Volvió al karate 40 años después

¿Quién puede dudar de reencontrarse con el primer amor? A los 50 años, el karate le cambió la vida a ella y a su familia, esta es la historia de Verónica Franco

Verónica Franco junto a su hijo José María, practican el Kata, una disciplina que requiere concentración y coordinación.

Juan Pablo Olivares

Verónica Franco hace poco más de un año se reencontró con su pasión: el karate. Desde entonces, es su deporte favorito y lo compagina con su trabajo y faceta de madre.

Verónica se anima a decir que el karate le cambió la vida. A sus 50 años asegura sentirse plena, aunque tenga un día agitado, entre horas de trabajo frente a la computadora y las labores domésticas, nada, casi nada le impide practicar este deporte.

Así, encontró el amor por este arte marcial, que se convirtió en el motor de su vida, haciendo de ella una persona mejor y feliz.

“No sabía que el karate podía generarme tanta motivación y adrenalina. Son sensaciones difíciles de explicar, es una especie de magia”, dice.

Facundo, el hijo menor, le sigue los pasos en este arte marcial.

Deporte en familia

Verónica tuvo su primer encuentro con el karate a los diez años. Su padre la inscribió en el dojo del sensei Mario Ramírez, pero aquella vez su práctica duró poco tiempo. Sin embargo, cuarenta años después, retomó la práctica de esta disciplina deportiva.

En esta segunda experiencia con el karate estuvo acompañada de sus dos menores hijos, José María (14) y Facundo (5), quienes también se pusieron el kimono y se ataron el cinturón.

Lo hicieron de una forma disciplinada y se convirtió en una actividad relevante para sus vidas. De tal manera que, en poco más de un año de entrenamiento, Verónica participó en el torneo International Karate Tournament, en Las Vegas, Estados Unidos y ahora se prepara para su segunda competencia internacional en México, en julio próximo.

Desde hace más de un año, la familia Cossío Franco encontró en el karate su deporte favorito.

Retos y superación personal

Verónica practica el kata, (serie o secuencia de movimientos establecidos) y posee el cinturón verde. Un nivel que requiere de una buena condición física y técnica, y que a la antigua alumna de la Universidad Católica San Pablo, le permite asumir retos y superarse a sí misma.

El karate era lo que le faltaba para ser feliz y estar motivada. Asimismo, para competir, superarse y salir de su zona de confort, la karateka lleva una vida disciplinada y prioriza el descanso y la buena alimentación.

A Verónica no le importa practicar una disciplina deportiva que históricamente fue dominada por los hombres. Ella transmite los valores y aprendizaje que alcanzó a sus hijos, para que sean mejores personas.

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