Enseñando a los jóvenes a ser resilientes

La familia y la escuela son fundamentales para formar a jóvenes que sean capaces de enfrentar adversidades.

Jorge Pacheco Tejada
Educador

La pobreza, la exclusión y la inequidad se interrelacionan en la vida de los adolescentes y sus entornos, condicionando su calidad de vida y su equilibrio emocional. Cada vez más, los jóvenes se enfrentan a lo que algunos autores llaman factores de riesgo.

Aun así, en mi trayectoria de profesor conozco muchos casos de alumnos que han sabido salir adelante a pesar de haber sido criados en condiciones muy adversas. Para referirse a este hecho, algunos especialistas han utilizado el término resiliencia.

¿Qué es?

La resiliencia se ha caracterizado por ser un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan el tener una vida sana viviendo en un medio insano. Estos procesos tendrían lugar a través del tiempo dando afortunadas combinaciones entre atributos del niño y su ambiente familiar, social y cultural.

De este modo, la resiliencia no puede ser pensada como un atributo con el que los niños nacen ni como uno que adquieren durante su desarrollo, sino que se trataría de un proceso interactivo entre ellos y su medio.

Fortaleza

En la etapa formativa, es fundamental que los jóvenes y adolescentes puedan desarrollar factores resilientes que los ayuden a superar futuras situaciones adversas. Para ello, es importante lograr el conocimiento y la aceptación de sus propias capacidades.

Este enfoque, bien manejado, no está en oposición al modelo de factores de riesgo, sino que lo complementa y lo enriquece, puesto que permite analizar la realidad y diseñar intervenciones eficaces.

La resiliencia busca superar la adversidad y construir sobre ella. Por ello, promover esta capacidad en los jóvenes conduce a mejorar su calidad de vida a partir de cómo perciben y enfrentan sus propias dificultades. Esto hace posible reconocer y reforzar aquellas cualidades y fortalezas que les ha permitido enfrentar positivamente experiencias asociadas a factores estresantes, tales como la pobreza, la violencia doméstica y la ausencia de figuras adultas significativas.


El dato 

Estimular una actitud resiliente implica involucrar a padres de familia y profesores en el desarrollo, la implementación y la evaluación de los programas de acción. Frente a situaciones difíciles debemos aunar esfuerzos en la tarea de formar actitudes honestas y hábitos de respeto mutuo como base para una convivencia adecuada.

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