Juan Pablo Olivares
Alfredo Salinas Urday esperó cumplir 74 años de edad para reencontrarse con su familia, en la ciudad de Lima. Fue en plena pandemia, porque su salud empezó a jugarle en contra. El popular “Chino”, padecía de diabetes y en los últimos años de vida, el alzhéimer empezó a robarle sus más preciados recuerdos. No obstante, cumplió con casi todo lo que se propuso; fue un hijo responsable, fue futbolista amateur y profesional, además, enfrentó nada menos que a Pelé y Garrincha.
Fue también un gran emprendedor y negociante. Se casó con Nelly Morales, tuvo dos hijos, Alfredo y Mariela, y en 1971, cumplió su más grande sueño: ser campeón de la Copa Perú con el FBC Melgar.
Reconocido y admirado
En 2021, regresó a Arequipa para recibir el homenaje por parte de la institución rojinegra, al recordarse los 50 años de aquella hazaña. Para Salinas, era la oportunidad perfecta para reencontrarse con sus compañeros y revivir aquella gesta.
Pantalón de dril, camisa planchada, chompa y zapatos perfectamente lustrados, era el atuendo que lo caracterizaba, y con los recuerdos e ilusión como único equipaje, regresó a Arequipa, la tierra que lo vio nacer.
“Cuando recibió la invitación, no lo dudó. A pesar de su delicado estado de salud, decidió viajar, fue sin duda, una de las mejores aventuras de su vida”, dice Alfredo Salinas Morales, su hijo.
Alfredo Salinas, era de contextura delgada y de un 177 cm de estatura. No tenía la pinta de futbolista, pero sobresalió en el deporte rey, y le dejó una gran lección a su familia. “Lo definimos como una persona luchadora y humilde, nada más”, asegura orgulloso su hijo.
Rojinegro de corazón
Aunque en los últimos años caminaba y hablaba más pausado, como recordando el camino recorrido, era claro y contundente al contar su etapa de futbolista.
Cuenta Alfredo Salinas Jr., que antes de vestir los colores del FBC Melgar, fue llamado por Universitario de Deportes junto a Fernando Cuéllar, pero sólo aguantó un mes en Lima. Sin pensarlo dos veces, se escapó y regresó a Arequipa.
“Mi papá nunca quiso dejar Arequipa. Era una persona muy arraigada a sus tradiciones. Era muy regionalista”, relata su hijo.
Aguerrido y veloz
Reconocía que no era muy dotado técnicamente, pero lo compensaba con su velocidad y actitud aguerrida dentro del campo de juego. Era un defensa que dejaba pasar el balón o al jugador, pero nunca a los dos.
Tenía también un buen salto, era un gran cabeceador y de una excelente proyección. Era rapidísimo y no era para menos, el campeón rojinegro fue un atleta que destacó en pruebas de velocidad. Fue campeón en los 400×40 en el colegio Independencia Americana. También practicaba el tiro deportivo.
Aunque su posición natural era de defensa central, aprendió a jugar de lateral izquierdo siendo diestro. No pudo y tampoco quiso jugar en otro equipo que no sea el FBC Melgar. “Porque siempre decía que no había nada mejor que vivir en Arequipa”, recuerda Alfredo Jr.
Carrera corta
Pero don Alfredo, un hombre al que le gustaba el rock, las baladas en inglés, que coleccionaba long plays (LP) y se deleitaba leyendo historietas de cowboys y viendo películas de acción, tuvo que abandonar el fútbol muy temprano.
“Fue a los 25 o 26 años, no más. Su carrera de futbolista fue muy corta”, recuerda su hijo.
El “Chino” tuvo que decidir entre el fútbol y la estabilidad económica de su familia y eligió la segunda opción. En ese entonces, tuvo a su hija Mariela y aceptó una propuesta de trabajo en el área de logística de una minera.
“Mi padre me contaba que fue una decisión difícil, ya que le apasionaba jugar al fútbol, pero no podía permitir que su familia pase problemas económicos como él en su niñez y juventud”, señala Alfredo Jr.
La infancia de Alfredo “Chino” Salinas fue precaria. Su padre fue zapatero y el encargado de fabricarle los zapatos para el colegio, que también usaba para jugar fútbol en la calle o donde se le antojaba. Su madre vendía pan en el mercado.
Pese a todo, el “Chino” Salinas logró ser parte de la historia del FBC Melgar. El pasado 5 de mayo, a los 78 años de edad, partió a la eternidad con el reconocimiento de los hinchas y aficionados del FBC Melgar, equipo al que defendió por muchos años y en el que nunca se sintió un ídolo, pero sí un referente.