Excelencia convencional: Escándalo americano

Bradley Cooper y Christian Bale protagonizan una película que narra parte de una época llena de estafadores de la más baja calaña.

César Belan

Con gran gasto de producción y marcado acento hollywoodense, Escándalo americano (2013) de David O. Russell narra la historia de Irving Rosenfeld (Christian Bale), un empresario cincuentón que se ha abierto camino mediante la especulación y —sobre todo— la estafa. Vive una tediosa existencia con su desequilibrada esposa (Jenniffer Lawrence) y el hijo de esta, a quien quiere como si fuera suyo.

En su camino se cruzará Sydney Prosser (Amy Adams), quien, también hastiada de sí misma, inicia una nueva y fraudulenta vida como amante y socia de Rosenfeld. Poco después, luego de caer en manos del FBI, se verán envueltos en una compleja trama de mentiras y corrupción para poder así salvar su libertad.

Eficaz

Escándalo Americano es un filme eficaz. Gracias a un buen despliegue de vestuario, escenografía y maquillaje nos presenta vívidamente un bosquejo de la sociedad norteamericana de finales de los setenta. Un interesante guion será apoyado por una pulcra dirección y una excelente edición; historia que a la vez se asentará en las soberbias actuaciones de Bale, Adams y Lawrence.

Todo esto resultará en una buena película que, sin embargo, no sale de lo convencional. Sin presentar una propuesta novedosa o desafiante, en la cinta no se logra identificar un estilo particular, reduciéndose a un producto estándar que se agota en el simple hecho de relatar una trama.

La mentira

En la primera escena del filme vemos cómo un demacrado y barrigón Christian Bale busca cubrir su prominente calva luego de pasarse sendos minutos en un complicado tratamiento capilar. Esta será la primera pista sobre el tenor de esta obra: la mentira.
En el sofisticado mundo de los EE. UU. de fines de los setenta, el ciudadano promedio se verá obligado a reinventarse constantemente para sobrevivir.

La excéntrica moda y el desbordado arte de aquella época serán producto de una sociedad aparentemente opulenta que impondrá sus exagerados estándares —con despiadado rigor— a sus cada vez más voraces ciudadanos.

Como es lógico, todo esto terminará provocando una fatal crisis de identidad que sumirá a todos los que la sufren en un tedio insuperable. La mentira luego se convertirá en el elemento sin el cual ningún personaje —políticos, mafiosos, empresarios y policías— pueden vivir. El tema tratado por esta obra no es original, muchos otros filmes lo han tocado con mayor acierto. Sin embargo vale la pena analizar cómo es abordado y qué discurso se deriva de él.

Legitimar la inmoralidad

En la película observamos cómo el personaje principal logra legitimar sus —muchas veces— inmorales actos mediante su propia mentira, elevando la propia condición de deshonestidad al nivel de virtud.

Se desprende de la película que los ‘valores’ norteamericanos, tales como el tesón, la devoción al trabajo y la capacidad de adaptación para lograr el éxito pueden superponerse con éxito a los dilemas éticos que puedan provocar; esto se puede observar en numerosas secuencias del filme.

De otro lado, y como mecanismo de justificación del american way of life, la forma de vida americana será contrapuesta con los valores tradicionales de occidente, como son la familia, la patria y la ley. Estos ideales estarán personificados —de manera caricaturesca— por el personaje más odioso del filme: un policía católico obsesionado por imponer la legalidad, y que secretamente esconde una poderosa admiración por los individuos a quienes persigue.

Obviamente, según lo planteado por este filme, la ética del oportunismo y la falsedad estarán por encima de cualquier otro código moral, ya que además del hecho de que todos mienten y esconden algo, las relaciones humanas que son sostenidas por esta ética del engaño estarán marcadas por la espontaneidad y el deseo, garantías ambas de una relación verdadera según la particular visión ‘gringa’.

Más allá de lo dicho, y fuera de las personales apreciaciones que se puedan hacer sobre filmes que arriesgan y proponen postulados heterodoxos y aquellos que siguen fórmulas exitosas, Escándalo americano es una película digna de verse. La caracterización de Bale es simplemente sorprendente, y la belleza de sus coprotagonistas no deja de ser remarcable.

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