Identidad e historia en el tambo La Cabezona

Este es un lugar donde se aprecia la convivencia entre la modernidad y la historia, sin que una opaque a la otra o la altere.

Geraldine Canasas Gutiérrez

Creados con el fin de brindar cobijo y abastecimiento a los viajeros, comerciantes y sus respectivas recuas, los tambos son un símbolo de identidad cultural arequipeña. Sin embargo, estos espacios están a punto de desaparecer, pues en el afán de ‘monumentalizarlos’ muchos han quedado deshabitados y van camino a ser demolidos, ya que su restauración es económicamente inviable.

La Cabezona

El tambo La Cabezona, ubicado en el puente Bolognesi (centro histórico de la ciudad), fue un barrio colonial creado en el siglo XVI. En el año 2006, y gracias al apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), fue rehabilitado, y así recobró su rostro original y con él una parte de nuestra historia viviente.

El ingreso a este lugar se convierte en un viaje en el tiempo. Las puertas de madera con detalles en bronce son imponentes y sonoras. Las pequeñas callecitas empedradas, adornadas con geranios rojos, recrean un bello contraste con el sillar pulido. En el patio encontramos grandes chombas y en los jardines, mitad tierra y mitad pasto.

Unos metros más allá se acaba el paisaje y empieza otra realidad. Un cordel lleno de ropa recién lavada y diálogos de ventana a ventana. Abuelas sentadas a las puertas observan pacientes los juegos de los niños mientras comen maíz tostado. Toda una comunidad en la que el ruido del tráfico no es más fuerte que las carcajadas de los que allí viven.

Pese a que mucha gente no está de acuerdo con que estos lugares sean habitados, para Mónica Loayza Vela, arquitecta y docente de la Universidad Nacional de San Agustín, La Cabezona mantiene su esplendor gracias a las personas que viven allí. “No hay mejor manera de preservar el patrimonio que permitiendo a estas familias seguir echando raíces aquí”, destaca.

Proyecto cultural

En octubre del 2017, el Ministerio de Cultura lanzó la convocatoria ‘Sistematización, experiencias y puntos de cultura en ciudades con patrimonio histórico’. Los ganadores fueron Mónica Loayza Vela y el fotógrafo Carlos Subia Narváez, con el proyecto La Cabezona, Tambo de la Memoria, que fue publicado este año en un libro con una temática no solo histórica, sino testimonial.

“Nuestro proyecto buscaba rescatar el tambo La Cabezona, no solo como patrimonio cultural, sino como un lugar que siempre estuvo al servicio de la comunidad, pues aquí nacieron muchas casas de oficio: el taller de guitarras Abarca, la curtiembre Velásquez, la sastrería Alarcón y diversas tiendas de tallados en sillar”, dijo Loayza.

El libro reúne los testimonios de las once familias que actualmente viven en este tambo. Además, ofrece una antología de fotos inéditas del recinto y de los que fueron sus habitantes. Cuenta también la historia del famoso Sport Chili, el equipo de fútbol conformado por cuatro generaciones del tambo que llegó a la liga de primera del fútbol del cercado en 1994.

“Hasta hace una década, La Cabezona era habitado por más de veintitrés familias, pero lamentablemente el dueño de la mayoría de estas casas deseaba utilizar el espacio para un negocio turístico y subió los alquileres. La gente empezó a irse o, en su defecto, fallecían y poco a poco se fue apagando la magia histórica del tambo”, finalizó Loayza Vela.


El dato

A la fecha, sigue pendiente la restauración de la quinta Salas, ubicada en la avenida La Marina. El tambo Ruelas no podrá ser recuperado, pues se encuentra en ruinas y está deshabitado.

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