Vigencia y actualidad del canto gregoriano

El canto gregoriano ha acompañado durante siglos la celebración litúrgica.

Javier Gutiérrez Fernández–Cuervo

En la tradición y la vida de la Iglesia, el canto sacro ha estado siempre presente. Tanto es así, que llega a hundir sus raíces en el Antiguo Testamento, donde se nos muestra, por ejemplo, el libro de los salmos, o el cántico del pueblo de Israel al cruzar el mar y librarse de los egipcios.

Incluso podemos inferir, aunque no haya testimonio escrito, que Jesús mismo cantó los salmos y los himnos propios de los ritos y las celebraciones de su tiempo y lugar.

Sin embargo, en el catolicismo existe un paradigma de canto sacro que sobresale en una posición eminente por encima del resto: el canto gregoriano. Al respecto, nos preguntamos: ¿sigue vigente?, ¿cuál es su situación hoy en la Iglesia?

El canto en la Iglesia

Si recurrimos a textos oficiales de la Iglesia, frente al resto de géneros de música sacra que conocemos y que rigen la mayoría de nuestras celebraciones litúrgicas, el canto gregoriano no solo mantiene su vigencia, sino que tiene una posición privilegiada. La misma Ordenación General del Misal Romano nos indica:

“En igualdad de circunstancias, dese el primer lugar al canto gregoriano, ya que es propio de la Liturgia romana. De ninguna manera se excluyan otros géneros de música sacra, especialmente la polifonía, con tal de que sean conformes con el espíritu de la acción litúrgica y favorezcan la participación de todos los fieles”.

Para entender este párrafo, valga la aclaración: la opción preferencial es el gregoriano. No es el único válido, por supuesto, pero sí el primero a valorar. De cada uno de los cantos de los demás géneros habrá que hacer una valoración específica para ver si es o no conforme con el espíritu de la acción litúrgica, y si favorece o no la participación de todos los fieles. Pero el gregoriano es preferente porque ya ha sido cribado a lo largo de los siglos y es universal: el Tantum Ergo de la adoración eucarística es el mismo aquí y en todas partes.

¿Pasado de moda?

Se podría decir que, a efectos reales, el gregoriano no se escucha —para nada— en la mayoría de las parroquias.

¿Cuáles son los argumentos más comunes para que en las parroquias se torne la excepción en norma y se olvide el canto gregoriano? Básicamente, dos: que el gregoriano no se entiende y que no es tan atractivo como el canto moderno. Sin embargo, de nuevo la misma Ordenación General del Misal Romano nos responde a esto de modo magistral:

“Como cada día es más frecuente que se reúnan fieles de diversas naciones, conviene que esos mismos fieles sepan cantar juntos en lengua latina, por lo menos algunas partes del Ordinario de la Misa, especialmente el símbolo de la fe y la Oración del Señor, usando las melodías más fáciles”.

Así, ante el argumento de que el latín es arcaico y no se entiende, resulta que la Iglesia nos demuestra que, justamente, si se le diera el papel preferencial que ha de tener, se entendería en todo el orbe porque es universal, y se podría ir a cualquier Misa de rito romano y entenderse con un polaco, un chino, un congolés y un angloparlante.

Importante (como llamada)

Más que una crítica hacia los responsables de los coros parroquiales, esto ha de verse como una llamada a cada uno de nosotros. Desde el papel que tengamos en la parroquia, podemos rezar y hacer lo que esté en nuestras manos para que, por la comunión de los santos, las parroquias retornen día a día hacia lo que la Iglesia, en su bimilenaria experiencia y tradición, propone como mejor para cada uno de nosotros, también en el canto sacro.

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