Creador de pizzas y oportunidades

Hace 12 años llegó desde Italia para educar a niños de zonas altas y terminó con un negocio de pizzas, ahora capacita a chicos con síndrome de Down para que salgan adelante

Gabriel Centeno Andía

Giancarlo Picciau mantiene el acento italiano pero su forma de hablar es más peruana que cualquiera. Tiene una respuesta para todo y de rato en rato suelta una lisura que seguramente aprendió durante los 12 años que lleva en Perú. 

En nuestro país aprendió la ‘jerga’, se enamoró, se casó, conoció el pisco, aprendió a preparar comida italiana, abrió un negocio, creció su pasión por el ciclismo y se ha vuelto más respondón. Además soporta los embates de la pandemia y hace algunas semanas también lo atropellaron.

Pese a todo lo negativo, asegura que ama el Perú porque le brindó muchas oportunidades e hizo realidad muchas cosas que en Europa solo eran ilusión. “Cuando llegué fue para desarrollar un proyecto social sobre educación con una ONG en Sicuani (Puno). Yo terminé el colegio en Italia con un bachillerato en educación inicial, así que apenas vi la convocatoria en mi país me animé y vine cuando tenía 20 años”, recuerda.

El proyecto terminó y regresó a Italia con la intención de especializarse en una universidad de ciencias sociales para el desarrollo, pero no quiso continuar y retornó al Perú. Su idea era seguir realizando trabajo social pero no había las condiciones suficientes y tuvo que ingeniárselas para emprender.

“Me aventuré y punto. Antes de abrir mi primer negocio no sabía cocinar pero me ayudé con Internet. Creo que mi primer local fue un éxito y la locura me ayudó mucho”, asegura Giancarlo, recordando los primeros años de la pizzería que ya no es suya. Ese conocimiento sobre el negocio le ha permitido abrir un nuevo local hace casi tres años al que llamó ‘Giancarlo autor de pizzas’.

“En el Perú es fácil hacer las cosas porque hay un montón de oportunidades”.
Giancarlo Picciau.

“Es un local más pequeño que el anterior, pero más íntimo. Obviamente lo tuve que cerrar por la pandemia pero de esa situación negativa salió algo positivo e iniciamos nuevas oportunidades de negocio. Afortunadamente no nos fue mal”, señala, pese a que mientras hacía delivery fue atropellado por un auto, pero Giancarlo tiene tanta suerte que detrás del automóvil que lo impactó había una ambulancia que lo llevó al hospital donde estuvo internado 12 días.

Mientras su pizzería se mantuvo cerrada por la pandemia, vendió pizzas crudas a bodegas y pequeños mercados, además invirtió en una similar y pudo afrontar la difícil situación. Ahora continúa preparando pizzas y pastas que entrega por delivery a través de sus redes sociales.

Pizzas muy especiales

Gianfranco era un chico con síndrome de Down que trabajaba en el restaurante de Giancarlo. Era una ‘maquinita’ a la hora de encargarle una labor ya sea en la cocina o en la atención de clientes. 

“Era un buen trabajador al que le gustaba mucho el jamón”, revela con una sonrisa el italiano, sin embargo, recuerda un momento en el que un grupo de personas se retiró de su restaurante cuando lo vieron acercarse con la carta.

“Seguramente he perdido clientes por tener a Gianfranco de mozo, pero no me importa. Creo que el problema es de las personas que tienen prejuicios”, sostiene. Por ese motivo, impulsa un proyecto para formar a jóvenes con síndrome de Down en la atención a clientes y preparación de pizzas para que tengan una oportunidad laboral.

Además, en coordinación con las ONG Hoop y las asociaciones Unámonos y Guías Oficiales Profesionales de Turismo de Arequipa (Adegopa), espera capacitar a los jóvenes en atención a hoteles y centros de información para turistas. 

“Estamos concursando para conseguir financiamiento, pero en caso no lo logremos, haremos el esfuerzo para concretarlo”, afirma con convicción.

Giancarlo comparte su vida con Raisa, su esposa y espera llegar a los 40 años para ‘jubilarse’ o al menos dejar de preocuparse tanto por trabajar para viajar por el Perú y el mundo. Hasta que ese día llegue trabaja como un ‘caballo loco suelto’, buscando la manera de salir adelante, sin dejar de lado su vocación por la labor social. 

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