Un emprendimiento con aroma a fe

Elmer Palacios se preparó tres años antes de formar su empresa

Tiene un café en Vallecito y el éxito alcanzado se lo atribuye a su esfuerzo y a su creencia religiosa.

Gabriel Centeno Andía

Antes de iniciar su negocio, Elmer Palacios decidió realizar un viaje. “Fue un recorrido de bendición”, dice, porque le permitió conocer diferentes localidades del país de la mano de Dios, pero sobre todo a personas tan singulares como el emprendimiento que decidió empezar. Elmer es dueño de un café.

Pero no es cualquier café. Palacios Coffee es una tostaduría de café especial y un ‘coffee shop’ que opera desde el 2013 en la ciudad de Arequipa. Para abrirlo, él y su esposa se prepararon y hasta viajaron a Estados Unidos para conocer cómo funcionaba la industria. 

“Fue todo un proceso previo. Durante nuestro viaje por el país, conocimos la realidad de los productores de café. Luego de ello pude ir al extranjero para capacitarme. Solo cuando entendimos a profundidad sobre la producción e industrialización de los granos, es que fundamos nuestro negocio”, revela, aunque está convencido que detrás del éxito hay algo divino.

Elmer es un militar en retiro que nació en el norte. Muy joven se desvinculó de las Fuerzas Armadas, apenas tenía 27 años. “Luego Cristo entró en mi corazón y al año siguiente conocí el mundo del café en el que me mantengo hasta hoy y que me ha dado muchas satisfacciones”, dice reconfortado.

Cadena de confianza

Cuando estuvieron en San Martín conocieron a Dionicio Aguilar, proveniente de una familia dedicada al café por más de 20 años. Es propietario de la finca La Encañada y fue quien le reveló  parte de la problemática del sector. 

“Me dijo que había cargado un saco de 45 kilos por varias horas para poder venderlo, pero cuando el comprador lo pesó le dijo que solo había 30 kilos y como ya estaba agotado, era tarde y no podía regresar, tuvo que aceptar el bajo precio y venderlo”, recuerda Elmer indignado por el maltrato a los agricultores.

“Yo espero que algún día mi grano caiga en las manos de un tostador y sea valorado”, le dijo como una súplica Dionicio a Elmer. Ahora Dionicio es uno de los principales proveedores de Palacios Coffee, además trabaja con tres fincas más (Las Naranjas, Doña Evangelina y El Ciprés) que se ubican en Puno y Cajamarca. Desde allí, llegan los sacos de café que son procesados y distribuidos en Arequipa.

El secreto de su negocio es la cercanía, “A todos los propietarios los conozco personalmente. Eso es fundamental para mí y para entablar un negocio, tengo que conocer a las personas y al ser humano detrás de cada grano, luego verificar la calidad del producto”, sostiene.

Afortunadamente la pandemia no los afectó, pues las entregas a domicilio las implementaron un año atrás. Solo cumplieron con el cierre del local y luego reactivaron sus actividades progresivamente.

Pero este negocio es un proyecto que se ejecuta por etapas. Por ahora cumplieron la mitad y próximamente esperan iniciar la exportación y hasta intensificar la formación en la cultura del café. Una de las fases finales es la retribución de todo lo recibido a Dios, a través de la labor social.

Ya dijimos que había algo divino en el emprendimiento de Elmer Palacios, y es que no existe una explicación para que este café haya sobrevivido a la pandemia en un lugar donde no suele pasar mucha gente.

EL DATO

Elmer Palacios es un apasionado del café. Es catador internacional de café especial, tostador y barista internacional.

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