Antonio Gutiérrez de la Fuente, un prefecto bolivariano para Arequipa

Su designación permitió la construcción del puerto de Islay, la creación del Colegio Nacional de la Independencia Americana y la Universidad Nacional de San Agustín

Antonio Gutiérrez de la Fuente (1796-1878), político y militar nacido en Tarapacá, segundo prefecto de Arequipa.

Víctor Condori
Historiador

Cuando llegó al Perú el Libertador Simón Bolívar, en septiembre de 1823, se encontró con una situación política bastante desalentadora. Esta realidad no sólo se debía a las últimas derrotas militares sufridas a manos de las fuerzas realistas o el notable enfriamiento de los sentimientos independentistas en buena parte de la sociedad limeña, sino, sobre todo, a la secesión provocada por el expresidente José de la Riva Agüero.

El exgobernante, luego de ser destituido por el Congreso, se dirigió a la ciudad de Trujillo, donde estableció su nueva capital, al contar con el apoyo de algunos congresistas, jefes militares y la novel escuadra peruana.

Y como si esto no fuera suficiente, Riva Agüero buscó entrar en conversaciones con el virrey La Serna, a fin de establecer una monarquía en el Perú, siguiendo el modelo planteado por San Martín; pero, a decir de la propaganda bolivariana, se trataba de una “conspiración” que buscaría, ante todo, lograr la expulsión de las fuerzas colombianas.

Con el objetivo de eliminar definitivamente dicho obstáculo, Bolívar lograría convencer del supuesto peligro que se cernía sobre la causa independentista a uno de los hombres cercanos al expresidente, el tarapaqueño Antonio Gutiérrez de la Fuente, entonces coronel y jefe del regimiento de Coraceros de la Guardia.

De este modo, la noche del 25 de noviembre de 1823, al frente de un grupo de soldados y oficiales apresó a Riva Agüero, “lo mismo que a varios generales y otras personas, posesionándose él de la prefectura y comandancia general del departamento, que un cabildo abierto tuvo que encomendarle”.

En compensación a sus servicios, el gobierno de Lima ascendió a Gutiérrez de la Fuente al grado de general de Brigada y le encomendó la Intendencia de Trujillo primero y posteriormente, la comandancia del Ejército del Sur acantonado en la provincia de Ica; en cuyo puesto, se encontraría durante la campaña final de la guerra de Independencia.

A pesar de no haber peleado en las batallas más importantes de 1824, Junín y Ayacucho, fue considerado para el reparto de la bonificación de 20 000 pesos a los vencedores de esta última contienda, igualmente, para la medalla de honor otorgada por el Libertador.

Luego de la firma de la Capitulación, el general Sucre nombró los primeros prefectos para los departamentos de Cusco, Puno y Arequipa, con el objetivo de tomar el control de aquellos territorios. En el caso de Arequipa, el cargo recayó en el coronel Francisco de Paula Otero, natural de Jujuy y líder de las partidas guerrilleras del centro.

El nombramiento como prefecto

El nombramiento de Otero para Arequipa, según parece, tenía sólo carácter provisional, pues en la Gaceta del Gobierno del 6 de febrero de 1825, el Libertador había decretado el nombramiento del general Gutiérrez de la Fuente para el cargo de prefecto de Arequipa, mientras Otero, sería enviado al departamento de Huánuco.

Al final, la deficiente administración del prefecto Otero contribuiría a acelerar su reemplazo y a afianzar una imagen negativa sobre su persona, que sería convenientemente utilizada por la dictadura bolivariana para justificar su posterior marginación.

Así, antes de iniciar su marcha triunfal por las provincias del sur, en marzo de ese año, el Libertador escribió a Gutiérrez de La Fuente, quien por entonces se desempeñaba como comandante militar de Ica, solicitándole esperar su llegada unas semanas más, “entonces tendré el gusto de llevarlo en mi compañía a Arequipa a hacerse cargo de la prefectura de su hermosa patria”.

Hasta la salida de Bolívar del Perú (1826), el prefecto Gutiérrez de La Fuente pagaría con creces toda aquella confianza depositada y gracias a su infatigable actividad, llevada a cabo con celosa responsabilidad, compromiso y sobre todo lealtad, pudo sacar adelante con relativo éxito, las políticas gubernativas en nombre del Libertador.

A final, gracias a esta desatacada labor, sería recompensado no sólo con la amistad del héroe venezolano, sino con el grado de general de División, en julio de 1825.

