¿Qué nos dice la historia sobre el nombre ‘Arequipa’?

La ‘fundación incaica’ de Arequipa constituiría una versión sin mucho asidero histórico.

Rafael Longhi Saravia

Existe una leyenda que ha sido asumida como una verdad irrefutable en el cometido de explicar el nombre de Arequipa.

Esta hace referencia a la presencia en el valle del Chili del inca Mayta Cápac, a quien se le atribuye, además, el hecho de haber pronunciado aquella conocida frase “arí quepay”, que podría traducirse como “sí, quedaos”, en respuesta a la pregunta planteada por algunos miembros de su hueste que deseaban vivir en estos lares, atraídos por lo benigno de su clima y lo fértil de su suelo.

Sin embargo, este relato tiene serias inconsistencias que lo descartan como un hecho que realmente haya podido ocurrir.

La historia

Al ser Mayta Cápac uno de los incas que gobernaron en el siglo XII, cuando estos todavía conformaban un modesto señorío en el Cusco, deducimos que no pudo haber estado él presente en la conquista que incorporó esta región al Tawantinsuyu, que debe haber ocurrido alrededor del año 1450, aproximadamente, bajo el gobierno de Pachacuti, o tal vez de Túpac Inca Yupanqui. Este territorio conformó lo que pasó a llamarse Cuntisuyu, una de las cuatro divisiones del extenso imperio.

Sin embargo, la tradición popular de los pueblos del valle del Colca menciona a Mayta Cápac como un inca presente en tales lugares. Lo hacen también algunas crónicas, como la de Garcilaso de la Vega, por ejemplo, y con una persistencia que nos invita a pensar que algo de cierto ha de tener.

Al parecer, es la panaca, o sea, el grupo de descendientes del mencionado inca, que se hizo presente en Arequipa como posible beneficiario de los derechos del uso de tierras, en calidad de mitimae. Es decir que gozaba de un especial estatus con respecto a los otros nativos de la región.

Un mito

Existe en el valle del Colca un mito muy difundido entre sus pobladores que hace referencia al desbordado amor del inca Mayta Cápac por una noble lugareña: la princesa Mama Yachi, por quien el soberano hizo construir un hermoso palacio recubierto de cobre. Existen, por cierto, relatos similares en otras regiones del sur peruano e incluso en regiones del norte chileno.

Quitándole a la narración aquello de ‘enamorado’, ‘princesa’, ‘palacio’ y otros muy conocidos ingredientes europeos añadidos posteriormente, parece evidente que el relato da cuenta de la presencia de la panaca de Mayta Cápac en busca de alianzas con los grupos locales, por medio de relaciones de carácter conyugal, siempre dentro del marco del concepto de reciprocidad regente en aquellos tiempos.

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