Hay un clima político que dista de la celebración

El Estado, como tal, y los gobernantes, en especial, siguen en deuda con todo el país.

Geraldine Canasas Gutiérrez

En el futuro, recordaremos este julio no por la retahíla de homenajes a nuestra patria, sino por la inestabilidad política y social debido a las renuncias de autoridades a causa de varios audios que evidenciaron presuntos actos de corrupción; además, por las movilizaciones y las distintas manifestaciones de indignación de un pueblo agobiado por todo eso. Así las cosas, ¿cómo llegaremos al bicentenario del Perú?

Sin celebración

Para Javier Saravia Salazar, historiador y coordinador del VIII Congreso Nacional de Historia del Perú, llegamos a los 200 años de independencia sin ánimos de celebrar y con deficiencias tan notorias en el sistema que ensombrecen lo que debería ser una fiesta colectiva.

“A comparación de otros países, como Ecuador, Argentina o Chile, llegamos al bicentenario con un clima político que dista mucho de la celebración. Todo el esfuerzo en elaborar metas, soluciones, directrices para llegar al 2021 con un mejor escenario no ha resultado. El Estado, como tal, nos ha fallado”, comentó.

Muchos especialistas atribuyen el fracaso de las políticas públicas a la forma en la que el Estado peruano ha tratado de copiar modelos de gobierno extranjeros, quizá con la ilusión de alcanzar el rótulo de país de primer mundo.

“Estamos en un proceso a nivel mundial donde se está reconfigurando el concepto de Estado. Los regímenes europeos buscan nuevos límites para el discurso ilustrado de la idea de Estado. La realidad latinoamericana es similar; nosotros queremos ser parte de este proceso, por ello debemos exigir un mayor compromiso político a nuestras autoridades y también participar en él. La actuación de los ciudadanos frente a estos cambios no puede ser pasiva”, explicó Saravia.

¿Nuestro Estado?

Según Saravia, el Estado ha crecido pero el ciudadano no ha progresado con él. Lejos de crear nexos, se percibe una constante ausencia y desprotección, pero sobre todo, y en muchos sentidos, se evidencia su ineficiencia.

“El ciudadano peruano no conoce a su Estado, conoce la burocracia. Pasan los años y uno observa los diferentes procesos históricos y reafirma el hecho de que no ha cambiado la despreocupación del Estado y sus autoridades por las necesidades de su gente. Esa modernización del sistema de la que tanto se habla no ha llegado a todos. Entonces [el Estado] no es eficiente”, afirmó.

Sobre el tema de la inclusión social, Saravia dijo que el problema no es la investigación y el mayor y mejor conocimiento de otras culturas, sino que no se cuenta con los debidos canales de difusión que nos permitan acercarnos.

 

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