Don Eusebio Leyva, el delantero que venció el coronavirus a sus 77 años

Debutó en el Centro Iqueño y fue parte del FBC Melgar que llegó a la liga profesional en 1971

Juan Pablo Olivares

Nació hace 77 años. Peón, chofer, taxista y futbolista, Eusebio Leyva (Huaral, 1943) apareció en el fútbol peruano en la época de Teófilo Cubillas, ‘Perico’ León, Ramón Miflin y ‘Pitín’ Zegarra. ‘Chacho’, surgió en la liga de fútbol de Huaral y a la vez trabajaba en la hacienda Pacasmayo (de los hermanos Acuña), pastoreando a los caballos, allá en el norte chico.

En aquellos años la diferencia no solo se marcaba por el talento o la picardía para jugar al fútbol; el que entrenaba y se esforzaba más de la cuenta, tenía como premio jugar en el fútbol profesional y ser reconocido, como don Eusebio.

“Cuando trabajaba en la hacienda y veíamos los aviones en el cielo, les decía a mis compañeros que algún día viajaría en avión y desde lo más alto los saludaría, y mira tú, así sucedió”, recuerda don Eusebio.

Como futbolista profesional, debutó en el Centro Iqueño y luego vistió la camiseta de Alianza Lima (el equipo de sus amores), junto a ‘Perico’ León y Pitín Zegarra, sus ídolos. Recorrió países como Argentina y Venezuela, jugando la Copa Libertadores y fue una de las figuras del FBC Melgar que consiguió la Copa Perú en 1971. Se inició como delantero, pero terminó jugando de volante.

Cambio de timón

Ese es don Eusebio, el delantero-volante que ganaba 100 soles cada fin de semana en el Centro Iqueño y el jugador clave del FBC Melgar, para lograr el ascenso al fútbol rentado. El norteño de nacimiento, pero arequipeño de corazón, que luego de su retiro se dedicó a ser chofer de la Línea 5 y taxista. 

“Cuando uno es joven, a veces no tiene las cosas claras o no piensa en el futuro. Aunque en aquellos años se jugaba más por pasión que por dinero, no supe ahorrar ni aprovechar mejor lo que ganaba”, recuerda con nostalgia.

Chacho llegó al FBC Melgar en 1968. Al año siguiente, el dominó perdió la Copa Perú ante Carlos A. Manucci. En aquel partido, Leyva perdió un penal, pero se cobraría la revancha en el 71. Ese equipo, con figuras como Ponce Arroe, ‘Patato’ Márquez, César Ticona, Ruffo Fernández, entre otros, llegaron al fútbol profesional tras empatar 1 a 1 ante el CNI de Iquitos.

Retirado del fútbol, don Eusebio, tuvo que trabajar. Lo hizo de chofer de maquinaria pesada en la mina Tintaya, también manejó un ómnibus de la Línea 5 y finalmente trabajó como taxista. Su familia, no solo podía vivir de los recuerdos del futbolista. La necesidad, exigía seguir trabajando, aunque no precisamente en lo que más le apasionaba.  

A los 77 años venció el coronavirus

Pero el trabajo del ‘Chacho’ se interrumpió. El exfutbolista contrajo el COVID-19 a sus 77 años, poniendo en jaque y alerta a sus familiares y amigos. 

Fueron días difíciles. ‘Chacho’ dice que su hija Yelka lo llevó al hospital, estaba desorientado e intentó regresar a casa, pero la situación empeoró y tuvo que estar hospitalizado y conectado a un tanque de oxígeno. 

Sin embargo, don Eusebio no estaba solo. Sus excompañeros, amigos y familiares le ayudaron. Así y tras varias semanas de angustia e incertidumbre, Leyva ganó el partido más difícil que le tocó jugar. 

“Mi hija me dice que estaba muy mal. Incluso me dijo que usaba pañales descartables. Imagínate hasta qué situación llegué; me faltaba el aire. Yo traje el virus a la casa, fui irresponsable al no acatar las medidas que dio el Gobierno. Ahora todos los días tomo pastillas y no me dejan salir ni a la puerta”, confiesa.

Su fortaleza

Hoy, en la tranquilidad de su hogar y la compañía de sus hijos Yelka y Lalo, escucharlo hablar de su recuperación permite descubrir el secreto de su lucha, de su guapeza y de su valentía para vencer el COVID-19: el amor por su familia. 

En las fotos que hoy conserva, don Eusebio recuerda con algo de nostalgia, su paso por el fútbol. Leyva, era de aquellos que jugaba por pasión y diversión.

El exfutbolista habla poco con los periodistas y no ostenta sus logros, pero eso sí, mientras charlamos, su sonrisa y sus gestos muestran la alegría propia de aquellos que saben que alguien lo reconoce y se acuerda de él.

Así de humilde y orgulloso se muestra Eusebio Leyva. Mientras nos despedimos, nos dice, le avisemos cuando salga la nota publicada. Quizás son pocas las líneas que escribo a pesar de los 30 minutos que hablamos y tal vez, en esta ocasión lo más importante no sea lo poco que dice sino lo mucho que enseña, don Chacho…

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