Maratón Virgen de la Candelaria: una carrera llena de historias

Los 42 km encierran un sinfín de relatos de los corredores. El cruzar la meta, a muchos, les cambia la vida para siempre. Aquí te dejamos algunas de las historias más memorables que dejó esta competencia.

La competencia comenzó a las 8 de la mañana. Con las categorías de 5 km, 10 km, 21 km y 42 km; esta última fue la más esperada y emocionante.

Juan Pablo Olivares

La maratón Virgen de la Candelaria, al igual que otras competencias atléticas, está llena de historias inspiradoras y en su edición 36.° (postpandemia), con más de 4000 participantes, no fue la excepción.

Lograr la gloria, o al menos llegar a la meta, no es nada fácil y aquí encontramos atletas con historias de vida, que se animaron a correr por distintas razones, como la de Andrés Flores Quispe (24), quien participó en los 42 kilómetros.

En memoria de sus padres

El relato de Andrés es conmovedor. Fue uno de los últimos en terminar la prueba, y al hacerlo, rompió en llanto. No tenía palabras para describir lo que sentía. No era para menos, corrió en homenaje a sus padres y hermana, fallecidos años atrás por una terrible enfermedad. Sus familiares lo eran todo para él, pero nunca lo vieron correr.

“Estoy seguro de que mis padres y hermana, desde el cielo me apoyaron y me dieron fuerzas para terminar la carrera. Esta maratón queda marcada en mi vida porque por fin pude llegar a la meta”, dijo entre lágrimas.

Cruzar la meta en una maratón te cambia la vida para siempre. Al menos para Andrés así es, ha corrido tres competencias similares y luego de dos intentos fallidos (abandonó la carrera) la tercera fue la vencida.

Y es que, si hay algo que tienen estas competencias de largo aliento, es la incertidumbre, nunca se sabe si llegarás a la meta. Se puede correr a buen ritmo 20 o 30 kilómetros y en los últimos tramos perderlo todo. “Por momentos pensé en abandonar, pero no me dejé vencer. Me siento orgulloso de lo que hice”, confesó.

Andrés Flores, logró el objetivo de culminar la competencia en la categoría de 42 km. La carrera la realizó en memoria de sus padres y hermana.

Trabajo y esfuerzo

Para cumplir con el objetivo de cruzar la meta, Andrés madrugaba todos los días para entrenar por un espacio de dos horas. No podía hacerlo en otro horario, ya que el atleta combinaba su preparación con el trabajo de estibador.

Nadie fue a verlo correr, nadie creyó en él, pero no le importó. Con el objetivo cumplido y con la medalla en el pecho, Andrés partió de regreso a casa, donde vive con sus tíos, orgulloso de sí mismo y con la frente en alto.

Ejemplo de superación

El caso del arequipeño Juan Carlos Abiega (24), es otra de las historias que no pueden pasar desapercibidas. Tal como lo hizo en 2020, Juan Carlos volvió a correr la maratón Virgen de la Candelaria en la categoría de 42 km. El atleta ocupó el segundo lugar con un tiempo de 2 horas 25 minutos.

Abiega, es un claro ejemplo de superación. Durante la semana trabaja como cargador o paleador de material de construcción y los fines de semana corre maratones.

En su trabajo gana entre 30 y 50 soles diarios. Suele ‘lampear’ un volquete de 6 cubos y lo hace en dos horas. Tiene sus manos con ampollas, pero palear por ahora, es su única opción. Además, su trabajo lo toma como parte de su entrenamiento. “Es como hacer un ejercicio de fuerza”, dice sonriendo.

Le gustaría dedicarse al atletismo, a tiempo completo, pero eso para él es imposible. Su condición económica no le permite. Es por ello que participa de carreras pedestres y maratones cada vez que puede. Quiere convertirse en el mejor maratonista y así también poder ayudar económicamente a sus padres y hermanos.

“En esta maratón gané 4 mil soles, pero invertí en indumentaria y alimentación cerca de 2 mil. El resto es para apoyar a mi familia y voy a invertir para seguir preparándome”, aseguró.

Juan Carlos Abiega, consiguió el segundo lugar en los 42 km. El atleta arequipeño, muestra sus manos con ampollas, producto de su trabajo como paleador.

Por el camino correcto

Competir en la maratón Virgen de la Candelaria para Juan Carlos, era demostrarse a sí mismo que, si se lo propone, puede con todo. Sin embargo, el atleta recordó que años atrás su vida estaba inmersa en vicios y en alcohol. “En aquel entonces, si alguien me proponía ser un corredor de distancia, habría pensado que estaba loco”, reconoció.

Pero es exactamente lo que pasó, correr le salvó la vida. En los años en que se dedicó a la práctica del atletismo participó en diferentes maratones y carreras pedestres. Ganó varias de ellas y casi siempre terminó en los primeros lugares.

El atletismo lo ha mantenido sobrio y le dio una nueva vida. “Correr ha sido mi salvación, si no lo hubiera hecho, quizás ahora estaría deambulando en la calle”, confesó.

Hoy, Abiega asegura que el atletismo lo puso en el camino correcto. Está feliz por el momento que atraviesa y la fama que cobró al ser uno de los mejores de la maratón Virgen de la Candelaria.

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