Julio Pérez: el entrenador que formó la generación de oro del atletismo arequipeño

El docente cubano, entrena por más de 20 años a los atletas de élite de la ciudad Blanca y es uno de los mejores del país

Julio Pérez, entrena todas las mañanas en el Estadio Melgar. Fue instructor de grandes atletas olímpicos como Mario Bazán Argandoña.

Juan Pablo Olivares

Julio Pérez llegó al Perú en 1994. Tenía 41 años y nació en Cuba. Es licenciado en Educación Física y Deportes. Es el menor de cinco hermanos y en los años 70 fue atleta y compitió en las pruebas de los 800, 1 500 y 3 000 metros con obstáculos, pero una lesión en los tobillos lo alejó de las pistas.

El inicio

En nuestro país, inició su trabajo en el Club Internacional gracias a un convenio con Cuba Deportes. En ese entonces, el club privado requería de un entrenador de atletismo, y una mala experiencia con un atleta de élite, fue el motivo perfecto para que Pipo, (como cariñosamente lo llaman), busque nuevos aires.

“Pasé por un momento crítico en mi país. Entrenaba a un atleta con mucha proyección, pero en una prueba se lesionó de gravedad y se vino abajo todo el trabajo y eso me afectó psicológicamente”, confiesa.

Luego trabajó en diferentes colegios privados y también fue preparador físico de los equipos de fútbol Deportivo Temperley y Atlético Universidad. En 2001, llegó al Centro de Alto Rendimiento (CAR), donde empezó a trabajar hasta convertirse en uno de los mejores entrenadores del país.

A diferencia de sus anteriores labores, el CAR le dio la oportunidad de trabajar con deportistas de élite, algo que a Pérez le apasiona. “El CAR me dio un segundo aire, una nueva oportunidad de volver a hacer lo que más me gusta. Me devolvió la vida”, aseguró con algo nostalgia.

Etapa dorada

Su etapa en el CAR, empezó con una actitud muy laboriosa y con métodos de entrenamiento que incluían prácticas en las mañanas y tardes. El cubano, es un entrenador que no solo se fija en metas físicas, también es capaz de motivar a los atletas en la búsqueda de su objetivos.

Pérez, dice que el método de trabajo en el atletismo es individual y depende mucho de las condiciones del deportista y su responsabilidad.

El entrenador sostiene, que lo que soñó hacer en el Perú aún no se ha cumplido del todo. A pesar de radicar más de 20 años en nuestro país, nacionalizarse peruano y haber forjado a grandes atletas (a los que denomina la generación de oro) como Mario Bazán, Rocío Huilca, Jessica Quispe, Zulema Arenas, entre otros, lo que busca, es que los atletas tengan mayor y mejor atención de las autoridades.

“Arequipa es una potencia en atletismo, pero no se trabaja como se debe, no hay apoyo y eso afecta al deportista. No pierdo la esperanza de que las cosas mejores por el bien del atletismo peruano”, acota.

Falta de apoyo

Julio recuerda con nostalgia y admiración, aquellos años en los que forjó —quizás— a los mejores atletas de élite de Arequipa, sin embargo, lamenta que ahora el CAR esté prácticamente abandonado. Asegura que si las autoridades siguen pensando en sus intereses personales, la situación se volverá crítica.

“Con todos los años que tengo en Perú, no me siento satisfecho con los resultados. Tenemos más de 180 récords sudamericanos, pero tengo esa desazón que aún no quedamos en la historia de este deporte, es una insatisfacción grande porque he sacrificado muchas cosas como estar lejos de mi familia. El atletismo no es un gasto, es una inversión”, dice algo resignado.

El fin

Ante la falta de apoyo y recursos para los entrenamientos, Pérez se limita a entrenar de manera voluntaria y apasionada por el atletismo. A pesar de las dificultades, el cubano ha forjado a atletas de élite con grandes resultados a nivel internacional. “Pero si las cosas no mejoran y veo que las autoridades no empujan el coche en la misma dirección, tendré que dar un paso al costado y regresar a Cuba”, advierte.

Pérez sostiene que Arequipa es una potencia en atletismo y que no se arrepiente de haber llegado a Perú. Dice estar enamorado de este país y de las condiciones naturales que tiene la ciudad para la práctica de este deporte.

El cubano, es un hombre de carácter fuerte. No le gusta que se metan en su trabajo. Dice que a pesar de que hubo tiempos difíciles y que cometió muchos errores, los resultados siempre fueron lo mejores.

En una mañana fría, Julio Pérez termina una sesión más de entrenamiento en el estadio Melgar y junto a sus atletas, se retira a bordo de su camioneta, vehículo que reemplazó a su tradicional moto. Pérez, con cigarro en mano, dice que ya no está en edad para poner en riesgo su vida encima de una motocicleta. “Desde que me rompí la pierna en un accidente, decidí no correr más riesgos. Ya no estoy para eso”, dice el entrenador cubano mientras despide a sus pupilos.

Salir de la versión móvil