‘Palito’ Vera, el defensa que se transformaba en delantero y que le fue fiel al FBC Melgar

Debutó como profesional a los 16 años y solo jugó por el equipo rojinegro

Juan Pablo Olivares

Como si fuese ayer, como si el estadio lo hubiese esperado para volver a jugar al fútbol. Como si no fuera suficiente lo que hizo, Ernesto ‘Palito’ Vera, volvió a recordar su paso por el FBC Melgar y añorar su vida en el fútbol, un deporte que lo hizo conocido y que le permitió salir adelante junto a su familia.

Palito (apodado así por su físico delgado), no era dotado —técnicamente—, tampoco fornido y no tenía un buen juego aéreo; le costaba cabecear, pero todo ello lo compensaba con su simpleza para jugar al fútbol, era rápido, tenía buen remate de larga distancia y proyección.

Cuando el FBC Melgar jugaba de local, Palito era prácticamente un delantero más. Antes de ser defensa, fue delantero y volante, y se convirtió en uno de los mejores y más recordados defensas que tuvo el equipo rojinegro. Marcó un récord en el equipo rojinegro: jugó 16 años ininterrumpidos y con ello pasó a la historia del ‘Dominó’. 

“Aquellos años (los 90), cada fin de semana que Melgar jugaba de local, toda la ciudad era una verdadera fiesta. El equipo tenía diversos jugadores de primer nivel y a los extranjeros se les enseñó lo que significaba el equipo para la ciudad”, cuenta.

Ernesto asegura que la mejor época que vivió con el equipo rojinegro fue en los 90. Melgar se convirtió en un equipo protagonista del campeonato y a pesar de que no consiguió ningún título, clasificaron a una Copa Conmebol. “Y por si fuera poco, todos los equipos que venían a jugar a Arequipa se iban por lo menos con 3 goles”, recuerda sonriendo, como añorando esos momentos.

Sus inicios

Ernesto Vera pasó una infancia muy complicada, se privó de muchas cosas y pasaba navidades muy tristes, pero nada le impidió soñar. De muy joven, jugaba día y noche fulbito con sus amigos de Pablo VI (su barrio de toda la vida) con la ilusión de ser futbolista profesional y jugar al lado de figuras como Raúl Obando o el brasileño Roberto Carlos.

Palito, llegó al equipo rojinegro a los 16 años. Gustavo Merino (entrenador de aquel entonces) lo convocó al equipo profesional. Ernesto había jugado en el Atlético Universidad en segunda división y luego de unos días de entrenamiento, pasó a las filas del equipo titular. 

Debutó en agosto de 1984 frente al ADT de Tarma. Jugó 529 partidos entre oficiales y amistosos y anotó más de 50 goles. Su primer sueldo fue de 250.00 soles al mes, dinero que utilizó para llenar de alimentos la refrigeradora en casa de sus padres. Luego ganó hasta 2 600 dólares mensuales.

“Merino llegó a mi casa para invitarme a entrenar con el primer equipo. Jugué el partido de práctica de central con Víctor Concha. En ese equipo estaba Raúl Obando, el Che Campana y los hermanos Neyra. Después de ese partido, pasaron solo tres días de entrenamiento y firmé mi primer contrato, luego defendí la camiseta rojinegra por 16 años de forma consecutiva”, recuerda Palito Vera.

Con Melgar, tuvo aventuras y experiencias muy gratas. Jugó una Copa Conmebol y fue convocado en tres oportunidades a la selección peruana (en el 87 y 92). Pero también pasó por episodios desagradables. Algo común en el equipo de aquellos años.

En diciembre de 1987 en un partido ante San Agustín, se fracturó el pie. Lo operaron, pero cuando acabó el campeonato y su contrato, la directiva no lo apoyó en su recuperación. 

“Se maltrataba mucho al jugador de Arequipa, mientras que a los extranjeros hasta tenían cocinero y departamentos amoblados. Pero me siento muy contento de lo que hice. Melgar me dio la oportunidad de ser conocido, de hacer muchos amigos que me reconocen por donde voy y esa es la mayor satisfacción que tengo”, sostiene Ernesto.

Mientras charlamos, niños, jóvenes y adultos, levantando la mano lo saludan, “Palito, qué tal, qué gusto verte, un abrazo”. Mientras que Palito, responde sonriente y orgulloso de ser querido por amigos, hermanos del barrio y la gente que lo recuerda.

“Me gustaría que me recuerden como una buena persona, no fui un extraordinario jugador pero si intenté ser una buena persona. El fútbol no solo es patear una pelota, si eres una buena persona y solidario, la gente te recordará”, señala con nostalgia el exfutbolista.

Ernesto Vera se retiró del fútbol profesional a los 32 años y aunque no exigió un partido de despedida o un reconocimiento, le dolió el trato que tuvo por parte de la directiva. No fueron recíprocos con él, a pesar de todo lo que dio al equipo. “Me regalaron un trofeo de sillar que media casi 2 metros y saliendo nomás del club se rompió” recuerda.

Nueva etapa

Ya fuera de las canchas en 1999, Ernesto ingresó a trabajar en el colegio La Salle. Primero como jefe de la Unidad de Fútbol y desde 2011, se dedica a la docencia y a temas administrativos. Cambió el buzo y zapatillas por el saco y la corbata.

El fútbol le cambió la vida. Sin embargo, asegura que no todo es perfecto. Tiene dos frustraciones: la primera es no aprender a tocar guitarra y la segunda, jugar al tenis. Lo ha intentado, pero no ha podido hacerlo. En el amor, tampoco le fue bien.

“Soy casado pero separado, sin hijos. A mis 54 años de edad no le cierro las puertas al amor. Ahora vivo al cuidado de mi padre de 82 años. Mi madre falleció hace 7 años. La felicidad no es completa pero aún así soy feliz”, confiesa.

Así es Ernesto Palito Vera, sincero y humilde. Dice que su vida social es muy reducida, prefiere estar en casa viendo películas o escuchando música. Es un hijo criado a la ‘antigua’. Recién el año pasado se animó y se hizo un tatuaje en la pierna, una pelota de fútbol con el número 13, número que llevó en la espalda en el FBC Melgar.

EL DATO

El exfutbolista estudió hasta el cuarto semestre la carrera de Ciencias de la Comunicación, sin embargo, su pasión por el fútbol hizo que abandone los estudios universitarios. 

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