“El fútbol me salvó la vida”

Jesús Arismendi Lazo, el ‘Moncho’, cuenta cómo superó la muerte de sus padres y lo importante que fue el fútbol para salir adelante

Juan Pablo Olivares

En la pantalla de la computadora, en primer plano, Moncho luce tranquilo y feliz. La videollamada se interrumpe por momentos, pero luego retorna su fluidez.

“Pienso qué haré cuando me retire, pero por el momento quiero seguir disfrutando del fútbol y más adelante experimentar otras cosas, pero creo que seguiré ligado al fútbol de alguna u otra manera”, dice Jesús Arismendi a Encuentro.

Sueño cumplido

Con 16 años en la actividad profesional, el futbolista arequipeño, disfruta de cada partido que juega como si fuera la primera vez. El deporte que practicaba por hobby y que luego se convirtió en su profesión, le ayudó a seguir viviendo.

Jesús ‘Moncho’ Arismendi, es joven (tiene 34 años) pero no es nuevo. Desde que debutó en el fútbol profesional (2005), vistió la camiseta de más de diez equipos del fútbol peruano. Digamos que no es el crack que seguro soñaba ser, pero aquel joven que se inició en el equipo de Fogatas de la Liga de Paucarpata, logró jugar en el equipo de sus amores: el FBC Melgar.

“En todos los equipos que jugué siempre intenté dar lo mejor, pero el FBC Melgar está por encima de otros equipos. Pasé muy buenos momentos en el equipo rojinegro”, confiesa.

Gozo y dolor

Arismendi, cuenta que llegó al FBC Melgar a los 17 años y no tardó en firmar un contrato profesional por tres años. Desde ese momento, la vida para el arequipeño, cambió. “Debuté bajo la dirección técnica de Roberto Mosquera, ante la Universidad César Vallejo. El partido se jugó en Arequipa”, recuerda.

De 2005 a 2009, fue integrante del FBC Melgar. Todo marchaba de lo mejor. Era protagonista del equipo rojinegro, tenía el respaldo de los dirigentes y el apoyo incondicional de sus padres.

Pero Moncho, viviría el episodio más doloroso de su vida. A los 22 años, perdió de manera trágica a sus padres. Fueron momentos muy críticos y en los que sentía que no podía más.

“Pasé un momento muy complicado y doloroso con la muerte de mis padres, pero el fútbol me ayudó a salir adelante, a ser fuerte. En un momento tan difícil, ir a entrenar y jugar me hizo ver que podía seguir. El fútbol me salvó la vida”, recordó.

Pegarle al balón fue una contención emocional para Moncho. Fue la terapia que se convirtió en su refugio y lo que necesitaba para superarse. Hoy, doce años después de aquella tragedia, Arismendi hace una reflexión de lo sucedido.

“Todos tenemos una historia diferente en la vida. No podemos ser culpables de lo que hacen nuestros padres o de los errores de los demás. A pesar de todo, yo quise seguir en el fútbol, tener mi familia y me enfoqué en ello. Pude encontrar la paz y tranquilidad para afrontar esa situación tan complicada. Busqué hacer mi propia historia y hacerme un nombre. Hasta ahora, pienso en las cosas que pasaron, pero ya estoy mentalizado en vivir feliz”, asegura.

Ejemplo de superación

Lejos de bajar los brazos y con el apoyo de su familia, Arismendi comprendió que tenía que continuar. Decidió cambiar de aires, dejó el equipo rojinegro y emprendió una aventura por diferentes equipos de fútbol profesional. Jugó en Ayacucho FC, Real Garcilaso, Carlos A. Manucci, César Vallejo, UTC de Cajamarca, Sport Boys, entre otros. Actualmente defiende la casaquilla del Alianza Atlético de Sullana.

“Mi esposa y mis hijos me apoyaron en todo, y arriesgaron todo por mí. Estoy agradecido por ese respaldo”, dice.

De la época cuando dejó al equipo de sus amores y su ciudad natal, para dar el gran salto al éxito y una vida mejor, han pasado más de quince años, en los que aprendió muchas cosas: a respetar al compañero y entender que a veces es más importante que uno mismo, a ser solidario y un buen profesional.

Nuevos retos

Moncho dice que la vida del futbolista es corta. A pesar de que aún piensa jugar uno o dos años más en la élite profesional, ya se va preparando para enfrentar el gran reto de continuar su vida después de colgar los chimpunes.

Descartó ser entrenador, pero sí le seduce la idea de trabajar con menores o también ocupar un cargo directivo. Convertirse en empresario, también es una alternativa.

“Soy un aventurero, tengo un negocio de café donde me va bien. Estoy seguro que incursionaré en muchas cosas”, asegura.

 

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