Un gigante empresarial en Arequipa

La sede de los cinco gremios se instaló a fines del siglo XVIII, muy cerca del convento San Francisco.

Llegó a tener el monopolio de todo el comercio de ‘efectos importados’ en la región.

Víctor Condori

La compañía general y de comercio de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, fue una de las más grandes empresas de inversiones del Imperio español, que se originó en el siglo XVI a partir de la unión de varios gremios de comerciantes.

Así se integraron los mercaderes de sedas de la Puerta de Guadalajara; de mercería, especería y droguería de la calle de las Postas; de joyería de la calle Mayor; de paños del portal llamado Belén y el gremio de lencería de las calles de las Postas y de la Sal.

Gracias a sus notables éxitos empresariales y fuertes vínculos gubernamentales, los Cinco Gremios Mayores de Madrid progresivamente lograron concentrar y controlar por varias décadas, numerosas actividades y servicios dentro del gobierno central.

De esta forma se encargaron de la recaudación de impuestos en la villa de Madrid, el abastecimiento regular del ejército y la armada, y buena parte de la incipiente producción industrial. También asumieron las importaciones de diversas mercancías desde sus numerosas factorías instaladas en las principales ciudades europeas como Londres, París, Ámsterdam y Hamburgo.

La casa-factoría de Arequipa empezó a funcionar desde 1790, en un amplio local ubicado en “la calle que va hacia arriba del convento de San Francisco”.

A mediados del siglo XVIII, como consecuencia del aumento en el volumen y frecuencia de sus negocios europeos, los directores de los cinco gremios, tomaron la decisión de extender sus lucrativas actividades hacia un mercado mucho más grande y seguro. Así llegaron a Hispanoamérica.

Ya en esta parte del nuevo mundo, instalaron casas-factoría en las regiones que presentaban mayores posibilidades para las inversiones, así como una considerable población e intensa actividad comercial. De ese modo, para fines del siglo XVIII, esta gigantesca empresa de inversiones, abrió sus primeras factorías en cuatro importantes ciudades americanas: México, Guadalajara, Lima y Arequipa.

La factoría de Arequipa

La casa-factoría de Arequipa empezó a funcionar desde 1790, en un amplio local ubicado en “la calle que va hacia arriba del convento de San Francisco”, conocida por aquellos años como ‘la casa de los cinco gremios’.

El manejo y dirección de esta empresa fue confiado a uno de los tres comisionados nombrados para el Perú, José Gonzales de Villa —los otros dos fueron Fernando del Mazo y Ramón Caballero, encargados de la casa principal de Lima—, quien la condujo hasta su muerte ocurrida en agosto de 1798.

Los objetivos fundamentales para la apertura de esta factoría, estuvieron relacionados no solo con el potencial económico que presentaba la ciudad de Arequipa, después del establecimiento del comercio libre en 1778, sino por las enormes posibilidades de realizar grandes negocios en la región sur andina, que incluía los renacidos y siempre importantes yacimientos mineros del Alto Perú (Potosí y Oruro), pertenecientes desde 1776 al Virreinato del Río de la Plata.

Los Cinco Gremios pusieron en marcha todos sus recursos y habilidades mercantiles respaldadas en sólidos privilegios reales, con el objetivo de controlar la más mínima expresión de comercio de efectos importados en la región.

Todo un monopolio

De este modo, apenas instalados en la ciudad, los cinco gremios pusieron en marcha todos sus recursos y habilidades mercantiles respaldadas en sólidos privilegios reales, con el objetivo de controlar la más mínima expresión de comercio de efectos importados en la región.

Solo el primer año internaron mercancías por valor de 500 mil pesos en un mercado como el arequipeño, cuya capacidad para absorberlos era menor al señalado. Lamentablemente, para los intereses de los comerciantes que habían dominado tradicionalmente el comercio local, como Juan de Goyeneche, Mateo Cossío o Juan Errea, la avalancha de importaciones no se detendría y dos años después, este volumen alcanzó 1 millón 500 mil pesos, todo un récord para la historia económica regional.

Este es el edificio actual de los Cinco Gremios Mayores en Madrid, España.

Como no podía ser de otra manera, los viejos comerciantes arequipeños al no tener la capacidad económica de enfrentar o limitar las actividades de esta poderosa, bien relacionada y monopólica empresa, unieron sus intereses y capitales para llevar sus reclamos a instancias superiores, como el Cabildo de la ciudad, el Tribunal del  Consulado de Lima y el propio Gobierno Virreinal.

Desafortunadamente, los numerosos memoriales, relaciones e informes enviados, resultaron infructuosos frente a una empresa auspiciada por el propio gobierno español, al cual asistían frecuentemente con voluminosos préstamos. Así las cosas, las actividades de los Cinco Gremios en la ciudad se mantuvieron por más de una década.

A principios del siglo XIX, los malos manejos y la acumulación de créditos impagos, desencadenaron una grave crisis al interior de los Cinco Gremios en el Perú. Solo en Arequipa las deudas ascendían a más de un millón de pesos.

Principal estudio sobre los Cinco Gremios Mayores de Madrid (1957).
Estudio sobre los Cinco Gremios Mayores de Madrid en Arequipa (2014).

 La crisis y desaparición

A principios del siglo XIX, los malos manejos y la acumulación de créditos impagos, desencadenaron una grave crisis al interior de los cinco gremios en el Perú.

Esta crisis obligó la intervención de los directores de Madrid y la adopción de diversas disposiciones como el nombramiento de nuevos comisionados (Gaspar Rico y Angulo, Antonio Ortiz de Taranco y José García de Santiago) y la puesta en marcha de medidas de emergencia, con el fin de recuperar los enormes créditos que ascendían a más de un millón de pesos solo en Arequipa.

Lamentablemente todas estas providencias no fueron suficientes para impedir la quiebra y el cierre de la casa-factoría arequipeña en la segunda década del siglo XIX.

Aunque también se ordenó el cierre de la factoría de Lima en 1819, esta continuó funcionando durante algunos años más, solo como una receptoría de deudas bajo la dirección de Antonio Ortiz de Taranco.

A principios del siglo XIX, los malos manejos y la acumulación de créditos impagos, desencadenaron una grave crisis al interior de los Cinco Gremios en el Perú. Solo en Arequipa las deudas ascendían a más de un millón de pesos.

A este personaje le correspondió realizar los últimos arreglos de cuentas de la compañía antes de la independencia definitiva del Perú (1824). Igual suerte corrió la factoría de Arequipa. Después del retiro del coronel José García de Santiago en 1815, se encomendó temporalmente su dirección a Juan Pedro Saldías, antiguo comisionado de la misma casa.

Sin embargo, las operaciones de cobro de deudas, confiscación y remate de propiedades por parte de los comisionados de los cinco gremios, quedaron completamente paralizadas tras el triunfo del ejército patriota en los campos de Ayacucho en diciembre de 1824.

Ya durante la república, en septiembre de 1826, Juan Evangelista de Irigoyen y Zenteno, visitador general de Hacienda del Perú, ordenó una revisión de las escrituras otorgadas por el escribano arequipeño Pedro José Salazar a fin de determinar la condición de algunas de las deudas contraídas por particulares con la factoría de los cinco gremios entre los años 1794-1797, ahora pertenecientes al Estado peruano.

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