El alcalde del traje invisible

Ya todos conocen el cuento. Un rey apagado de su imagen recibe a un par de charlatanes que se hacen pasar por grandes sastres y le prometen un traje inigualable por suave, fino y especial. También por ser invisible para los necios y visible para los inteligentes. El monarca aceptó y les dio a estos estafadores todos los materiales que pedían.

Llegado el momento, el rey se presenta ante todos sus súbditos “ataviado” con ropa que no existe. Y como nadie quería quedar como necio y sí como inteligente, aplauden la invisible belleza. Incluso, grandes mentirosos, la describen con detalles y colores. Hasta que un niño los devuelve a la realidad de un solo grito: “Pero si el rey va desnudo”.

La moraleja del relato de Hans Christian Andersen fue actual en 1837 y es actual hoy para cualquiera que desee reflexionar sobre los engaños de la vanidad y del poder.  “Pero si el alcalde va desnudo” pudo haber gritado alguien mientras Alfredo Zegarra subía al estrado durante la inauguración del Congreso de Ciudades Patrimonio Cultural de la Humanidad y hacerle notar que su gestión, en lo que conservación del patrimonio cultural de la ciudad se refiere, es deficiente.

Porque una cosa es embellecer la Plaza de Armas y otra muy distinta tener un plan de conservación de este espacio. Una cosa es peatonalizar un área monumental y otra simplemente cerrar el paso a los vehículos. Una cosa es gestionar patrimonio y otra mandar obreros a resanar veredas. Una cosa es pensar a largo plazo y en el bien común, y otra hacer las cosas apremiado por deseos de notoriedad.

La realidad explota en la cara del alcalde pero su entorno le sigue alabando el traje invisible sin decirle que hay una realidad que no está atendiendo como debe.
El informe de Gestión del Centro Histórico de Arequipa 1999-2015, elaborado por la misma Municipalidad asegura que solo el 25% de obras realizadas en la zona monumental son de restauración. A inicios de su segundo mandato se comprometió resolver este problema, pero nada. Solamente tiene la idea de expropiar casonas y a través de una APP gestionar la refacción y conservación de las mismas. Pero es una idea, como la de su delfinario o los diez puentes que iba a construir en su primer mandato.

El mismo documento asegura que existe una tendencia al cambio de usos de suelo en el Centro Histórico: reducción de la vivienda y aumento de uso comercial y otros. Resolver este punto es un clamor de la Dirección Regional de Cultura pues no se puede proteger una zona monumental solo cerrando calles al tránsito sino logrando que la gente viva allí. Al burgomaestre se le pasa la vida y no tenemos noticias sobre una posible solución a este problema.

El documento también señala, por ejemplo, que son los mercadillos de la calle Siglo XX los que generan un mayor deterioro en el patrimonio monumental de la zona. Sobre esto, un dato emblemático: se sabe por fuentes municipales que cuando una cadena de supermercados le insinuó al alcalde la idea de convertir el monumento de la ex cárcel de Siglo XX en una de sus sedes, a él le pareció una buena idea.

Podemos seguir citando ejemplos sobre demoliciones, remodelaciones y ampliaciones fuera de la ley y con fines comerciales, también hablar del aumento de la contaminación, de la vulnerabilidad de las casonas frente a un terremoto o erupción volcánica, etc., y en todas encontraremos inacción, ineficiencia, desconocimiento o poca voluntad política de parte de la autoridad.

A estas alturas de la gestión municipal se necesita que alguien le diga al alcalde que su traje de autoridad exitosa no existe, que es un invento más cercano de su vanidad y de la adulación de sus funcionarios, incapaces de hacerle notar sus errores. Zegarra está desnudo y no lo quiere reconocer. Las luces azules de la Plaza de Armas lo obnubilan y el fanatismo de sus adulones también.

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