No definamos el amor busquemos vivirlo

Mucho se habla del amor, poco se le conoce.

P. Gianfranco Castellanos
Sacerdote – Capellán UCSP

Ciertamente cuando queremos definir algo tan grande como el amor, ya sea con una palabra o una frase, percibimos que se nos escurre de las manos. El concepto del amor es algo que todos de alguna manera conocemos, pero que siempre descubrimos que podemos profundizar más en él.

Creo que una buena manera de aproximarnos al amor es intentar repasar las características que tiene y que lo describen, para poder conocerlo un poco mejor. Todo esto por supuesto que nos ayudará a verificar qué tan cerca o lejos está presente en nuestras vidas.

Tomaremos estas reflexiones a partir del himno de la Caridad o del Amor que nos transmite san Pablo en su primera carta a los Corintios, en el capítulo 13, manifestando las características del auténtico amor. Examinaremos algunas:

El amor es paciente

El amor sabe de tiempos, no es apresurado, sabe esperar. Cuán importante es que si hay amor entre dos personas estas sepan no apresurar los tiempos entre ellas, es más, que sepan primero conocerse bien para amarse bien. No puedo amar lo que no conozco y conocer implica dedicación y paciencia.

Y esto es algo que siempre recomiendo a los alumnos: si quieres que alguien sea tu enamorado o enamorada, primero date el tiempo para tomar varios cafés con él o con ella para ver qué cosas tienen en común, para ver si congenian, para ver si al conocerse te gusta más. Esto demanda tiempo, pero es el tiempo mejor invertido. Sean amigos primero.

Es bondadoso

Busca el bien del otro, es decir no es egoísta, siempre está pensando en el otro y se alegra por el bien del otro. Por eso dice luego, no es envidioso. La envidia es fruto de un amor desordenado a sí mismo, que ve solo un lado de la moneda: el propio bien. El amor es todo lo contrario al egoísmo. Cuando hay verdadero amor, si uno pierde, los dos pierden; si uno gana, los dos ganan.

No está buscando la recompensa por lo que hice por ti, ni espera que el otro retribuya en la misma medida el bien que se le ha hecho. No saca en cara los esfuerzos que se hicieron, no enrostra los sacrificios. Los esfuerzos que se hacen por amor, son eso, donación de sí mismo. Donación libre, generosa y desinteresada.

Porque amar sin esperar nada a cambio es lo más grande que puede hacer un corazón por alguien que lo necesita. Así, es uno el que gana. Cuando doy, recibo. Así el amor es gentil, sublime, grande y magnánimo. El amor no conoce de mezquindades, de mínimos. El amor lo da todo sin buscar el propio interés.

Perdona

Y justamente su grandeza lo lleva a no tomar cuenta del mal. Todo lo perdona y por eso es incapaz de alegrarse del mal que le pueda sobrevenir al otro. Pero cuando digo mal, no me refiero solo a algo malo que le pueda suceder fruto de sus acciones, porque cosas malas siempre nos pueden pasar, sino que no se puede alegrar que el otro vaya por mal camino: el amor no puede aceptar ver a la otra persona perdiéndose por sus malas acciones, pues quien ama advierte al otro de su desvío y busca ayudarlo.

Algunas veces he visto cómo una persona mira para el otro lado cuando otro va a cometer un acto malo, para que no se sienta criticado. Y peor aún, si le ‘va bien’ lo aplaude y lo alienta en un acto de falsa solidaridad. Eso no es amor, eso es ser cómplice de la injusticia. El amor advierte, corrige, amonesta al que yerra, es decir: busca salvar al que se va perdiendo, justamente porque lo ama. Por eso el amor siempre se alegra con la verdad, porque solo la verdad libera.

El amor no puede existir donde hay mentira, tiniebla, verdades a medias, que terminan siendo una gran falsedad. Pero al mismo tiempo, el amor es paciente, sobre todo ante las ofensas, es el primero en ofrecer una nueva oportunidad al que se arrepiente, todo lo sabe excusar buscando que el otro cambie. El amor sabe de segundas, terceras, cuartas y eternas oportunidades. Prefiere pecar de ingenuo a pecar de falta de caridad, siempre tiende una mano.

Espera y soporta

Esta característica del amor va de la mano de su hermana: la virtud de la esperanza. Cuando uno ama, no tira la toalla a la primera. Siempre existe la esperanza de la reconciliación, del perdón, de la vuelta, del cambio. Cuando hay amor verdadero soy capaz de soportar, aguantar, ser fuerte, movido y alentado siempre por la esperanza. Nada lo turba, todo lo soporta, porque el amor no acaba nunca.

Estas características describen ese amor verdadero que queremos encontrar y queremos vivir. El horizonte está trazado, probablemente nos tome toda una vida, pero no busquemos adecuar el amor a nosotros, sino busquemos adecuarnos al Amor, y lo escribo con mayúsculas porque se trata de una persona, Cristo Jesús. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados” (1Jn 4,10).

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