Dementones, el gimnasio del pueblo

Esta es la historia del gimnasio más antiguo y popular de Arequipa

Juan Pablo Olivares

Esta es la historia de Dementones, un gimnasio con más de 50 años que, en su mejor época, albergó a cerca de mil deportistas. Max Arce del Carpio, lo fundó con la finalidad de ayudar a personas de bajos recursos económicos, ya que, en aquel entonces, por su alto costo, este tipo de establecimientos no estaban al alcance de todos.

Actualmente, es el gimnasio más antiguo de Arequipa y está ubicado en la segunda cuadra de la calle Quinta Romaña, en el Cercado de Arequipa.

Sus inicios

Arce cuenta que, al principio, el ingreso era gratuito. El único requisito era ser una buena persona y querer ser un gran deportista. “Abríamos las puertas a las seis de la mañana y la gente madrugaba. Hacían colas para ingresar y ser los primeros. Muchos lloraban porque sentían que Dementones, era parte de su familia”, recuerda con nostalgia.

Al local llegaban todo tipo de personas: profesionales, oficinistas, obreros y personas que, hicieron historia en el deporte a nivel local y nacional, como el boxeador, Víctor ‘Chocolate’ Torres, los campeones del FBC Melgar de 1971, entre otros.

Fue tanta la acogida, que se vieron obligados a cobrar veinticinco soles mensuales, debido a que varios asistentes, necesitaban más y mejores instructores para su preparación. “De los pagos que hacían, nos quedaba un remanente que lo invertíamos en las mejoras del local”, aclara.

El deporte, su pasión

Max Arce, a sus 82 años de edad, estudió cuatro carreras profesionales: Relaciones Industriales, Derecho, Antropología y Pedagogía, todas las terminó, pero no quiso ejercerlas; Arce era un fanático de los deportes, practicó el básquet, natación, ajedrez y fútbol, incluso jugó en el FBC Piérola.

“Nunca trabajé, pero siempre fui un ‘ocioso’ activo en el deporte. Mis padres me dejaron una herencia que me permitió dedicarme a esto y hacer realidad Dementones, de lo contrario, habría sido imposible”, puntualiza.

Sonriendo, confiesa que siempre tuvo la idea de abrir gimnasios en todo el país sin ningún costo al público. “Eso solo habría sido posible con la ayuda de las autoridades, pero a mi edad, creo que ya no será posible”, lamenta.

Al inicio, sus padres no estaban de acuerdo con las ideas estrafalarias que tenía, sin embargo, su nombre y el del gimnasio, aparecían en los diferentes medios de comunicación, desde entonces, sus padres lo apoyaron. Especialmente su madre, quien fue la que propuso el llamativo y curioso nombre al gimnasio.

“De joven entrenaba junto a unos amigos y primos en la parte trasera de mi casa y cada vez que lo hacíamos, mi madre, desde el balcón exclamaba, ¡qué hacen estos dementones! Fue así que nació el nombre del gimnasio. Fue algo anecdótico”, recuerda. 

Futuro incierto

Con el gimnasio en pausa por el coronavirus, Arce teme que no vuelva a reactivarse, ya que necesitaría 800 asistentes para que se pueda autofinanciar.

Pero eso no es lo que más le preocupa. Su avanzada edad y no tener a ningún familiar que le apasione el deporte como a él, le hace sospechar que, el día que muera, Dementones desaparecerá. “Quizás mi hija lo convierta en un gimnasio con fines de lucro, como los demás, pero ya no sería lo mismo”, advierte.

A pesar de lo que pueda pasar, Max Arce, vive tranquilo al saber que, cumplió con el sueño de servir a los demás.

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