Rodolfo ‘Pollito’ Cahuana, el goleador que dejó huella en el fulbito arequipeño

El exfutbolista consiguió más de diez títulos en el tradicional campeonato de 15 de Enero y participó en la Copa Perú

Juan Pablo Olivares

“El fulbito me dio fama y popularidad, pero no dinero”. Eso es lo que respondió Rodolfo Cahuana, cuando le consultamos sobre su vida y este deporte; y es que hablar de Cahuana, es hablar de uno de los ‘peloteros’ más reconocidos y queridos del llamado fútbol callejero.

“Mi vida fue el fulbito. Las familias enteras acudían a la cancha para vernos jugar, fue la época más bonita que tuve. Fui varias veces goleador”, recuerda.

Rodolfo, conocido popularmente como ‘Pollito’, por su contextura delgada y timidez, es parte de la historia del fulbito arequipeño. Sus goles, amagues, regates; su manera de jugar, sencilla pero eficaz, fue conocida y reconocida por los aficionados arequipeños. Cahuana, también jugó en la Copa Perú.

Con la humildad que lo caracteriza, asegura que el fulbito en Arequipa no tendría el reconocimiento ni la tradición que posee sin el aporte de jugadores de la talla de los hermanos Ernesto y Genaro Neyra, de Martín Gago o Pedro Requena, exfutbolistas profesionales de los cuales aprendió mucho.

A los 18 años de edad, debutó en el tradicional torneo de 15 de Enero con el equipo de Los Pipas. En aquel equipo jugaban Víctor Gutiérrez, Rubén Herrera y el ‘zancudo’ Oviedo. Por jugar un partido recibió 250 soles. Allí empezó su historia en el fulbito.

“En muchos campeonatos, como el de 15 de Enero, debías tener un alto nivel, ya que jugabas y enfrentabas a jugadores con trayectoria y experiencia”, asegura.

Rodolfo es el penúltimo de seis hermanos. Junto a René (ya fallecido), Otto, Nereo y Dante (el último de los varones) y su hermana Lulita como delegada, decidieron sacar su propio equipo de fulbito con el nombre de Villa María del Triunfo, barrio donde crecieron.

Con aquel equipo —recuerda muy emocionado— viajó por diferentes ciudades a jugar. Ganaron el campeonato Inter City, uno de los torneos de mayor aceptación y reconocimiento de Camaná; sin embargo, cuando tenían mayor protagonismo y éxito, algunos dirigentes del equipo decidieron no contar más con sus hermanos, decisión que no aceptó.

“Mis hermanos y yo sacamos otro equipo con el nombre de Yo Villa María del Triunfo, y ‘jalamos’ a jugadores de experiencia como Martín Ramírez, Jorge Choy y mi tío Martín Gago. Cuando salíamos a la cancha, la gente aplaudía y gritaba nuestros apodos [pollito, gavilán] muy emocionada”, cuenta sonriendo.

Ya con experiencia y convertido en uno de los mejores jugadores de fulbito, Rodolfo defendió varios equipos, pero reconoce que fue en el San Jerónimo donde vivió la etapa más bonita como ‘fulbitero’.

“San Jerónimo fue el único equipo que le hizo el ‘pare’ al Focker, que era un equipo prácticamente imbatible en 15 de Enero. Con San Jerónimo fui campeón tres veces y goleador con 34 goles, fue quizás el mejor equipo donde jugué”, relata con orgullo.

Sueño cumplido

Rodolfo confiesa que le gustaba jugar más fulbito que fútbol, sin embargo, confiesa que el fútbol le dio la felicidad más grande de su vida.

En su debut en la Copa Perú (en el año 1990), con el equipo de Aragonés Porongoche de la Liga de Paucarpata, se enfrentó al Alas Doradas en el estadio Melgar. “No te imaginas la emoción y adrenalina que sentí al salir a la cancha, ver las tribunas llenas de gente fue realmente algo increíble”, recuerda con nostalgia.

Ya en el partido, Rodolfo empezó a mostrar sus cualidades. El debut no pudo ser mejor. Luego de gambetear a los defensas, anotó el primer gol para su equipo y lo celebró con los hinchas ubicados en la tribuna oriente. La felicidad era inmensa, pero el Pollito no se imaginaba lo que pasaría.

“Cuando me acerco a la tribuna escucho que alguien me llama, cuando levanto la vista, vi que era mi primo con mi papá. Fue lo más hermoso que me pasó en el fútbol”, relata mientras rompe en llanto.

Y es que su padre nunca fue a verlo jugar, ni mucho menos lo acompañaba a los entrenamientos. Rodolfo cuenta que su papá era poco cariñoso y parco, y siempre se preguntaba por qué actuaba así. “Mi papá era policía y un día le pregunté por qué no iba verme a los estadios y me respondió que él estaba ahí, siempre, vigilando mis sueños”, recuerda.

En su paso por la Copa Perú, defendió los colores del Mariátegui de la Liga de Miraflores, el Independencia del Cercado y Sport Alianza de Mariano Melgar. Se retiró del fútbol macho en el Trilce Olímpico de Paucarpata a los 30 años.

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