Ese tan singular barrio de San Lázaro

Las estrechas calles del barrio son un atractivo turístico que las autoridades deberían proteger mejor.

Rafael Longhi Saravia

El barrio de San Lázaro rompe el riguroso orden en el trazado de las calles del centro histórico de Arequipa. Ello tiene una explicación en el hecho de que allí estuvo un antiguo caserío preexistente a la ciudad fundada por los españoles en 1540.

La historia registra la presencia de quienes retornaban del fallido intento de conquistar Chile, un periplo que costó la vida de varios expedicionarios y que los sometió a los más rudos castigos, particularmente por lo que representó cruzar el desierto de Atacama.

Una vez en este valle, un pequeño grupo de españoles decide quedarse en él, por lo que no continúan su marcha hacia el Cusco, sino que resuelven vivir amparados por la hospitalidad de un grupo de nativos denominados ‘yarabayas’, quienes edificaron sus viviendas en lo que hoy llamamos San Lázaro.

Este hecho, posiblemente, es el que originó la creencia de que Arequipa se fundó inicialmente en dicho lugar, pero lo cierto —de acuerdo a lo que evidencian ciertos documentos, tales como el Acta de Fundación— es que esto ha quedado históricamente descartado.

Cuna de identidad

Lo que sí es cierto es que fue el primer lugar en el que se instalaron algunos españoles de manera relativamente estable, y por eso se constituye en una ‘cuna de la identidad cultural mestiza de Arequipa’.

Podemos imaginar a aquellos españoles —sin posibilidades de someter a los nativos por su reducido número y el precario estado físico y moral en el que llegaron desde el sur— aprendiendo en su diaria convivencia con los oriundos del lugar algunos términos de la lengua local y conociendo nuevos productos, usos, costumbres y saberes que fueron incorporando a sus conocimientos e incluso a su sistema de creencias.

Por otro lado, podemos también imaginar a aquellos yarabayas procurando satisfacer su curiosidad por algunos de aquellos novedosos artefactos que traían estos enigmáticos foráneos, como un estribo o un yelmo, tal vez.

Es decir, tanto españoles como nativos estaban dejando de serlo, en sentido estricto, para comenzar a ser nada menos que arequipeños, los primeros precisamente, ya que la identidad cultural no es una cuestión racial, sino primordialmente cultural.

Foco de fe

Fue San Lázaro, asimismo, un primer foco de irradiación de la fe, pues se sabe que allí también se afincaron algunos sacerdotes, quienes tuvieron la difícil misión de catequizar a los indígenas de la zona.

Allí también se construyó una edificación religiosa que, aun cuando se trataba de tan solo una sencilla ermita, tiene el mérito de haber sido la primera de Arequipa. Esto último es particularmente especial para quienes somos parte de aquella universidad que por una circunstancia —que creemos no es casual— tiene su sede principal dentro de este importante lugar histórico.

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