Los Abarca Gonzáles y una vida dedicada al taekwondo

Durante décadas esta familia comparte la pasión por un arte marcial que combina la técnica, táctica y temperamento

La familia Abarca Gonzáles, en su academia de taekwondo King.

Juan Pablo Olivares

En la familia Abarca Gonzáles, en el desayuno, almuerzo, cena de los siete días de la semana, se habla de taekwondo. En la actualidad, salvo Marisela (la madre), todos practican este deporte. “Mi esposa alguna vez entrenó este arte marcial, pero ya se jubiló, ahora es nuestra asistente personal”, dice Joel Abarca, su esposo.

Gerardo tiene 21 años, es el hijo mayor, posee el cinturón negro y es segundo dan. Cintya es la segunda de los tres hermanos, tiene 17 años y es parte de la Selección Peruana de Taekwondo y Belén, la menor, con solo 9 años ya sabe lo que es pararse encima de un tatami y competir en torneos locales.

Técnica y corazón

Los Abarca Gonzáles, comparten la pasión por el taekwondo, pero no la forma de combatir dentro del tapiz. Este arte marcial es la combinación de técnica, táctica y temperamento, además de una adecuada preparación psicológica.

En ese sentido, Cintya asegura que debe concentrarse con el corazón caliente pero la cabeza fría. “Hay que tener mucha personalidad y calma al momento de pelear, porque muchas veces los nervios y la vehemencia te pueden jugar en contra. Soy más de aplicar la técnica y táctica”, sostiene.

Para Gerardo lo más importante es la motivación que te ayuda a salir adelante y ganar un combate. El deportista debe ser perseverante, activar la garra y confianza para lograr el objetivo.

“Gané muchos combates con garra y corazón. El que más recuerdo fue en los Juegos Trasandinos de Chile en 2018. Tuve una lesión en la rodilla y no estaba en las mejores condiciones para pelear, pero gracias a la garra y actitud pude conseguir la medalla de plata” dice orgulloso.

Con objetivos pero sin dinero

Los hermanos Abarca Gonzáles, no se conforman con lo conseguido hasta el momento. Siguen el ejemplo de su padre, quien además de practicar esta disciplina es su entrenador.

Entre sus metas —a mediano y largo plazo— está llegar a los Juegos Olímpicos o alcanzar un título mundial; sin embargo, explican que lograr esta meta es complicado, pues tienen que costear los gastos para los diferentes torneos nacionales e internacionales que sirven para mejorar en el ránquin.

Sacrificios

Por otro lado, la preparación para las peleas requiere de tiempo, concentración y muchos sacrificios. Los jóvenes deportistas explican que la vida de un taekwondista no es como la que muchos creen.

Para Gerardo lo más difícil es luchar contra el peso antes de un combate, ya que en este arte marcial se pelea por categorías. Él pelea en la categoría 54 kilos y para ello debe someterse a una dieta estricta dos o tres meses antes del combate.

Por su parte, Cintya dice que lo más difícil de ser una deportista de alta competencia es —muchas veces— estar alejada de la familia y amigos. “Nosotros también sufrimos lesiones y cambios en nuestro cuerpo, pero si eso te trae alegrías y triunfos, vale la pena”, dice satisfecha.

Academia King

Joel Abarca es quinto dan y fue campeón nacional, regional y metropolitano, se inició en este deporte en 1982 ante la insistencia de su madre. Recuerda que era —al inicio— para saber defenderse y tener más confianza y autoestima.

Cuatro décadas después y a sus 56 años, una edad en la que los taekwondistas ya no quieren saber nada de este deporte (por los golpes, lesiones y dolores de articulaciones), Joel Abarca sigue en la pelea y desde hace 28 años transmite toda su experiencia y conocimiento en su academia King.

En la escuela hay casi cuarenta deportistas. Los más pequeños tienen entre 5 y 7 años y no solo siguen las indicaciones del entrenador, también se fijan en el grupo de los mayores, los de alta competencia.

Futuros campeones

Victoria Vera (que ahora tiene 11), llegó a la academia con 8 años. La llevaron sus padres para que forme su carácter, disciplina y controle sus impulsos ya que era hiperactiva.

“Al principio se adaptó muy bien a la academia. Allí encontró a su familia deportiva y en los tres años que lleva practicando este deporte, participó en diferentes torneos locales y ya es cinturón verde”, dice orgullosa Gissel, su madre.

En la academia King hay un buen ambiente, donde los niños y jóvenes forjan su futuro en este deporte, basado en la responsabilidad y perseverancia, donde la exigencia y alto rendimiento no siempre está reñida con el disfrute.

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