En el 2011, el exfutbolista sufrió un derrame cerebral, pero su recuperación es una verdadera muestra de cómo enfrentar la vida en situaciones adversas.
Juan Pablo Olivares
El ‘Che’ Emilio Campana, afronta la cuarentena en compañía de su esposa y familia. El exarquero del FBC Melgar (de 73 años), dice que cumple una estricta rutina diaria que prescriben sus hijos para combatir el COVID-19, pero sobre todo, se aferra a sus creencias religiosas.
Campana, inició su carrera como futbolista en el Perú en 1974, defendiendo la casaquilla del Piérola para luego hacer historia con el club melgariano en 1981.
“En estos días de ‘encierro’ me he acercado más a Dios. Un amigo de la Comunidad Cristiana de Arequipa me regaló una biblia y desde entonces he leído todos sus pasajes. Ahora, todos los días rezo y he aprendido el catecismo”, dice emocionado don Emilio.
El exfutbolista sostiene que lo más triste de sobrevivir a esta enfermedad es no poder salir de casa, sin embargo, también le permitió ver la realidad, el comportamiento de la gente y ser más humanitario. El Che, se refirió también a la cuarentena como una gran oportunidad para disfrutar de los momentos en familia, algo que la rutina y el fútbol, en algunas ocasiones hacen olvidar.
Al pie del Misti
Jorge Emilio Campana, nació en Argentina el 21 de noviembre de 1947, en sus inicios como futbolista quiso ser delantero, pero su ‘puntería’ no era la mejor, por lo que con el tiempo descubrió que su futuro estaba en el arco.
A los 26 años, Campana se aventuró a jugar fuera del país y fue el Piérola el equipo que lo adoptó, pero sus buenas actuaciones y condiciones para el puesto hicieron que el FBC Melgar ponga los ojos en el argentino.
Sus primeros años con el Melgar no fueron los mejores. En aquel entonces, disputaba el puesto con los arequipeños Reynaldo Rivero y Jesús ‘Huevo’ Oviedo, pero el argentino, gracias a sus características —entre las que sobresalían el arrojo y su don de mando— se convirtió en uno los pilares del equipo rojinegro que consiguió el primer título nacional en 1981 ante Sporting Cristal.
Para Campana aquel partido ante los celestes fue el más importante de su carrera. “El FBC Melgar, era un equipo humilde pero con mucha ambición, mientras que el Sporting, tenía uno de los presupuestos más grandes del campeonato. El equipo rojinegro no era un equipo de estrellas pero tenía al Che Campana, un arquerazo”, dice sonriendo.
“La cábala de ese y todos los partidos era fumar un cigarrillo al inicio y en el intermedio de cada partido. Lo hacía para asentar los nervios, me iba al baño mientras se daba la charla luego de darle unas dos o tres piteadas lo apagaba. Me hacía sentir bien y me daba resultado”, confesó Campana.
Don Emilio recuerda aquella tarde en el Nacional, el empate ante Cristal era suficiente para alcanzar la gloria. Pero su expulsión hizo que el ‘dominó’ sufriera más de la cuenta para cumplir con el objetivo. La resistencia rojinegra fue férrea y alcanzó para ser campeones. Al regresar a Arequipa aquella noche del 31 de enero de 1981, el Che era cargado en hombros y se daba un baño de fama y popularidad.
Con fama y sin dinero
Emilio Campana es un personaje que siempre disfrutó del fútbol, pero también de la fama que daba el mismo. El exarquero asegura que pudo ganar mucho dinero con el fútbol, pero no supo ‘asegurar’ económicamente a su familia y aunque no se arrepiente de nada, la situación hubiera sido diferente.
“No sabía ahorrar, el dinero que tenía me lo gastaba en comprarme lentes de marca, relojes. Me gustaba andar bien vestido, como todo argentino”, confiesa Campana.
En el 2011, el Che pasó por momentos difíciles de salud; el exfutbolista sufrió un derrame cerebral que lo postró en una cama de hospital, sin embargo, desde aquel instante se dio cuenta de la nueva oportunidad de vida que le dio Dios.
Ahora, en la tranquilidad de su casa, disfruta de la madurez de sus hijos Jorge Omar y Analí Verónica, junto a la compañía de su esposa Margarita Martínez con la que lleva casado 36 años.
El Che, sin soberbia, sin subestimar la situación, con tranquilidad y con respeto dice que la religión es el consuelo al que recurrió para enfrentar esta pandemia. “En estos tiempos he fortalecido mi fe en Dios, no gozo de cosas materiales pero mi familia y mi salud es lo que más valoro en estos días” sentencia muy tranquila.
La religión es el consuelo al que recurren muchos en esta pandemia. El temor al coronavirus acercó a mucha gente a Dios y don Emilio es una prueba de ello.