¿Qué es la castidad?

¿Qué clase de amor quieres para ti: un amor puro o un amor contaminado por el egoísmo?

P. Jurgen Daum Vetter

Cuando hablamos de castidad, es muy probable que nos encontremos con varios malentendidos. Muchos creen que es lo mismo que virginidad, o que es no tener sexo nunca, o que es solo hasta el matrimonio, o que es solo para curas y monjas. Pocos entienden su verdadero significado y eso hace que reaccionen negativamente y se burlen con tan solo mencionar la palabra.

Quizá nosotros mismos, en medio de tanta confusión e ignorancia, no terminamos de entender bien qué es la castidad. Por eso es importante aclarar su significado y sus implicancias, para tener las cosas claras nosotros mismos y para poder dar razón a otros de su significado y hacerles entender la importancia que esta virtud tiene para todos.

Para empezar, es importante referirnos a la etimología de la palabra. Castidad viene del latín castus y se traduce al español como puro. Por tanto, castidad y pureza son sinónimos, significan lo mismo.

Pureza

Sobre la pureza podemos decir que la buscamos y preferimos en todo. Así por ejemplo, cuando se trata de beber agua, procuramos beber agua pura y no contaminada o sucia. Lo mismo podemos decir del aire, del alimento, etc.

Si se trata de metales, o de joyas, sucede lo mismo. Pensemos en el oro o en un diamante, por ejemplo. Y si de personas se trata, nos repugna la compañía de una persona sucia y maloliente, mientras que nos agrada la compañía de personas limpias y perfumadas. Y así se da en todo.

¿A dónde vamos con todo esto? Pues bien, la castidad es la virtud que purifica el amor humano. Sí, y es que no todo lo que dice ser amor es verdaderamente amor, o no todo amor es de por sí un ‘amor puro’. Hay un amor puro y hay otro que no lo es, y todo amor humano necesita purificarse continuamente para que no se contamine.

Egoísmo

A estas alturas la pregunta es válida: ¿es que el amor puede ser o tener algo impuro? Y si es así, ¿qué es lo que hace impuro al amor? El egoísmo hace impuro al amor. Es más, incluso se puede disfrazar de amor para obtener lo que quiere de la otra persona. ¿Y qué es el egoísmo? Buscar los propios intereses antes que el bien de la otra persona, usarla para mis propios fines.

Soy egoísta cuando antepongo mis caprichos, mis impulsos o mi placer al bien de la otra persona. Si lo primero que busco en una relación es disfrutar del placer que me da, aunque sea de mutuo acuerdo, estoy siendo egoísta y la otra persona también.

La relación entonces se convierte en un egoísmo compartido por dos solitarios, por dos ‘mendigos’ que buscan satisfacer de alguna manera su gran vacío interior, su gran vacío de amor. Al egoísta no le importa hacer sufrir o causar daño, con tal de obtener lo que quiere.

Alguno objetará: “Pero si los dos estamos de acuerdo y nos amamos, ¿qué tiene de malo?” Le respondo: cuando la búsqueda del placer y del sexo entra en la relación antes de tiempo (o sea, antes del matrimonio), la relación se distorsiona.

El amor es como una semilla que echa su tallo. Si no lo cuidas, si lo expones al fuego o al sol intenso, se puede marchitar y morir. Para que el amor crezca y madure, para que se convierta en un árbol sólido que dé buenos frutos, hay que cuidarlo con la castidad, con el mutuo respeto, poniendo los límites claros y luchando juntos por mantenerlos.

Libertad

La castidad, lejos de lo que se cree y se dice, no limita el amor ni lo reprime, sino que lo libera y lo purifica del egoísmo para elevarlo a su plena madurez. Solo entonces serás capaz de amar y ser amado como lo reclama tu corazón, porque fuiste hecho para el amor y porque solo un amor verdadero podrá satisfacer esa necesidad de amor que hay en ti.

La castidad no es simplemente no hacer esto o lo otro. No es represión de tus ‘impulsos naturales’. No es un conjunto de prohibiciones que te limitan o impiden expresar todo tu amor. ¡Nada más equivocado que eso! Quien cree que eso es la castidad está completamente equivocado.

La castidad es, en cambio, “una forma de vida que te da libertad, respeto, paz, alegría y hasta romance, sin reproches, sin temores ni angustias”. La cita corresponde al libro Tus preguntas y respuestas sobre el sexo, de Mary Beth Bonacci.

La misma publicación añade: “La castidad libera a las parejas de la actitud egoísta de usarse uno al otro como objetos, dejándolos libres para tener y gozar de un amor verdadero”.

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