La cultura de nuestro tiempo

Guillermo Fernández del Carpio

Cultura es el conocimiento adquirido de la realidad. Mas cultura viene a ser la interpretación de esta. No puede haber cultura si no hay lectura. ¿Cuánto y qué leemos hoy?

Me desagrada la manera, la temática y la forma cómo se anuncian las noticias. Hoy, es noticia (cultura) un reality o lo que le sucede a los personajes de esta triste forma de exponer la intimidad humana. La cultura es el escándalo, lo viral y lo mediático, lo cual supuestamente entretiene.

Mofarse del otro es hoy una capacidad de lo que pobremente llaman arte, y así el noticiero y el programa televisivo adquieren más sintonía. Noticias sobre muertos o desgracias ocurridas se anuncian de la misma forma con que se difunde un show o un hecho político, no se percibe variación alguna.

Desde luego, estimado lector, hay excepciones a este análisis, pero son muy pocas. ¿Quién haría hoy una película sobre el olvidado y gran poeta trujillano César Vallejo, con quien tenemos una deuda pendiente? ¿Qué empresario de televisión haría un programa sobre literatura o historia como diversión? La cultura siempre nos indicará inherentemente nuestra identidad y nuestro nivel de desarrollo.

La tecnología, por otro lado, ocupa un mayor espacio en la cultura de nuestro tiempo. Es mayor el avance en la tecnología que en el pensamiento más humano y solidario. Este afán de las redes sociales, la tecnología móvil, la cibernética, etc. ha llegado a desenfocar lo central de la cultura: saber más para ser mejores personas y para construir una sociedad más integrada.

Una cultura real

Se piensa más en el hoy que en el mañana, y el pasado o la historia ya no importan lo suficiente. ¿Qué sucedería si un día no hubiera Internet en el mundo?, ¿qué sucedería si un día no existieran las redes sociales? Mi visión no intenta desacreditar el avance tecnológico, que bien razonado —como consecuencia de una verdadera cultura— contribuye a mejorar las condiciones de vida. Lo que intento es reflexionar agudamente sobre el uso de toda creación tecnológica y científica.

Hoy, para muchos, todo es ‘cultura’, todo es válido, porque la libertad de uno lo permite. El solipsismo —que fue abordado por Sartre, Camus, Nietzsche, Heidegger, entre otros— influye negativamente en la dimensión de una cultura social y cristiana. Esto, pese a que de todas las culturas el cristianismo es el que ha sabido enlazar lo económico, lo científico, lo político, lo filosófico, lo antropológico y lo sociológico.

Uno de los mejores exponentes de la apologética del cristianismo que tuvo el Perú fue Víctor Andrés Belaúnde. Su principal obra, Realidad nacional, es una contestación inteligente al pensamiento socialista, cuyo mejor exponente fue Mariátegui.

También se nos ha olvidado que nuestra cultura proviene de una síntesis entre lo español y lo indígena. En ella está nuestra identidad y ésta debería ser el cimiento de nuestra cultura. Lastimosamente no es así, ya que se distorsiona nuestro pasado, que tuvo en la conquista más aciertos que errores.

Por todo ello, es imprescindible hacer una reforma cultural a partir de una reflexión sobre nuestra historia, una visión de un ser humano creyente, con mayor civismo, con virtudes como la solidaridad y la esperanza, y más juicioso con la realidad.

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