Un buen ejemplo de autoridad política visionaria y eficiente

En el siglo XVIII, el corregimiento de Arequipa abarcaba territorios de los que hoy son Moquegua, Tacna e, incluso, Arica e Iquique.

Rafael Longhi Saravia

En estos tiempos electorales, creemos oportuno evocar el periodo comprendido entre 1785 y 1796 para recordar la labor del intendente Antonio Álvarez y Ximénez. Consideramos, amparados en estos más de doscientos años de perspectiva, que se trató de una gestión ejemplar.

Hasta mediados del siglo XVIII, la autoridad más representativa de la Corona eran los corregidores; sin embargo, el desprestigio de estos funcionarios, el movimiento de José Gabriel de Condorcanqui, en 1780, la llegada al poder de la dinastía borbónica y otros factores más, hicieron que se optara por funcionarios con mayor vocación de estadistas y técnicamente mejor dotados para la gestión pública, una suerte de ‘funcionarios de carrera’. Nos referimos a los intendentes.

En razón de este cambio es que el corregimiento de Arequipa (que abarcaba además Moquegua, Tacna e, incluso, Arica e Iquique en el actual territorio de Chile) pasó a denominarse intendencia de Arequipa, de la cual fue su segundo intendente —y ciertamente el más recordado— don Antonio Álvarez y Ximénez.

Viajero

Uno de los hechos más notables dentro de la labor desarrollada por don Antonio, hombre de vasta cultura y lúcida inteligencia, es que él mismo recorrió, casi de palmo a palmo, el territorio de su intendencia. Esto no es poca cosa dadas las condiciones precarias en las que se hacía en ese entonces un viaje.

Durante estas visitas, Álvarez y Ximénez, que iba acompañado de funcionarios y peritos, ordenaba el levantamiento de catastros y mapas, disponía la realización de censos y redactaba minuciosos informes en los que se consignó datos que hoy poseen un inapreciable valor documental para la historia regional. Pero al margen de ello, esta información también sería de gran valor para comprender la situación de la jurisdicción, sus necesidades y sus posibilidades de desarrollo.

No era ‘electorero’

Sus viajes no obedecían a algún disforzado intento de darse un ‘baño de popularidad’, que es moneda corriente en estos días. Es decir, el intendente no debía preocuparse por hacer vistosas obras ‘electoreras’ ni granjearse la simpatía del pueblo, dado que su nombramiento no dependía en lo absoluto de ello. Además, probablemente, es por esa misma razón que sus decisiones verdaderamente se hallaban centradas, en el corto, mediano y largo plazo, en procurar el bienestar de las gentes que habitaban en la entonces muy extensa intendencia de Arequipa.


El dato 

Ignacio Álvarez Thomas, hijo de Álvarez y Ximénez, fue un personaje de gran importancia en el proceso de independencia de la República Argentina, y llegó a ser su presidente con el título de supremo director de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

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