Juan Pablo Olivares
Eduardo ‘Patato’ Márquez, murió hace siete meses, pero vive en el recuerdo de su familia a través de retratos, historias y anécdotas. Su esposa, Sonia Lazo, de 74 años, rodeada por el cariño de sus hijos y nietos, cuenta que le reza todos los días. Le pide que la ayude en todo y sobre todo, a aceptar su partida. Ella siente que lo escucha.
¿Cómo era su esposo con usted?
Fue una persona maravillosa. Como padre, hijo, hermano, un ejemplo y como esposo un gran caballero protector. Siempre hemos salido adelante los dos. Siempre estaba orgulloso de nuestros hijos.
¿Qué recuerdos guarda de él?
Era muy alegre y jaranero. Le gustaba bailar. Tres días antes de fallecer, tuvimos una reunión familiar en casa; Eduardo presentía su partida, porque bailamos muchas veces la canción “Si tú te vas” de los Ángeles Azules.
¿Ser armaban muchas fiestas en casa?
A ‘Patato’ le gustaba tener reuniones familiares. Siempre cantaba “La malagueña” y también gozaba del karaoke. Su música preferida eran las rancheras y boleros. Se ponía a cantar y bailar.
¿Cómo es este tiempo sin don Eduardo?
Han sido días muy difíciles. Yo no estuve en su entierro, era algo muy fuerte e inaceptable para mí, no estaba preparada. Solo vi su funeral por vídeo y hace poco recién pude visitar su tumba, después de siete meses. Fue una impresión muy fuerte.
Humilde goleador
Eduardo ‘Patato’ Márquez (Arequipa, 1944-2020), fue goleador del FBC Melgar en la década de 1960 y 1970. Era un delantero de baja estatura —pero habilidoso— que le anotó al Santos de Pelé. Con la camiseta rojinegra consiguió los campeonatos de la Primera División de Arequipa en los años 1964 y 1965.
El periodista Jorge Malpartida, en su libro Patato: el goleador humilde que miraba al frente (un perfil sobre el ídolo rojinegro), cuenta que don Eduardo antes de ser delantero fue recogebolas. Además, sostiene que a pesar de todos sus logros, siempre fue un hombre humilde.
¿Fue difícil para don Eduardo ser futbolista?
La infancia de ‘Patato’ fue muy difícil. Él estudió hasta segundo de secundaria en el colegio Independencia y luego se dedicó a jugar. En ese entonces, los profesores querían ayudarlo pero él no quería, me decía que no le gustaba que le regalen las notas. Fue muy humilde.
¿Ganó dinero jugando en el FBC Melgar?
En ese tiempo el Melgar no tenía dinero y el presidente de aquella época, Javier Chirinos, le pagó algo de lo que le debían y como ya teníamos familia, tuvo la propuesta de trabajar en Minero Perú y aceptó.
¿Recuerda cuánto fue el primer sueldo de don Eduardo?
Su primer sueldo fue cerca de 1 000 soles. Antes, los dirigentes tenían que vender sus carros para poder pagar. Eduardo era de las personas que no le gustaba salir mal de los trabajos. Él siempre fue un caballero con el Melgar, a pesar de que aún le deben.
Don Eduardo, ¿jugó en otros equipos?
Mi esposo tuvo la oportunidad de jugar en el extranjero, en el Toluca de México. Ya de casados, vino un representante del equipo mexicano, conversaron con él y se comprometieron en regresar para contratarlo, pero hasta ahora seguimos esperando.
El anotarle al equipo del Santos de Pelé ¿fue una las experiencias más importantes de don Eduardo?
Eduardo solo posó con Pelé para la fotografía del recuerdo, luego no tuvo más acercamiento con el brasileño. Mi esposo sabía que Pelé era una estrella y me decía, “yo recién estoy empezando y defiendo al Melgar”.
¿Le gustaba ser reconocido por la gente y el club?
Él siempre me decía que los reconocimientos se hacen en vida para que uno los goce. Su último homenaje fue en el distrito de Mollebaya. Me preguntaba cómo habría jugado para ser homenajeado. Se sentía orgulloso de los libros que escribieron de él y al final, me dijo que su meta estaba cumplida.