La madre de la novela: Dafnis y Cloe de Longo de Lesbos

Los estudiosos coinciden que este fue el texto inicial que sirvió de modelo para que este género se desarrollara en el período helenístico y durante la dominación romana

Dafnis y Cloe – La tormenta, de Pierre August Cot, pintada en 1880.

César Belan

Este segundo domingo de mayo, repetiremos las frases de todos los años. Por estas fechas nos pondremos románticos y cantaremos queriendo o no “todos tienen una madre, ninguna como la mía (…)” y demás tópicos ‘nuevaoleros’. La ternura por nuestra madre no es exquisita ni busca ahorrar homenajes y entonces, si hemos de hacer homenajes a la madre, ¿por qué no hacer uno a la madre de la novela?

“Madre hay sólo una”, dice el dicho, sin embargo —en el caso de la novela— debemos decir que son muchos los géneros literarios y obras maestras que dieron origen al formato escrito más apetecido de nuestros tiempos. 

Se dice que la novela nace cuando la vieja se arrejuntó con la narración histórica, ya redactada en prosa e insuflada de un espíritu más verista. De la conjunción de estos géneros (y de geniales obras como La Ilíada, La Odisea, Teogonía, Anábasis, las historias de Herodoto, etc.) y de otros de corte más popular como las fábulas, nace la novela. Todo esto está bien, sin embargo, ¿hay una obra que podría considerarse la ‘madre’ de la novela? Los estudiosos coinciden en que hay un texto inicial que servirá de modelo para este género, que se desarrollará en el período helenístico y durante la dominación romana. Se trata de Dafnis y Cloe, escrito por Longo de Lesbos en el siglo II.   

Dos niños abandonados

La narración de Longo tiene como escenario el campo próximo a la capital de la isla de Lesbos, Mitilene. Allí dos hermosos niños son abandonados al nacer (expósitos) y criados milagrosamente por una cabra y una oveja, respectivamente. Dafnis, el joven y Cloe, la muchacha, vivirán una serie de aventuras al tiempo que descubrirán el erotismo que nace entre los dos, a la vez que el amor. 

Son muchas las pruebas que deberán atravesar –serán atacados por piratas, sufrirán la guerra y la envidia de los ricos– pero ayudados por las ninfas pastoriles y del propio Pan y Eros lograrán consumar su aprendizaje de amor.  

La novela de Longo, nos ofrece una historia intimista y sensual, poseyendo un estilo que marcará la senda de la novela hasta nuestros días. Así pues, si bien el componente de lo sobrenatural tiene gran cabida en el texto, este pretende contar de la manera más realista posible una historia acaecida realmente, incluida la presencia de ninfas y dioses. 

Los personajes serán seres de carne y hueso con sus pequeñeces, miserias y anhelos. Un público ávido de entretenimiento, que gozaba al identificarse con los protagonistas y su feliz desenlace, fue el que posibilitó el desarrollo de este género, llamado en estos tiempos el ‘más burgués’ de los géneros.  

Exaltación del individuo

Justamente, en tiempos del Imperio Romano y cuando la bonanza económica y un espíritu hedonista penetró en amplias capas de la población, se operó a la par un cambio en la mentalidad. Se difundiría una noción de exaltación del individuo, concibiéndose la satisfacción, trascendencia y experiencia de forma personal, obviando la vieja concepción colectiva. 

Esta cultura es la que genera la novela, como ‘pequeña épica’ de individuos concretos. Ya casi sin ningún trasfondo moralista o de significado profundo de la existencia, en la novela griega antigua sus temas siempre oscilarán entre las aventuras y el romance con las que el lector se solaza mimetizándose con los personajes. El erotismo será un ingrediente fundamental en su elaboración.

Otras novelas

Dafnis y Cloe no será la única obra de este tipo. Novelas como Etiópicas de Heliodoro y El asno de oro de Apuleyo, dan cuenta de ello. No faltarán tampoco en estos textos alusiones a las religiones mistéricas de corte oriental. 

Así pues, como Eros y Pan serán homenajeados en los relatos de Longo como protectores de los protagonistas también lo serán Artemisa y Apolo, dioses bienhechores de Teágenes y Cariclea, protagonistas de Etiópicas, en la obra de Heliodoro. Por su parte, Lucio, protagonista del Asno de Oro será fiel seguidor de Isis, una de las más grandes divinidades mistéricas del bajo Imperio, diosa que hacia el final de la novela le librará del infortunio en una aparición. 

Lo que diferencia a esta novela, además de ser la precursora de su género, es su calidad narrativa y temática. Ella, de forma única, retrata al amor y la sexualidad de una manera tan natural como el escenario en que se representa la historia. Es un relato marcado por las estaciones, la atracción y unión física y espiritual de los protagonistas alcanzará la plenitud, a la vez que la naturaleza se renueva y reverdece o se hace más intensa en el estío. Ello hizo que fuese una de las obras más celebradas y difundidas –a pesar de algunos pasajes francamente explícitos– por haber sido un modelo de novela erótica y pastoril. 

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