Juan Pablo Olivares
Fue al cruzar la meta en el puesto 12 de la prueba de marcha atlética en los Juegos Olímpicos de París 2024, cuando Mary Luz Andía Arotaipe aceptó, finalmente, que padecía graves trastornos de salud mental.
La ansiedad, la depresión y el insomnio menoscababan su salud emocional y sus resultados deportivos. Además, sufría taquicardias y se desmayaba con cierta frecuencia. Pensó que ya no podía soportar más desgracias y que los trastornos emocionales no eran algo que afectara a los atletas de élite como ella. Todo lo contrario. De acuerdo con la psicóloga y docente del Departamento de Psicología de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), María Elena Ortiz, los trastornos emocionales en los atletas de alto rendimiento (ansiedad y depresión) suelen ser comunes debido a factores como la presión para rendir al máximo, el miedo a fallar o decepcionar a los demás.
En ese sentido, la psicóloga sostiene que es importante no estigmatizar la salud mental de los deportistas como una debilidad, sino entenderla como una expresión de vulnerabilidad emocional. Es decir, el atleta tiene la capacidad de aceptar sus emociones y reconocer los riesgos que llevan consigo, lo cual le permite crecer tanto en lo deportivo como en lo personal.
“A veces, el valor personal o la autoestima del deportista solo se mide por los resultados o rendimiento y esto le genera un vacío existencial terrible. Por ello, es importante tener un plan de vida más allá del deporte y disfrutar no solo del resultado, sino también del proceso”, sostiene.
El costo del alto rendimiento
Sin embargo, la historia de Mary Luz tiene cola y viene de tiempo atrás. Muy joven, a los 18 años, su vida cambió. Se convirtió en una deportista de élite y clasificó a sus primeros Juegos Olímpicos, en Tokio 2020. En ese entonces, la atleta solo se enfocaba en el aspecto deportivo y se obsesionó tanto que llevó su salud física y mental al límite, sin importarle los riesgos.
No superar sus marcas, no conseguir medallas o, peor aún, no clasificar a las competencias más importantes, era para ella peor que caer en problemas emocionales. Su vida giraba solo en torno a la alta competencia, a los entrenamientos, sacrificios y limitaciones que conlleva ser una atleta de élite.
Maternidad salvadora
Llevó su cuerpo y mente al límite, hasta que Emma Luciana Campos Andía nació para salvar su vida y su carrera deportiva. Sucedió cuando menos lo esperaba. Mary Luz confiesa que la maternidad no fue planificada; incluso los médicos le habían advertido que quedar embarazada era riesgoso porque tenía un ovario con una anomalía que afectaba su fertilidad.
“Mi hija fue mi salvación y una luz en mi vida. La maternidad me devolvió las ganas de vivir y seguir en el atletismo. Ahora estoy bien por ella y para ella”, dice con firmeza.
Si bien solo su entorno más cercano sabía de su embarazo, decidió no hacerlo público. No quería perder el apoyo económico que recibía del Instituto Peruano del Deporte (IPD), a través del Programa de Apoyo al Deporte (PAD). Además, había escuchado muchas veces que no podría ser madre y deportista a la vez; sin embargo, salió adelante.
Motivación especial
Apenas un mes después de dar a luz, Mary Luz volvió a los entrenamientos; y cuatro meses más tarde fue subcampeona panamericana. Desde entonces, la pequeña Emma se convirtió en su compañera de viajes y la motivación ideal para que siga en el atletismo.
“Gracias a mi hija he podido superar en un 80 % mi problema emocional y el 20 % fue gracias a la ayuda profesional que recibí”, sostuvo.
De esta manera, aunque el tiempo no siempre le alcanza para cumplir plenamente su rol de madre y deportista, asegura que está atravesando por su mejor momento, tanto en lo deportivo como en lo personal. Hoy, su equilibrio físico y mental le permite ver su futuro con calma y seguridad.
Apoyo familiar
Felizmente cuenta con el apoyo de su esposo y también atleta olímpico, Luis Henry Campos, quien –si bien admite que en un inicio fue complicado adaptarse a la nueva vida y responsabilidades como padres– se siente satisfecho al ver en Mary Luz el ejemplo de que sí es posible ser madre y atleta de alto nivel.
“La posición de Mary sobre la maternidad ha sido un punto de inflexión para el deporte, en especial para el atletismo. Ahora, en las competencias oficiales se ve a más deportistas mujeres con sus hijos viviendo la maternidad a plenitud”, aseguró.
Objetivo mundialista
Mary Luz asegura haber superado su problema de salud mental y continúa entrenando con miras al Mundial de Marcha, que se llevará a cabo en Tokio el próximo 12 de septiembre. En esta cita mundialista quiere coronarse campeona y subir al podio junto a su hija. También anhela convertirse en medallista olímpica.
Mary Luz se siente plena, mejora día a día en sus entrenamientos y va por más, mucho más. “Quiero estar en el top 5 o top 10 del mundo y creo que lo puedo hacer porque estoy bien, mucho mejor que antes, gracias al trabajo de mi entrenador y psicólogo”, finalizó.