Un paseo por los tambos

Tambo La Cabezona, uno de los más emblemáticos de la ciudad.

Rafael Longhi Saravia

¿Sabía usted, estimado lector, que durante la época virreinal en Arequipa el espacio abierto de la hoy denominada plaza de Armas era nada menos que el centro de abastos de la ciudad, es decir, el mercado principal?

Pues sí, efectivamente lo era, y probablemente cualquier ciudadano de aquel entonces se sorprendería enormemente al verla tal como luce ahora: despejada, provista de áreas verdes destinadas al solaz de los transeúntes.

Las plazas mayores en las ciudades hispanas de América eran el epicentro de la vida citadina, el cotilleo doméstico, el espectáculo público, las ceremonias religiosas, los anuncios oficiales y, desde luego, el comercio de productos. Era la plaza, por consiguiente, el lugar en el cual los comerciantes minoristas ofrecían su mercadería.

Los tambos

Pero estos minoristas compraban sus productos de alguien más grande en la cadena de comercio. ¿Dónde estaban entonces los mayoristas de antaño? La historia nos alcanza la respuesta y nos marca el camino del recorrido imaginario que haremos en estas líneas: en los tambos.

Los tambos eran estos lugares periféricos de la ciudad en los que se alojaban los transportistas y comerciantes de la época. Allí estaban los llamados arrieros, quienes con sus recuas de mulas o llamas recorrían caminos de herradura movilizando productos de una región a otra; así se convirtieron estos lugares en auténticos espacios de
socialización, comercio e intercambio cultural durante el Virreinato.

Núcleos de identidad

Es por esa presencia permanente de comerciantes venidos de distintos puntos del sur del Perú, del occidente de Bolivia, así como del norte de Chile y Argentina que a estos lugares hoy podemos considerarlos como virtuales ‘núcleos de germinación de la identidad sur andina’.

Por eso, no es extraño encontrar, por ejemplo, entre los versos de canciones populares de Arequipa algunos que se comparten con los del acervo folclórico de alguna otra región, siempre dentro de ese espacio multinacional pero definitivamente enlazado por fuertes vínculos culturales, sociales y económicos.

Ejemplos como el anterior abundan en el medio, especialmente en lo tocante a la música, la poesía, la gastronomía y otros tantos campos enmarcados dentro de la tradición popular.

Tales ‘prestamos culturales’ tienen su origen en ese activo dinamismo económico que caracterizó muy particularmente a esta ciudad, y que generó el permanente ir y venir de aquellos arrieros que, tal vez de manera inconsciente en la mayoría de los casos, terminaron definiendo muchos de los comportamientos sociales y las manifestaciones folclóricas de las gentes que habitaban en esta parte de América durante los siglos XVI, XVII y XVIII.


Importante

Los tambos se construyeron en el antiguo ingreso a la ciudad de Arequipa. Inicialmente se ubicaron en los alrededores de lo que hoy conocemos como la calle Beaterio. Luego se ubicaron en torno al llamado Puente Viejo, que es hoy Puente Bolognesi. Allí encontramos los tambos Ruelas, La Cabezona y Matadero, entre otros, que ofrecen una ruta interesante para el visitante local, nacional e internacional.

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