¿Qué es la participación activa durante la liturgia?

Ir a misa siempre es bueno. Toca, sin embargo, dar un paso hacia la participación consciente en esta.

Gonzalo Maldonado Chauca
Músico y docente de humanidades

La Constitución Apostólica Sacrosanctum Concilium determina las directivas fundamentales sobre la liturgia. Su mensaje, sin embargo, es no pocas veces desconocido o contradicho por la práctica.

El problema afecta lo que se conoce como la participación activa (participatio actuosa) en la liturgia, que está recogida en el numeral 14 del citado documento: “La Santa Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa de las celebraciones litúrgicas. […] Al reformar y fomentar la Sagrada Liturgia se ha de tener muy en cuenta esta plena y activa participación de todo el pueblo”.

Proceso comunitario

De acuerdo al cardenal Joseph Ratzinger, la participatio actuosa “alberga la idea de que la liturgia cristiana es en forma y esencia un proceso comunitario [que] incluye la oración en la que se alternan el sacerdote y los fieles, la aclamación, la proclamación, la oración comunitaria”.

Y sobre la liturgia, expresa que esta “la componen la palabra y el silencio; las canciones, la alabanza de los instrumentos y la imagen; los símbolos y los gestos que corresponden a la palabra”.

El hoy papa emérito propone que la participación activa no se reduzca a los signos externos de las personas, sino que incluya también “a los procesos internos que constituyen el verdadero carácter dramático del todo”.

Así, señala que “oremos” es “una invitación a la interiorización” y que las palabras y el ponerse de pie en misa son solamente “la punta del iceberg”, e indica que “lo verdadero acontece en lo profundo”.

Formas y emociones

Algunos grupos católicos quieren centrar la conciencia litúrgica en las emociones. Además, asocian el conservadurismo teológico con una forma de racionalismo, de modo que plantean una liturgia participativa basada en demostraciones externas de sentimentalismo, que muchas veces opacan la conciencia del rito y configuran formas inexistentes en los documentos oficiales sobre la liturgia.

Muchas de estas formas han sido concebidas para ‘atraer fieles’ y se centran en que lo decisivo de la experiencia litúrgica radica en la emoción con la que se vive el rito. Para escapar de esta locura, debemos regresar a la liturgia capaz de abordar a la persona desde la profundidad de la tradición que evoca y transmite la totalidad de los misterios cristianos en formas veladas y complejas. Buscar liturgias ‘a la medida’ puede acarrear severas confusiones.

Santo Tomás de Aquino decía que “la esencia de las cosas es desconocida para nosotros”. Para el Aquinate, incluso la esencia de una mosca no puede ser completamente conocida. Luego, si nosotros no poseemos una total comprensión de ninguna de las esencias naturales, con mayor razón nos resultan extrañas las esencias supernaturales.

Así como las esencias de las cosas naturales se ocultan de nuestras mentes, y la sustancia de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento está oculta tras el velo de los accidentes, así la esencia del Santo Sacrificio de la Misa está más allá del ámbito de las apariencias y las sensaciones y, sin embargo, se vislumbra a través de ellos.

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