La tesorería departamental

Entre las múltiples ocupaciones del nuevo prefecto, el velar por el estado de la tesorería departamental constituyó una permanente preocupación, tanto por la necesidad de mantener al día las remuneraciones, como para poder enfrentar los requerimientos de un ejército de más de 3000 soldados colombianos acantonados en la región, relacionados con la provisión de alimentos, la confección de uniformes y el suministro de medios de transporte, terrestre y marítimo, a causa de su permanente movilización.

Además, el prefecto estaba obligado a remitir mensualmente la suma de 35 000 pesos, de los fondos de la tesorería principal, “con el fin de pagar a los inválidos del ejército de Colombia que se hallan en Lima”.

Tales remesas, serían solicitadas hasta el último día de la presencia del ejército colombiano en el Perú. Así, en carta fechada en septiembre de 1826, el Libertador le escribía a Gutiérrez de La Fuente:

Mi querido general…le recomiendo a Usted que envíe a Lima todo el dinero que pueda para pagar a los colombianos, Usted ha sido siempre decidido por ellos; y los ha servido con preferencia y con generosidad. Continúeles Usted su protección.

De otro lado, fue igualmente muy activa la labor del prefecto en la promoción de obras públicas y de infraestructura relacionadas con el desarrollo del comercio y el bienestar de la población.

Las actividades de fomento

Luego de la apertura del puerto de Quilca, a Gutiérrez de la Fuente se le encomendó la búsqueda de un lugar en la costa arequipeña, destinada a la fundación de una ciudad marítima.

Precisamente, fue él quien propuso la caleta de Islay como reemplazo de Quilca en enero de 1826, y durante más de un año, desembolsó importantes cantidades de dinero para la compra de materiales y el pago de los obreros dedicados a la construcción de oficinas, almacenes y un pequeño muelle.

De manera simultánea, Gutiérrez de la Fuente había venido duplicando sus esfuerzos en pro de la habilitación del puerto de Arica y la construcción de un moderno muelle de desembarco, que sería bautizado con el nombre del Libertador.

Como complemento al desarrollo de ambos puertos, el prefecto de Arequipa, junto a sus homólogos de Cusco y Puno, recibieron el encargo para la construcción de un camino carretero con el objetivo de unir los tres departamentos.

Además del impulso del comercio, el prefecto adoptó importantes medidas de control y erradicación del contrabando, con ese fin, buscaría la colaboración del comandante militar del sur, general Jacinto Lara, a fin de utilizar partidas militares en la tarea de vigilancia de las costas arequipeñas.

Con respecto a la población de la ciudad de Arequipa, tan afecta a concurrir a algunos manantiales cercanos, convertidos a fuerza de costumbre en centros de recreación y sanación, gracias a la existencia de aguas mineralizadas y termales, el prefecto decidió habilitarles dos baños en Sabandía y arreglar el pozo de Jesús.

Acerca del balneario de Yura, ubicado a 15 km al norte de la ciudad de Arequipa, la máxima autoridad departamental mandó a hacer un detallado estudio sobre las propiedades de sus aguas entre los doctores Juan Manuel Vargas y José María Adriazola. Además, ordenó arreglar el camino que lo unía con la ciudad y de manera complementaria, mandó a construir, “un edificio público en medio de los baños de azufre y hierro”.

Las instituciones educativas

Sin embargo, el mayor aporte a la sociedad arequipeña presente y futura, estuvo relacionado con el surgimiento de las dos instituciones educativas más emblemáticas de la ciudad, el Colegio Nacional de la Independencia Americana (1827) y la Universidad Nacional de San Agustín (1828).

Cabría recordar que, en los inicios de su gobierno, Gutiérrez de La Fuente buscó promover la expansión de la Academia Lauretana de Ciencias y Artes de Arequipa antes de crear otra institución, pero, será a partir de una carta enviada por el Libertador desde la ciudad de Puno, en agosto de 1825, que terminaría reorientando sus actividades y necesidades.

En ella, el Libertador le exhortaba a proponer, junto a otros ciudadanos e instituciones, “los establecimientos de ciencias y artes…que contribuyan al adelantamiento y felicidad del departamento”.

De ese modo, y por los próximos dos años, los esfuerzos del prefecto se dirigieron principalmente a la organización, financiamiento y apertura de las instituciones antes mencionadas. Contando con el apoyo del gobierno de turno, de reconocidos vecinos y algunos miembros de la Academia Lauretana de Ciencias y Artes de Arequipa.

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