La Casa del Moral: ventana a nuestro pasado virreinal

La casona fue llamada “hito en la historia de Arequipa” por el reconocido arquitecto argentino Ramón Gutiérrez.

Rafael Longhi Saravia

Un buen ejemplo de uno de esos atractivos que pueden mejorar, enriquecer y diversificar nuestra oferta turística lo constituye definitivamente la Casa Museo del Moral, ubicada en la calle del mismo nombre. Por ello, aquí algunos alcances históricos que pueden contribuir a su mejor conocimiento y valoración.

Primeros dueños

La edificación que hoy podemos apreciar fue mandada construir por el maestre de campo, natural de Valladolid, don Manuel Santos de San Pedro. La edificación se culminó aproximadamente en el lustro comprendido entre 1735 y 1740. Por ello se inscribe dentro de ese peculiar siglo XVIII, en el cual la arquitectura mestiza que identifica a la ciudad alcanzó su madurez y plenitud.

Sin embargo, la historia de sus propietarios no se inicia precisamente allí, dado que la esposa arequipeña del mencionado don Manuel, es decir doña Rosa Bustamante y Benavides, vivió con anterioridad sobre ese mismo solar, en una casa que no se ha preservado, junto a su primer esposo don Bernardo Cornejo y Calderón, miembro de una noble estirpe de fundadores y, en muchos casos, también alcaldes de la ciudad.

A la muerte de don Bernardo y luego de atravesar severas estrecheces económicas que le hicieron perder temporalmente la propiedad, doña Rosa se volvería a casar, esta vez con el militar español. Fue él quien, previo pago de una suerte de hipoteca pendiente que pesaba sobre el inmueble a favor de la orden mercedaria, decidió la construcción de la casa que a la postre llevaría el nombre del gran árbol de mora que aún existe en el centro de su patio principal.

El nuevo heredero

Debido a la vigencia, en esa época, de una figura jurídica sucesoria conocida como mayorazgo —en virtud de la cual el hijo mayor era prácticamente el heredero universal ad corpus de los bienes testados por los padres— en el tracto sucesivo de las propiedades inmuebles de aquel entonces rara vez se registran enajenaciones que representen su apartamiento del dominio de una determinada familia propietaria.

Por ello, la Casa del Moral estuvo en manos de únicamente dos familias durante los doscientos años que comprenden la mayor parte de su historia registral; correspondiendo, grosso modo, cien años a cada familia. En concreto, los descendientes de doña Rosa Bustamante y la familia Pacheco Alatrista, quienes, en ese orden, fueron los propietarios que registra la casona.

Sin embargo, esta inalterable regularidad se vería interrumpida a partir de la segunda mitad del siglo XX debido al ágil dinamismo que experimentaron las transacciones inmobiliarias desde ese tiempo a esta parte.

Recientes propietarios

En este último periodo tiene una singular importancia la presencia en la casona de un matrimonio anglo-americano, los señores Arthur y Barbara Williams. Ellos se preocuparon por el reforzamiento de sus estructuras, así como por dotarla de un mobiliario adecuado para su época y una colección de lienzos principalmente de la escuela cusqueña, medallones e imaginería religiosa; todo lo cual hace de esta casona un verdadero baluarte del patrimonio artístico y cultural de Arequipa.

El Banco del Sur

Dentro de esta última sucesión de propietarios debe de mencionarse al Banco del Sur del Perú, institución nacida del ímpetu de un grupo de arequipeños interesados en constituirse en agentes activos del desarrollo regional.

Sus directivos pertenecieron a un grupo de banqueros que, paralelamente a su actividad comercial, realizaban una auténtica labor de mecenazgo cultural con un grado de compromiso que iba más allá de lo que demandan las acciones propias del cuidado de la llamada imagen institucional.

El Banco del Sur adquirió esta casona solariega en el año 1994 y emprendió un proceso de puesta en valor con la intención de devolverle las características que la definen como vivienda virreinal; todo bajo la coordinación general del reconocido arquitecto argentino y experto en patrimonio arquitectónico de la Unesco Ramón Gutiérrez y con la participación de reconocidos profesionales del ámbito local.

En paralelo a la restauración física del inmueble se emprendería también la ‘restauración’ histórica, es decir, una profunda investigación de sus antecedentes históricos justamente con el cometido de brindarle al monumento una completa valoración del significado que tiene no solo para la arquitectura, sino también para la comprensión del pasado de la ciudad.

Esta responsabilidad habría de recaer en tres de los más connotados investigadores, los que son, además, parte de una notable generación de historiadores que ha dado Arequipa: el doctor Eusebio Quiroz Paz-Soldán, el doctor Alejandro Málaga Medina y el doctor Guillermo Galdos Rodríguez.


Un museo que no podemos dejar de visitar

La Casa del Moral es hoy un museo que, como tal, no es un simple repositorio de objetos antiguos, sino más bien un espacio dinámico de encuentro con el pretérito y la identidad regionales, de activa y enriquecedora interacción con una sociedad que busca verse reflejada en el espejo de su pasado.

Visitarla nos permite conocer aspectos muy interesantes de la vida secular, doméstica y cotidiana de la Arequipa virreinal, que, junto con el conocimiento de lo que fue la vida religiosa que nos brindan otros espacios también monumentales, se complementan para ofrecernos una visión panorámica de la sociedad virreinal, con un amplio espectro que va desde lo profano hasta lo sagrado.


 Importante

Una parte del interior de la casa —que estuvo destinada a la huerta y el establo—, que colindaba con la calle Bolívar, terminó siendo vendida en 1940 a la Compañía de Bomberos de Arequipa. Allí los hombres de rojo levantaron el local que todos conocemos

Salir de la versión móvil