Siempre hay Navidad en Belén

Peregrinos cristianos rezan dentro de la iglesia de la Natividad (Belén), en el punto donde nació Jesucristo.

Kateryn Coaquira Fernández
Carolina Pacheco Galdós
Nelly Flores Carbajal
Club de Periodismo – UCSP

Para muchos de nosotros la Navidad significa regalos o comidas tradicionales, pero para los cristianos que viven en la ciudad de Belén —en pleno corazón del territorio palestino, en la región de Cisjordania, situada a unos nueve kilómetros al sur de Jerusalén y enclavada en los montes de Judea—, cuna del cristianismo, la celebración del nacimiento de Jesús supone regresar a los mismos orígenes de esta festividad, además de la posibilidad de estar en el lugar donde el mismísimo Hijo de Dios nació.

No todo es alegría, sin embargo. Hoy en día Belén se encuentra en medio de una de las guerras más controversiales de los últimos tiempos. La ciudad lucha por no dejar de ser un centro de amor y armonía y, al mismo tiempo, por mantener viva la esperanza y el anhelo que la paz llegue pronto.

Contra la Navidad

El Estado Islámico ha iniciado una guerra contra el cristianismo, que incluye combatir a todos quienes festejan la Navidad. Para este califato, que un nacido en medio oriente festeje el nacimiento de Jesús o incluso celebre la llegada del Año Nuevo implica imitar a los kuffars (infieles o no creyentes), como son llamados los occidentales.

En el terrorista cunde la idea de ‘desoccidentalizar’ el Medio Oriente y ello lo impulsa a cometer los más graves crímenes contra los cristianos de esta parte del mundo. A este grupo de gente se le enseñó que “el Islam los separaba del resto del mundo, pero no de los musulmanes, ellos son los elegidos de Dios; en cambio los otros, los kuffars “son asociales, impuros, bárbaros, no circuncidados, inmorales, desalmados y, sobre todo, obscenos”.

“El Señor es el custodio”

Monseñor Pierbattista Pizzaballa es el administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén en Tierra Santa. Para él, estar cerca de la vida de Jesús y los lugares en los que habló de la fe resulta muy especial.

El religioso, mejor que nadie, conoce los complejos y, a la vez, esperanzadores días que viven los cristianos de Medio Oriente.  “En la iglesia construida sobre la Gruta de Belén, donde se refugiaron María y José, y donde nació Jesús, una estrella marca el lugar en donde la virgen María apoyó al niño. En Navidad, los peregrinos se acercan para ver y besar este lugar”, relata emocionado para una entrevista a la cadena Rome Reports.

“Han pasado más de 2 000 años desde que María y José huyeron por la persecución de Herodes. Ahora también cristianos salen porque no tienen futuro ahí. Cada vez hay menos cristianos en la tierra de Jesús”, afirma.

El miedo a ataques terroristas ha ocasionado que los habitantes “tengan temor de profesar su fe en la celebración de la Navidad. Pedreas y rebeliones han incrementado su angustia”, relata el religioso, quien, sin embargo, reconoce que a causa del turismo “el Estado garantiza que la tierra donde nació Jesús sea un lugar seguro y pacífico al menos para los visitantes”.

“Siempre se ha respetado a los peregrinos»

Son estos quienes, pese a las adversidades, se han encargado de mantener esta celebración vigente”, señaló. Y para el cierre, Monseñor Pizzaballa dice: “En Belén pesan diariamente las penas y los temores; pero la esperanza nunca se pierde y menos en la Tierra de Dios”. Luego cita al Papa Francisco: “A lo largo del camino de la historia, la luz que disipa la oscuridad nos revela que Dios es Padre y que su paciente fidelidad es más fuerte que las tinieblas y que la corrupción”. Feliz Navidad en Belén.

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