Navidad en Arequipa, la de ayer y la de hoy

Algunas tradiciones familiares por esta festividad han cambiado y otras se han perdido

Arequipa ha adquirido, como en todo el mundo, nuevas costumbres que se realizan solo para celebrar la Navidad.

Esta fecha es propicia para reunir a las familias, pero más importante es recordar el verdadero sentido de esta celebración, el nacimiento de Jesús.

Gardenia Capa

A días de celebrar la Navidad, las calles de Arequipa se tornan de blanco, verde y rojo, las luces alumbran las ventanas de las casas, los villancicos suenan y algunas familias ya tienen armado su belén. 

El tráfico se vuelve caótico, las compras de último momento estresan a las personas y el último mes del año parece que pasa más rápido que los otros.

Todas estas experiencias han alejado a los arequipeños del verdadero sentido de esta celebración, que es el nacimiento de Jesús y parece que lo más importante es reunirse en familia solo para recibir y dar regalos. 

El teólogo Roberto Lazo y Álvaro Espinoza, historiador y director del Archivo Arzobispal de Arequipa, nos cuentan cómo era y cómo se vivía la Navidad en la Ciudad Blanca, años atrás.

Las primeras celebraciones

Como todos muy bien recuerdan, Arequipa fue fundada en agosto de 1540.  Cuatro meses después se festejó la primera fiesta como ciudad y fue la Navidad.

En esa época según Roberto Lazo, la ciudad ya tenía como vicario a Rodrigo Bravo en la iglesia Mayor, hoy conocida como la basílica Catedral. Además, vivían en Arequipa algunos padres dominicos como fray Pedro de Ulloa, Diego Manzo y Bartolomé de Ojeda, quienes al igual que muchos otros en el mundo, celebraron la Navidad de acuerdo a las tradiciones de la iglesia católica.

“De la Navidad de 1540 hay pocos datos, lo único que se puede deducir es que se celebró según el ceremonial católico. Los sacerdotes tenían que cumplir con la misa vespertina de la vigilia de Navidad, que se celebraba entre las seis de la tarde y la media noche, la misa de las doce y la misa del día 25 de diciembre”, cuenta Lazo.

Sobre las misas, Álvaro Espinoza explica que con el tiempo estas cambiaron de horario, sobre todo la que se debía realizar exactamente a la media noche. Hoy todas las misas de vísperas se realizan antes de las doce para que las familias celebren la Navidad en sus hogares. 

Tradiciones de la época colonial

Roberto Lazo cuenta que en la época colonial de Arequipa, algunas familias del centro histórico vivían con mucha devoción esta fiesta. “En algunas casonas de la ciudad la representación del misterio del nacimiento de Jesús —lo que hoy podríamos llamar simplemente como nacimiento— era expuesta en una habitación exclusiva”, señala.

Las piezas de estos primeros nacimientos tenían un costo elevado, por eso no todas las familias las tenían. El misterio era armado y una vez puesto en la habitación que la familia escogía —en una con ventana a la calle para que la gente pueda observar— no era desmontado durante todo el año, solo se cerraba la habitación hasta la próxima Navidad.

Otra costumbre de aquellos años se realizaba el 25 de diciembre, día principal en que las familias aprovechaban para visitar las iglesias y observar los nacimientos que eran grandes y espectaculares. Las iglesias de San Francisco, Santo Domingo, Santa Rosa y La Merced, eran las más visitadas, al igual que en jueves santo.

Roberto Lazo cuenta que algunos arequipeños mantuvieron esta costumbre hasta los años 70. Ahora, la mayoría de personas aprovechan el 25 de diciembre para descansar o comer los rezagos de la cena navideña y por supuesto, los más pequeños para jugar con sus nuevos regalos.

Niños adoradores del tambo La Cabezona, año 1957. La fotografía fue extraída del archivo Sport Chili: Entre el río, la vida cotidiana y el juego, Loayza, M. Y Subia, C.

Los adoradores y los villancicos

A inicios del siglo XX, montar el nacimiento en casa se convirtió en una costumbre que poco a poco se transmitió a todos los hogares arequipeños. Junto a esta nueva tradición, aparecieron decenas de grupos de ‘adoradores’. Niños y jóvenes se agrupaban, elaboraban algunos instrumentos de manera casera, como los chinchines, e interpretaban un repertorio de villancicos.

Uno de los villancicos que muchos recuerdan es la Huachi Huachi, uno de los pocos cánticos que además era bailado. Los adoradores visitaban todas las noches, los nacimientos de las casas de sus vecinos, desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero, en la bajada de Reyes.

“En Arequipa años atrás, eran los niños los principales protagonistas de la Navidad y asumían la adoración a la representación del niño Dios. Los villancicos que interpretaban eran temas populares que nacían en un ámbito muy familiar. Muchos de esos cantos han desaparecido hoy en día”, cuenta Álvaro Espinoza.

En la actualidad, son muy pocos los grupos de adoradores que salen por las calles y otros solo lo hacen el 6 de enero para vestirse como los Reyes Magos. Algunas familias les dan propinas a los niños o les invitan chocolate y panetón.

Dibujo de representación de antiguos adoradores, del artista arequipeño Leo Ugarte. Fotografía extraída del blog Arequipa Tradicional.
EL DATO
Uno de los villancicos que los niños adoradores de Arequipa cantaban:
A la huachi, huachi, torito (3)
torito del portalito;
a las bolitas pasando,
yo las iré contando.
huachi, huachi, torito,
torito del portalito.
En el portal de Belén hay una rosa hermosa,
Que la plantó san José con su mano poderosa.
Huachi, huachi, torito,
torito del portalito;
a las bolitas pasando,
yo las iré contando.

¿Y el dueño del santo?

Con el paso de los años, las familias arequipeñas adquirieron nuevas tradiciones para la celebración de Navidad. Hoy por ejemplo, el pavo, el panetón y el chocolate, son infaltables en la mesa de Nochebuena, pero antes, recuerda Roberto Lazo, las familias comían pescado.

“Así como ocurría en Semana Santa, los arequipeños también celebraban el tiempo de Navidad. Por eso el 24 y 25 de diciembre evitaban comer carne. Las familias preparaban platos en base a pescado y algunas ensaladas como la de liccha, palta y pallares”, cuenta Lazo. 

Hoy, da la impresión que la Navidad cada vez se reduce más a una fiesta de compras, regalos y comida, pero su verdadera esencia aún se mantiene en muchos hogares de Arequipa, que se reúnen en Nochebuena primero para ‘hacer nacer al niño Jesús’, dar gracias por su venida al mundo y luego, celebrar en familia.

“No debemos olvidar que el principal motivo de Navidad es la venida de Jesús, y es justo que toda esta celebración se debe tornar en él. [Pero] hoy en día esta fiesta se ha paganizado y se ha sustituido lo más importante, [que es] celebrar al dueño del santo”, nos recuerda Roberto Lazo.

En la época medieval ya se presentaba en algunas pinturas la venida al mundo de El Salvador.
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