contra la AMIA armando una causa para imputar falsamente a expolicías de la provincia de Buenos Aires, quienes permanecieron 10 años en prisión.

El juez a cargo de la investigación, Juan José Galeano, fue destituido por haberse comprobado su complicidad con las autoridades del Gobierno menemista. En esa investigación intervinieron a tres fiscales, de los cuales dos fueron acusados de complicidad.

El tercero —libre de sospechas— fue Alberto Nisman, quien llevaba adelante una investigación gigantesca que iba a poner en evidencia muchas cosas, entre ellas las pruebas de que Irán estaba detrás del atentado como autor intelectual.

La trama de todo culminaba con la persona de Cristina Fernández de Kirchner y la de su canciller cuando ella era presidente, Héctor Timerman, un judío a quien no le importó aliarse con los chiítas iraníes para encubrir un turbio asunto gestado, precisamente, durante la presidencia de Carlos Menem.

El fiscal Nisman fue hallado muerto en su departamento el domingo 18 de enero de 2015. El lunes siguiente debía presentar en el Congreso argentino los resultados de su investigación, cosa que nunca sucedió.

En suma, los hechos que acabo de relatar, que se inscriben en una larga lista de hechos igualmente siniestros, hacen muy difícil considerar al expresidente Carlos Saúl Menem como el simpático y ocurrente seductor que a sus 70 años, se casó con una ex Miss Universo, la chilena Cecilia Bolocco, entonces de 36.

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